"En Urunday cumplí un ciclo"

El "Caballo" Lambert, ícono de Urunday, dijo que no seguirá jugando en el club donde estuvo casi 20 años. Lee la entrevista.

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Eduardo Lambert tiene 44 años y hace casi veinte que juega en Urunday Universitario. Con ese club ascendió a Primera en 1997 y con ese mismo club, este año, volvió a ascender, pero ahora como campeón.

Sonsol le puso el apodo de "Caballo" y le quedó para toda la vida. Con su clásico e implacable tiro de cuarta distancia, fue goleador de varios Metropolitanos. Hoy ya es todo un símbolo del "estudioso" del Prado y, en el mejor momento de la institución, decidió ponerle fin a su ciclo como jugador.

De todo eso, de su carrera y mucho más, el "Caballo" Lambert habló con PDA.

¿Por qué te dicen Caballo?
Sonsol fue el que me puso el apodo de Caballo, y bueno, quedó. Era por cómo jugaba, porque me llevaba todo por delante, iba de frente, me daba contra las paredes. Y bueno, quedó el apodo Caballo. Hace muchos años de esto, creo que fue en los primeros inicios de Larre Borges.

¿Por qué sos jugador de básquetbol? ¿Cómo empezaste?
Yo jugaba al fútbol. Y una vuelta pasé por la puerta de Larre Borges, vi que estaban buscando aspirantes menores de 17 años y entré. Me acuerdo que el técnico que estaba ahí, hoy fallecido, era Hugo Turk. Fue con el que tuve los primeros pasos. Eran como 25 jugadores, y de esos 25 quedaban 12. Entre un día, empecé, empecé y quedé en el plantel de los menores. Y ahí empezó mi carrera.

¿Eras del barrio de la Unión?
Sí, claro. Si bien yo nací en Las Acacias, bien enfrente a la cancha de Peñarol, de chico me fui para la Unión y ahí fue donde me inicié, en Larre Borges.

¿Y cuándo pasaste a Urunday?
A Urunday pasé en el año 1995, creo. Porque yo de Larre Borges me fui a Mercedes, quedé libre porque había un problema de fichas y ese tipo de cosas, pedí pase a Nacional, jugué un año en Nacional, que me llevó Lovera, y después empezó la historia con Urunday.

No te imaginabas que ibas a estar casi 20 años en el club…
Por supuesto, nunca me imaginé. Urunday no es mi segunda casa, es mi primera casa. Yo vi lo que era el club ese año y lo que es ahora, y ahora cumplí mi sueño de verlo en Primera y campeón. Si bien ya habíamos estado, no como campeones, pero tuve la suerte de estar en los dos ascensos en la historia de Urunday Universitario.

Cuando vos llegaste, Urunday era mucho más chico. Era la parte de adelante de la sede nomás, ahora tiene más infraestructura y socios.
Sí, tal cual. Pero lo bueno que tenía, y que no cambió nunca, es que siempre fue un club social, un club de familia. Me apegué a eso. Venía acá, con gente bien y querida. Me arroparon y fueron pasando y pasando los años, y pasaron casi 20 años.

¿Alguna vez te tocó jugar contra Urunday?
Sí, el año que jugué en Verdirrojo. Fue la única vez que jugué Metro no estando en Urunday. Fue una decisión personal que hablé con los dirigentes. Tenía amigos en Verdirrojo y necesitaban que ese año fuera a jugar ahí. Le pedí a Urunday Universitario, con la condición de volver, y fue la única vez que jugué contra Urunday en esta cancha. Yo veía que todo el mundo decía: “Pa, jugar contra tu equipo es complicado”. Y yo decía: “No, ¿qué tan complicado puede ser?”. Y fue así.

Siempre fue tu especialidad el tiro de cuarta distancia…
Hay algo que es real: yo no tengo mucha técnica para jugar al básquetbol. Porque yo empecé muy tarde a jugar. Perdí minis, cadetes y parte de menores. Perdí casi siete u ocho años, que son donde están los fundamentos del básquetbol. Pero por suerte tuve la virtud que siempre físicamente traté de mantenerme, nunca tuve lesiones, siempre entrené. Y una de las cosas que más entrenaba era el tiro. Pero también me ayudó mucho en mi carrera jugar con buenos bases y buenos pivots. En el básquetbol de acá, si vos tenés alguna virtud, jugás. Y bueno, yo por suerte pude tener esa virtud de tener buen porcentaje y poder aprovechar a mis compañeros que jugaban debajo de la tabla para poder salir bien cortinado. Y siempre jugué con buenos bases que me pasaban bien la pelota.

¿Por qué te especializaste en el doble y no en el triple?
Por mi posición de juego, en general. Al no tener mucha técnica de pique y ese tipo de cosas, mi juego siempre era abajo del tablero y fui perfeccionando los tiros de los costados y el buen porcentaje en libres. Algún triple que otro he tirado, pero tengo que estar muy solo para tirar. Siempre digo lo mismo: no es mi rol tirar triples.

Hace años que sos referente del vestuario de Urunday. ¿Qué tipo de líder sos?
Creo que en el básquetbol hay muchos tipos de líderes. Yo creo que mi función en el equipo siempre fue, antes que nada, crear buen grupo. Eso para mi es fundamental. A la larga eso te da muchos frutos. Fui durante mucho tiempo líder adentro de la cancha, pero generalmente siempre me caractericé por tratar de llevar el grupo adelante. Tratar que esté todo en armonía, que estemos todos bien y adentro de la cancha darle a todos para adelante. Porque yo creo que, adentro de la cancha, en los últimos años he jugado con jugadores que no precisás decirles nada. Por ejemplo este año: ¿qué le puedo decir al Pepe (Mackiewicz), a Diego (Olivera), a Taboada, a Zaballa? ¿Qué le puedo decir a ese tipo de jugadores? Cada uno cumple una función y yo creo que la mía la cumplí afuera de la cancha.

Y ahora, ¿qué sigue en tu relación con Urunday?
Mirá, esta semana ya viajé a Mercedes para jugar en Praga, que es el otro club en el que yo me caractericé muchos años. Es mi otro club, después de Urunday. Ahora voy a jugar el campeonato allá, que es un campeonato muy fuerte y muy lindo. Y la idea mía es que, creo, con Urunday Universitario cumplí un ciclo. Si dejo de jugar o no, eso lo voy a saber más adelante, depende cómo esté. Pero yo creo que, puntualmente hablando de Urunday Universitario, ya cumplí un ciclo. Estoy en el momento justo de retirarme como jugador de Urunday.

¿Te gustaría seguir como técnico o vinculado de alguna otra manera?
Vinculado de otra manera, si la directiva así lo requiere, estoy dispuesto a ayudar en lo que respecta a tratar de traer jugadores, sacar jugadores de inferiores. Como técnico no, porque ya mi trabajo me insume mucho tiempo y no me veo como técnico. Pero sí dándole una mano al club que me dio todo. Conozco mucho el interior, mucha gente. Mil veces me ha pasado que me han llamado padres de gurises del interior para ver cómo está el club. La idea es ayudar al club en tratar de sacar jugadores de inferiores para que el club pueda tener, dentro de unos años, jugadores del club mismo.

¿Ves que Urunday se puede transformar en una de las potencias en formativas, como Malvín o Biguá?
¿Y por qué no? Yo creo que hay un buen cuerpo técnico. Luis Pérez está en minis e infantiles y todo lo demás lo tiene Ciechanovvechi. Quizás haya que hacer algunas cosas más para poder ayudar al cuerpo técnico a que saque jugadores. A veces vos podés hacer un buen trabajo, pero si no tenés gurises es muy difícil. Yo creo que con la campaña que hicimos este año se van a acercar más gurises. Hay que buscarle la vuelta por ese lado.

A lo largo de tu carrera, ¿cómo fue compatibilizar el trabajo particular con el básquetbol?
Cuando ya estás acostumbrado, te amalgamás a eso y después es muy difícil que te lo saquen. Yo trabajé toda la vida. Entraba a las 5 de la mañana, hasta las 7 o las 8, me tomaba dos mates y me venía al club. Y eso la gente no lo ve. Eso es lo que a mí, después de haber salido campeón con Urunday, se me viene a la cabeza. Todo el esfuerzo que hice. Yo trataba de ser el primero en llegar, el último en irme. Trataba de mantenerme siempre en forma porque a mi edad, por más que sea el capitán, tengo que tratar de darle el ejemplo a todos los gurises. Y creo que cumplí.

¿Es bravo jugar al básquetbol de hoy cuando sos veterano?
Obviamente. Los gurises van creciendo y el básquetbol se va transformando cada vez en más veloz. Antes se jugaba a otro básquetbol. Yo creo que pasé por tres o cuatro generaciones de básquetbol, pero ¿por qué juega el “Bicho” (Silveira) o por qué juega Riera? Porque tienen virtudes. Y en el básquetbol de acá, si vos tenés una virtud y estás bien físicamente, jugás. Igual hay que ser consciente que todo tiene un ciclo.

Has pasado por muchos planteles de Urunday. ¿Qué tuvo este para salir campeón?
El grupo. Y los dos extraterrestres que trajimos, Emilio (Taboada) y Justin (Dobbins), que para este divisional son descomunales. Pero tampoco me quiero olvidar de Timote. Tampoco me quiero olvidar de Ferrés, de Zaballa, Panelli. Ni hablar del “Pepe” (Mackiewicz) y Diego (Olivera), hasta el momento que estuvo. Se armó un muy buen grupo y cumplimos lo que el técnico nos pidió. El famoso plan. Nosotros tuvimos un plan y lo cumplimos, así salimos campeones.

Cuando perdieron con Welcome en la fase regular, parecía que Welcome pasaba a ser el favorito para las finales. ¿Ustedes cómo lo sentían?
Yo soy muy respetuoso a todo lo que dice la prensa, pero los favoritos, adentro de la cancha. No hay favoritos. A mí me tocó en toda mi carrera con Urunday perder con cuadros que iban últimos, y al revés, ganarle a cuadros que iban arriba. O sea, los favoritos se tienen que demostrar adentro de la cancha. Creo que a lo largo del campeonato, no quiero desmerecer lo que es Welcome y su historia, pero jugamos un poco más al básquetbol que ellos.

¿Te imaginás la 7 colgada en la cancha de Urunday, como número retirado?
(Risas) No, esa es una cosa de los dirigentes. Eso ya estaría más allá del bien y del mal. No, no me lo imagino. Ya me estaban diciendo lo del partido de despedida y todo eso, pero ta, Urunday me dio mucho y yo creo que le di a Urunday todo lo que pude. Ya está, con eso me alcanza. Terminé como quería terminar: campeón.

¿Por qué la número 7? ¿Tenés algo especial?
No, siempre fue el número que me gustó. Y cuando no jugué con ese número, porque ya lo tenía el capitán, siempre jugaba con la 13, que fue con la que arranqué en Larre Borges.

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