Aunque habían pasado 8 años del Maracanazo, Brasil viajó a Suecia a disputar el Mundial de 1958 con la sangre en el ojo. Con un plantel prácticamente renovado (Nilton Santos era el único que repetía, pero no había tenido minutos en esa mítica final), buscaba cambiar la imagen del fútbol brasileño.

El Mundial comenzó favorable para Brasil, que venció con facilidad a una débil Austria que luchaba por recuperarse de la trágica guerra sucedida años atrás. El siguiente partido fue contra Inglaterra, que terminó con el primer 0 - 0 en la historia de los Mundiales.

La resignación y frustración en los jugadores brasileños era tal que algunos de los más veteranos (Didi, NIlton Santos y Bellini) exigieron al técnico cambios en la oncena titular. Los referentes esperaban más de ciertos jugadores que no daban todo su potencial, por lo cual se debía dar lugar a tres jugadores: Zito, Garrincha y Pelé.

Los dos primeros eran jugadores reconocidos en Brasil por su trayectoria, pero Pelé con apenas 17 años era una incertidumbre. El joven había llegado a Suecia ante un mar de dudas por parte de los aficionados que lo veían "muy verde" para una competencia de estas características.

A pocas horas de un partido definitorio para la suerte de Brasil en el Mundial, este muchacho entra de titular frente a la dura Unión Soviética de Lev Yashin.

A pesar de que no anotó, Pelé y Garrincha se robaron los aplausos. Dos goles de Vava dieron la victoria a Brasil y algo más que el pase a octavos: la seguridad que esa joven promesa tenía la pasta suficiente para disputar partidos definitorios.

Para graficar la actuación de los jugadores brasileños, las palabras del entrenador ruso al finalizar el partido fueron: "Los jugadores parecían de otro planeta".

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