Agua va
¿Cómo funciona y para qué sirve el programa de aprendizaje de actividades acuáticas en la educación pública? Conocelo en este informe.
La posibilidad por la que niños y niñas que asisten a las escuelas públicas participen de actividades acuáticas, pone en el centro cuáles son las debilidades y fortalezas de este proyecto en el que vienen embarcados desde hace seis años docentes y coordinadores en el Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP).
La obligatoriedad en la enseñanza de la Educación Física en las escuelas públicas del Uruguay (2008) trajo aparejado un programa específico para el área y puntualmente un apartado singular para el aprendizaje de "actividades acuáticas" por parte de los niños y niñas.
Lograr una buena adaptación y dominio del ambiente acuático por parte de todos los estudiantes que pasan por una institución de enseñanza primaria pública, es una de las metas que se propone desde los espacios de gestión y planificación de la educación física.
La pertinencia social de incluir tal contenido parece muy acertada al tomar en cuenta dos elementos: el ahogamiento es la segunda causa de muertes por accidentes en menores de edad, al tiempo que el 98% de los niños de 10 años hasta jóvenes de 19 años no saben nadar (Ministerio de Salud Pública).
Además, dentro de los 176.000 kilómetros cuadrados de la superficie del país, existen 450 kilómetros de costa sobre ríos y otros 220 kilómetros sobre el mar.
Frente a este panorama social y geográfico, el acceso a una adecuada infraestructura para el desarrollo de las actividades acuáticas se convierte en el principal obstáculo para la generalización y masificación de este aprendizaje en la enseñanza primaria.
Según el tipo de escuela que se trata, la realidad es diferente. Ellas se dividen en especiales, de tiempo extendido y de las comunes (urbanas y rurales). Dentro de Montevideo, de las 27 escuelas especiales que existen, el 90% de ellas acceden a desarrollar actividades en piscinas.
Por su parte, una buena cantidad de escuelas de tiempo completo, a partir de un acuerdo entre el CEIP y el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), han logrado acceder a piscinas en clubes privados, que por tener sus edificaciones en predios municipales, parte de su contraprestación es permitir la utilización de sus instalaciones.
Distinta es la situación en las escuelas comunes -que son la mayoría- , las cuales por lo general no acceden a este tipo de propuestas, salvo en los casos que por sus propios medios o a partir de los profesores y coordinadores logran generar acuerdos y apoyos con las instituciones del barrio.
A nivel general, dentro de Montevideo, el 32% de las escuelas cuentan con la posibilidad de realizar actividades acuáticas. Ana Ponce De León, Inspectora de Educación Física de Regiones Centro, Este y también de Escuelas Especiales (Montevideo), explica que "desde el 2009 hasta hoy se han logrado avances muy importantes que permiten el desarrollo de la actividad".
"Si bien está lejos de universalizarse, lo mejor sería lograr acuerdos con instituciones, ya que hay muchas cosas que son a pulmón, que refiere fundamentalmente a las autoridades de los organismos. A nivel público está la plaza nº7, el Complejo Ituzaingó y la Plaza del Cerro. Son tres donde creemos que ahí se podría trabajar mejor", agrega.
Tomando en cuenta el programa del CEIP, dentro de las actividades acuáticas se pretenden enseñar los siguientes contenidos: desplazamientos, entradas al agua, inmersiones, giros, equilibrios, respiración, lanzamientos y recepciones.
Más que tratar de enseñar a nadar los estilos tales como crol, espalda, pecho o mariposa, lo que se prioriza es tener un sentido utilitario (salvamento) a partir de experiencias más ligadas al juego que al rendimiento físico deportivo.
La inspectora Ponce de León señala que "lo mejor sería poder generar una franja etaria en la escuela para que todos pasen por la experiencia acuática. Por ejemplo, se pueden tomar 3º y 4º para que todos tengan ciertas habilidades básicas".
"Creemos que debería ser muy parecido a los campamentos educativos, donde el objetivo es que todos los niños egresen de la escuela con una experiencia de ese estilo", sostiene.
El año pasado, en la escuela nº95 de Cuchilla Alta, se llevó adelante el proyecto "Escuelita de Playa". Veinte alumnos de la escuela realizaron durante el mes de octubre experiencias básicas de adaptación, mientras que entre noviembre y diciembre realizaron entradas en el mar introduciendo el surf como contenido a enseñar.
Otro ejemplo de buenas prácticas es el que refiere al Jardín de Infantes nº300, ubicado en la Cruz de Carrasco, donde niños de 4 y 5 años asisten a la piscina del Club Asociación Cristiana de Jóvenes de Portones, realizando a través del juego actividades físicas con las que aprenden, entre otras cosas, valores vinculados a la convivencia y la autonomía.
Sintetiza Ana Ponce De León en que "el año pasado hubo una noticia de una barca que se dio vuelta y un niño logró salvarse a partir de lo que había aprendido en la experiencia acuática de la escuela".