Diga treinta y tres
Los árbitros y la Copa del Mundo; el equipo que siempre está.
Seguramente en todas las referencias a la Copa del Mundo, se mencionen 32 equipos que compiten, que participan. Esto es medianamente cierto, pero, sin pecar de usar una referencia "corporativa", los equipos son 33; faltó incluir al de los árbitros.
Todos aquellos que prestan funciones más allá de los jugadores y que hacen al soporte del torneo, desde los voluntarios hasta los boleteros, son sumamente importantes, pero su función administrativa u operativa al servicio del deporte no tiene incluida una "lógica deportiva" ni ingresan al campo. En el caso de los árbitros sí.
Los árbitros ni aparecen, ni son escogidos por generación espontanea en el 2014. El proceso de selección de los árbitros comenzó a fines del 2010, cuando recién había terminado la copa de ese año. Allí 64 equipos (árbitros y asistentes), de distintas nacionalidades, fueron realizando cursos, pruebas, algunos presenciales y otros a distancia, hasta que en enero de este año fueron elegidos finalmente.
Toda esa información recopilada, sirvió como elemento de juicio para que la conducción del arbitraje de FIFA, encabezado por el ex mundialista suizo Massimo Busacca, eligiera en base a distintos parámetros y variables.
¿Cuáles son ellos?. Bueno, de todo tipo. Algunas serán controlables por los árbitros, como rendimiento físico o competencia técnica. Otras, como en toda actividad humana, quizás no, como la edad o la morfología. Olvidemos que existe la lógica de cupos, el proceso es mucho más complejo.
Lo que sí es cierto es que es harto difícil el proceso de selección final. No en vano, reconocidos árbitros con trayectorias dilatadas, algunas de ellas mundialistas, y de asociaciones con mucha historia en la FIFA, han quedado fuera de este, o de otros mundiales anteriores, porque son solo 25 equipos arbitrales los elegidos, que a la vez, conforman un solo equipo en sí mismo.
Estas cuartetas compiten. ¿Entre sí? Bueno, esa podría ser la primer lectura desde fuera, ya que obviamente, el ser escogido implica que otro equipo no tenga designación. Pero no es el caso. El árbitro, o el equipo arbitral, compite contra sí mismo, para ganarse en ese partido, para el cual ha sido designado, la siguiente designación. Una lógica de uno a uno, como la gallina y el maíz, que es a veces incomprensible cuando no se está en la actividad.
La lectura popular reproduce que un Mundial es la salvación económica del árbitro. Nada más alejado de la realidad. Muchos árbitros, en el mundo, darían lo que fuere por al menos ser seleccionado para un partido mundialista. Es más, para algunos árbitros europeos o asiáticos, la remuneración puede ser menor a que estar en sus ligas. Pero la motivación es otra, es deportiva. El cheque se va, la medalla sigue de por vida. Como cualquier deportista.
Todos aquellos que prestan funciones más allá de los jugadores y que hacen al soporte del torneo, desde los voluntarios hasta los boleteros, son sumamente importantes, pero su función administrativa u operativa al servicio del deporte no tiene incluida una "lógica deportiva" ni ingresan al campo. En el caso de los árbitros sí.
Los árbitros ni aparecen, ni son escogidos por generación espontanea en el 2014. El proceso de selección de los árbitros comenzó a fines del 2010, cuando recién había terminado la copa de ese año. Allí 64 equipos (árbitros y asistentes), de distintas nacionalidades, fueron realizando cursos, pruebas, algunos presenciales y otros a distancia, hasta que en enero de este año fueron elegidos finalmente.
Toda esa información recopilada, sirvió como elemento de juicio para que la conducción del arbitraje de FIFA, encabezado por el ex mundialista suizo Massimo Busacca, eligiera en base a distintos parámetros y variables.
¿Cuáles son ellos?. Bueno, de todo tipo. Algunas serán controlables por los árbitros, como rendimiento físico o competencia técnica. Otras, como en toda actividad humana, quizás no, como la edad o la morfología. Olvidemos que existe la lógica de cupos, el proceso es mucho más complejo.
Lo que sí es cierto es que es harto difícil el proceso de selección final. No en vano, reconocidos árbitros con trayectorias dilatadas, algunas de ellas mundialistas, y de asociaciones con mucha historia en la FIFA, han quedado fuera de este, o de otros mundiales anteriores, porque son solo 25 equipos arbitrales los elegidos, que a la vez, conforman un solo equipo en sí mismo.
Estas cuartetas compiten. ¿Entre sí? Bueno, esa podría ser la primer lectura desde fuera, ya que obviamente, el ser escogido implica que otro equipo no tenga designación. Pero no es el caso. El árbitro, o el equipo arbitral, compite contra sí mismo, para ganarse en ese partido, para el cual ha sido designado, la siguiente designación. Una lógica de uno a uno, como la gallina y el maíz, que es a veces incomprensible cuando no se está en la actividad.
La lectura popular reproduce que un Mundial es la salvación económica del árbitro. Nada más alejado de la realidad. Muchos árbitros, en el mundo, darían lo que fuere por al menos ser seleccionado para un partido mundialista. Es más, para algunos árbitros europeos o asiáticos, la remuneración puede ser menor a que estar en sus ligas. Pero la motivación es otra, es deportiva. El cheque se va, la medalla sigue de por vida. Como cualquier deportista.