
Arenas del Infierno
Las obras para Qatar 2022 se han transformado en un verdadero infierno para quienes trabajan en ellas.

Protesta en la sede de FIFA. Foto: telenocheonline.com
De Katmandú a Doha hay poco más de 3 mil kilómetros y para muchos nepalíes se ha transformado en un camino sin retorno, o lo que es peor, si vuelven, es dentro de un féretro.
El 23 de setiembre el diario británico The Guardian dio a conocer un informe que revelaba las condiciones en las que trabajaban y vivían los trabajadores extranjeros que llegaban a Qatar. La mayoría proviene de India, Nepal y Bangladesh atraídos por el boom de la construcción y a promesa de un sueldo que en el mejor de los casos no es el que le prometieron.
En los meses de julio y agosto hay una media de 41 grados en Doha, la capital y ciudad más importante de Qatar. Durante el verano han muerto 44 nepalíes según los datos de la embajada de ese país en Qatar. Los trabajadores denunciaron que ni siquiera le permiten un vaso de agua en las extensas jornadas laborales de 12 horas.
Las imágenes son bastantes elocuentes, pequeñas habitaciones ocupadas por 10 o 12 personas. Baños en condiciones deplorables y el lugar de la cocina atestado de moscas y cucarachas.
Qatar es un emirato de unos 2 millones de habitantes, pero los cataríes son menos de un 20%, el resto son extranjeros. Hay una diferencia entre los extranjeros occidentales y los africanos y asiáticos.
En este emirato, como en algunos otros, existe una ley llamada Kafala. En pocas palabras es una reglamentación que exige un permiso del empleador para la persona que ingresa a trabajar, pero también necesita dicho permiso para salir del país.
Los trabajadores también denuncian que al llegar a Qatar su empleador le retiene el pasaporte, e incluso no le pagan por meses, y cuando ocurre, la cifra es menor a la acordada.
Hassan al Thawadi, secretario general del Comité Supremo de Qatar dijo a la CNN, al respecto de las acusaciones: "Estaría preocupado, consternado e indignado por cualquier individuo que trabaje en un proyecto (no solo relacionado con el Mundial, sino cualquier proyecto allá afuera) que sufra circunstancias así y definitivamente estas historias que fueron reportadas son investigadas actualmente. El gobierno las analiza".
Pero replicó: “También es importante enfocarse en el hecho de que actualmente estas actividades que ocurren, o que han sido reportadas, en realidad son ilegales bajo las leyes empresariales, (que) criminalizan muy claramente estas acciones y tan pronto como el gobierno o las autoridades relevantes las analicen se tomarán acciones”.
Por su parte Blatter, presidente de la FIFA se desmarcó del asunto: “La responsabilidad cae sobre los derechos laborales de Qatar y las compañías que están trabajando allí. La FIFA no es responsable de esto, no podemos hacer nada sobre el terreno, es Qatar la que tiene que moverse y ha dicho que lo hará”.
El programa radial español “Punto de Fuga” consultó al respecto a Aidam McQuade, director de la organización Anti Slavery International sobre las palabras de Blatter: “Es muy poco satisfactorio, la FIFA puede hacer mucho más. Puede paralizar la concesión del mundial. La FIFA debe decir: a menos que cambien van a perder el mundial”.
El 23 de setiembre el diario británico The Guardian dio a conocer un informe que revelaba las condiciones en las que trabajaban y vivían los trabajadores extranjeros que llegaban a Qatar. La mayoría proviene de India, Nepal y Bangladesh atraídos por el boom de la construcción y a promesa de un sueldo que en el mejor de los casos no es el que le prometieron.
En los meses de julio y agosto hay una media de 41 grados en Doha, la capital y ciudad más importante de Qatar. Durante el verano han muerto 44 nepalíes según los datos de la embajada de ese país en Qatar. Los trabajadores denunciaron que ni siquiera le permiten un vaso de agua en las extensas jornadas laborales de 12 horas.
Las imágenes son bastantes elocuentes, pequeñas habitaciones ocupadas por 10 o 12 personas. Baños en condiciones deplorables y el lugar de la cocina atestado de moscas y cucarachas.
Qatar es un emirato de unos 2 millones de habitantes, pero los cataríes son menos de un 20%, el resto son extranjeros. Hay una diferencia entre los extranjeros occidentales y los africanos y asiáticos.
En este emirato, como en algunos otros, existe una ley llamada Kafala. En pocas palabras es una reglamentación que exige un permiso del empleador para la persona que ingresa a trabajar, pero también necesita dicho permiso para salir del país.
Los trabajadores también denuncian que al llegar a Qatar su empleador le retiene el pasaporte, e incluso no le pagan por meses, y cuando ocurre, la cifra es menor a la acordada.
Hassan al Thawadi, secretario general del Comité Supremo de Qatar dijo a la CNN, al respecto de las acusaciones: "Estaría preocupado, consternado e indignado por cualquier individuo que trabaje en un proyecto (no solo relacionado con el Mundial, sino cualquier proyecto allá afuera) que sufra circunstancias así y definitivamente estas historias que fueron reportadas son investigadas actualmente. El gobierno las analiza".
Pero replicó: “También es importante enfocarse en el hecho de que actualmente estas actividades que ocurren, o que han sido reportadas, en realidad son ilegales bajo las leyes empresariales, (que) criminalizan muy claramente estas acciones y tan pronto como el gobierno o las autoridades relevantes las analicen se tomarán acciones”.
Por su parte Blatter, presidente de la FIFA se desmarcó del asunto: “La responsabilidad cae sobre los derechos laborales de Qatar y las compañías que están trabajando allí. La FIFA no es responsable de esto, no podemos hacer nada sobre el terreno, es Qatar la que tiene que moverse y ha dicho que lo hará”.
El programa radial español “Punto de Fuga” consultó al respecto a Aidam McQuade, director de la organización Anti Slavery International sobre las palabras de Blatter: “Es muy poco satisfactorio, la FIFA puede hacer mucho más. Puede paralizar la concesión del mundial. La FIFA debe decir: a menos que cambien van a perder el mundial”.