
El vuelo del Mosquito
Nació en Melo y ahora vive en Albania, tras pasar por Italia y Eslovaquia. Sebastián Sosa, el hijo del "Mosquito", y una historia particular.

De Melo a Palermo, sin escalas. De vivir en una ciudad de poco más de 50 mil habitantes, donde todos sabían quién era el hijo del "Mosquito", a una ciudad fundada en el siglo VII AC donde hoy viven 700 mil personas.
Fue sin escalas porque, con solamente un año jugando en la primera de Cerro Largo, llegó Palermo y compró la ficha de Sebastián Sosa, quien para Zamparini --el presidente del club italiano- era "el nuevo Cavani".
En ese mismo período Zamparini también contrato al argentino Paulo Dybala, "el nuevo Agüero". Pero mientras Dybala continúa jugando en Palermo, Sosa lo hace en el Vllaznia Shkodër de Albania.
Desandar el camino desde la ciudad de Shkodër hasta Melo, implica hacer una escala en la ciudad eslovaca de Senica y varios viajes a Palermo. Esta es la historia de Sebastián Sosa.
En nombre del padre
Tener un padre futbolista implica una niñez de varias mudanzas. El "Mosquito" Heberely Sosa, padre de Sebastián, fue futbolista profesional entre 1991 y 2009. Jugó en Peñarol, Nacional, River Plate, Central Español, Defensor, Rentistas, Cerro y Cerro Largo en Uruguay.
Cuando Sebastián tenía tres años, le tocó mudarse a Paraguay. De aquel país no recuerda casi nada, pero de China sí tiene recuerdos. Su padre tuvo dos etapas en el Shang Hai Pudon.
"Muchas veces acompañábamos a mi padre en sus viajes por fútbol, eso hizo que no jugara al Baby Fútbol. Solo jugué un año en Charrúa de Melo y otro año y medio en Colón de Montevideo", cuenta Sebastián.
Es recién con 14 años que comienza a jugar en formativas. "Hasta ese momento yo jugaba mucho en la calle y cuando mi padre tenía tiempo salíamos alguna cancha y me enseñaba cosas básicas", dice Sebastián, que muchas de las cosas que sabe las aprendió de forma teórica en interminables charlas.
"Muchas de las cosas las aprendí en casa escuchando a mi viejo, se ponía hablarme de cómo moverme y algunas otras cosas. Lo tenía que frenar mamá llamándonos a comer, si no era por ella seguía de largo".
Las charlas futboleras siguen siendo tradición en la familia Sosa. "Cuando estamos en casa y sale la charla todavía aprendo cosas, porque nos ponemos hablar de fútbol y estamos horas junto a mi hermano también", agrega Sebastián.
El inicio del camino
El camino comienza con Melo Wanderers, donde Sebastián no tuvo muchas oportunidades de jugar. Su padre decidió cambiarlo de equipo y lo mandó para las inferiores del Cerro Largo FC.
Estuvo un año allí y volvió a Melo Wanderers, donde ahora sí tuvo oportunidades ganadas a base de goles, los mismos goles que hicieron que Cerro Largo comprara su ficha. Con 17 años debuta en Primera y solamente un año después aparece el interés de Palermo.
Valijas prontas y el primero de varios viajes a la isla italiana. Fueron seis meses en Palermo, jugando en el equipo primavera, como le llaman los italianos a la reserva.
"Fueron seis meses difíciles, pero una linda experiencia. Me fui con 18 años de Melo a Palermo, solo. Por suerte me recibieron muy bien, arranqué jugando, haciendo goles en el primavera y después por diferentes motivos no tuve la oportunidad en Primera, además de que soy extra-comunitario", recuerda Sebastián.
En ese momento vivían en Palermo, Abel Hernández, el "Cacha" Arevalo Ríos y la familia de Ignacio Lores (Ignacio estaba en Bulgaria a préstamo). Fue el "Cacha" el encargado de cuidar a Sebastián esos seis meses.
Para agarrar más rodaje en primera, Sosa se viene a Central Español a préstamo, un nuevo viaje Italia-Uruguay. "Sabía que Central estaba complicado con el tema puntos, pero de todas formas acepté ir a jugar porque me gustaba el club", confesó.
"Después pasó todo lo que pasó: los jugadores hacía meses que no cobraban, no había los materiales suficientes para entrenar y los resultados no se daban. Tocó descender y juego la segunda parte del año en la B. Siguieron los problemas, pero de todas formas terminamos bien ubicados ese primer semestre, una experiencia que la necesitaba quizás como aprendizaje", reflexiona Sosa. Fin del préstamo y otra vez a cruzar el Atlántico.
Italia, Eslovaquia y Albania
Esta vez estuvo pocos días en Palermo, arreglando algunos papeles para su futuro destino: Senica, una pequeña ciudad al este de Bratislava en Eslovaquia. Allí se encontró con tres compañeros brasileros y un nigeriano que hablaba algo de portugués, que le hicieron la estancia más llevadera.
Pero las cosas se empezaron a torcer cuando en el clásico contra Spartak Trnava. Sosa no reacciona bien a un cambio y tira la camiseta al banco de suplentes. Los directivos del Senica no se lo tomaron nada bien e incluso le hicieron filmar un video pidiendo disculpas.
Luego vinieron ocho partidos de sanción, pero lo cierto es que no volvió a jugar de titular. Con pocos minutos pero con más experiencia, en junio del 2014 vuelve como tantas veces a Palermo. De ahí una nueva oportunidad: KS Vllaznia Shkodër de Albania.
Shkodër es una ciudad de unos 100 mil habitantes al norte de Albania, en la frontera con Montenegro. Shkodër le resultó similar a cualquier ciudad del interior de Uruguay, tanto que decide rescindir contrato con Palermo para quedarse en el Vllaznia. "El futbol de acá dicen que es buena vidriera, yo estoy hasta mayo", explica Sosa.
Melo, Palermo, Senica, Shkodër. Un recorrido bastante underground para un futbolista. Un futbolista en el fondo es un acumulador de ciudades, va por el mundo conociendo lugares que tienen un factor en común: una cancha de fútbol.
Algunos tienen la suerte de recorrer capitales magníficas, ciudades mundialmente conocidas. Otros, como Sosa, se alegran si encuentran un rincón parecido al de su niñez, aunque sea a orillas del lago Shkodër, que quizá se parezca al Arroyo del Sauce.