La selección de Corea del Norte llegó a Inglaterra a disputar el Mundial de 1966 en medio de un clima tenso: hasta hacía poco habían sido rivales en la guerra de Corea, dado que los británicos estaban del lado de Corea del Sur.

Ninguno de sus jugadores era profesional, sino que todos eran militares que habían sido elegidos por el lider Kim II Sung en base a sus cualidades físicas.

Los norcoreanos se habían favorecido del boicot realizado por las selecciones africanas y Corea del Sur, que reclamaban por una plaza directa. Por esa razón, en las Eliminatorias solo tuvieron que vencer en dos partidos a la débil Australia para clasificar al Mundial.

El líder de Corea del Norte despidió a sus jugadores como "embajadores del comunismo", y nadie esperaba que al regreso lo hicieran como héroes. Inglaterra los recibió en el aeropuerto con una representación de obreros ingleses que buscaban hacerlos sentir bienvenidos a un país que no les tenía simpatía.

El debut fue contra la URSS, campeona de Europa en 1960, partido en el cual los europeos mostraron total superioridad futbolística venciendo por 3 - 0. Tres días después se enfrentaron a Chile, con quien empataron 1 - 1.

De esa forma, su chance de clasificar iba a depender del resultado que tuvieran con Italia en la última fecha.

Todos esperaban que los italianos vencieran con facilidad a los asiáticos. Pero distinto a lo imaginado, los norcoreanos, con sólida mentalización y disciplina, lograron derrotar por 1 - 0 a los europeos.

La estrella de este partido histórico fue el golero norcoreano, Li Chang Myung, que mantuvo el arco en cero a pesar de los fuertes tiros que provocaron los delanteros italianos.

De esta manera Italia quedó eliminada en primera ronda, provocando el enojo de todo el público italiano que recibiría a sus jugadores con tomates; y esta fue la primera victoria en la historia de los mundiales de un equipo asiático sobre un europeo, permitiendo a una selección de ese continente la primera clasificación a la segunda fase en la historia.

En cuartos de final, Corea del Norte enfrentó a la poderosa Portugal de Eusebio, que venía de eliminar a Brasil. Los asiáticos, con el impulso anímico de haber vencido a Italia, lograron hacer un gran partido.

Estuvieron cerca de clasificar a semifinales, ya que a los 35 minutos del primer tiempo iban ganado 3 - 0. Hasta que la aparición del crack portugués, que anotó cuatro goles, puso fin al sueño coreano.

A su regreso a Corea del Norte fueron recibidos como héroes, mientras el mundo entero recibía una lección de humildad: jugadores no profesionales en base a voluntad habían logrado competir palmo a palmo con los mejores.