La actitud, pasión y mentalidad de Rafael Nadal hace que todos se levanten a aplaudirlo. Luego de más de siete meses de inactividad por sucesivas lesiones en su rodilla, que incluso generó rumores de si sería posible o no su retorno, el español volvió con todo y ganó diez (Sao Paulo, Acapulco, Indian Wells, Barcelona, Madrid, Roma, Roland Garros, Canadá, Cincinnati, US Open) de los trece torneos en los que participó desde entonces.

Inimaginable para todos, incluso para él. Su objetivo era disfrutar cada partido pero terminó haciendo mucho más que eso. "Amo competir", expresó quien una vez más venció a todo y todos los que se interpusieron en su camino hacia el éxito.  

En la final del US Open, derrotó al número 1 del mundo, Novak Djokovic, por 6-2 3-6 6-4 y 6-1 en un partido increíble, jugado con un altísimo nivel que agotaba todos los halagos posibles. Al campeón lo quebraron solo cuatro veces en el torneo (una vez Gasquet, el resto 'Nole'), perdió dos sets (uno con Kolschreiber y otro con Djokovic), para mantener la racha invicta sobre cancha dura.

Frustración es el sentimiento generalizado en sus rivales, porque hagan lo que hagan, parece imposible tumbarlo. El serbio lo llevó al límite, logrando por momentos ahogar a su oponente, algo que parecía imposible. Para seguir sacando ventaja de eso, Djokovic necesitaba mantener una intensidad demasiado exigente, incluso para él.

El momento de dominación del serbio pasó, quedó atrás la espectacularidad de de las devoluciones de Novak y la atención se posó en la arrolladora actitud del mallorquí. Mentalmente lo fue aplastando a un 'Nole' que ya no encontraba manera de desestabilizar a su rival, que ya tenía la mira puesta en el trofeo.

Con su 59ª victoria del año, Nadal se coronó campeón por segunda vez del Abierto de Estados Unidos y suma trece Grand Slam, cantidad que probablemente siga aumentando.

Rafa quedó a pocos puntos de la cima del ranking y, sin nada para defender, parece inminente su llegada a lo más alto.