
Tres flechas contra una bomba
Sanfrecce, rival de River Plate, es la imagen de una ciudad que superó una bomba atómica

"San" significa tres en japonés y "frecce" el plural de flechas en italiano.
La señora Enola Gay seguramente haya soñado, como cualquier madre, con tener un pequeño niño. Lo que nunca se podría llegar imaginar es que su hijo, el piloto Paul Tibbets, pensó que sería un lindo gesto nombrar como su madre al avión que arrojaría la primera bomba atómica con fines militares. La bomba la bautizaron Little Boy y de esa manera Enola Gay (el avión), trajo al mundo un pequeño niño que casi acabó con una ciudad entera. Como dice la canción de OMD (Orchestral Manoeuvres in the Dark): “Enola Gay, You should have stayed at home yesterday”.
En agosto del 2015 se conmemoraron 70 años de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Como cada año el primer ministro japonés brindó el clásico discurso que recuerda el día de la rendición japonesa. Rendición que ocurrió una semana después de la caída de la bomba de Nagasaki.
El tiempo se detuvo en Hiroshima hace 70 años, la bomba cayó un 6 de agosto, destruyó el 60% de los edificios y se llevó 140 mil de los 350 mil habitantes que tenía la ciudad. Muchos murieron por la explosión, otros cuando luego de algunas horas y desesperados por beber comenzaron a tragar las gotas negras que caían del cielo, sin saber que la lluvia traía consigo grandes cantidades de radiación. El mundo se detuvo ante la imagen de ese flash blanco que luego se transformaba en un hongo gigantesco. Pero aún ante tamaña catástrofe Japón no se dio el lujo de detenerse, la rapidez con la que los japoneses reaccionaron sigue siendo incomprensible para occidente y despierta admiración.
A las afueras de Hiroshima, prácticamente intacto, quedó el complejo industrial de la empresa Toyo Kogyo CO, en los días posteriores a la bomba el complejo se transformó en un hospital improvisado. Toyo Kogyo CO era una empresa que se dedicaba a la industria automotriz. En los años 30 empezó a producir automóviles que decidió llamarlos como el dios persa de la luz, la sabiduría, la inteligencia y la armonía: Mazda. Nombre con que se conoce a la empresa en la actualidad. Solamente tres meses después de la bomba atómica la fábrica ya estaba produciendo de nuevo.
Esa fábrica unos años antes, en 1938 había formado un equipo de fútbol: Toyo Kogyo Soccer Club. Los japoneses pateaban una pelota muchísimo antes que existiera el fútbol, allá por el siglo VII los monjes japoneses jugaban un deporte llamado Kemari, que consistía en formar un círculo y pasarse por aire una pelota, evitando que toque el suelo. Cuando en 1873 unos oficiales de la armada inglesa apostados en Japón jugaron un partido de fútbol entre ellos, el público que asistía pensó que estaba viendo una variante del legendario Kemari.
El primer partido entre equipos japoneses se da en 1888, el Kobe Regatta contra el Yokohama Country. Eran tiempos de apertura de Japón al mundo, tiempos donde Tom Cruise se adhería a la causa samurái en aquella película de Edward Zwick. El personaje de Cruise nunca existió en la vida real, pero si el jefe samurái que lideraba la revuelta. Saigo Takamori es considerado el último samurái verdadero, falleció en 1877 en la batalla de Shiroyama.
Gobernaba el emperador Meiji y Japón comenzaba a modernizarse y a occidentalizarse, a veces de manera voluntaria, a veces no. Algunos cambios fueron considerados como ataques a la cultura japonesa por parte de la clase samurái, que también era sometida a la perdida de algunos privilegios. Japón vivió desde 1639 hasta 1853 una política de aislamiento conocida como Sakoku, donde entrar al país o salir de él sin permiso podía ser penado con la muerte.
En 1853 el Comodoro Matthew Perry se presentó en la bahía de Tokio con una flota de buques proveniente de EEUU y exigió la apertura del comercio. En marzo de 1854 se firmaba el tratado de Kanagawa donde Japón abría sus puertos a los barcos estadounidenses. Fue el primero de varios tratados entre los orientales y algunas potencias occidentales. De EEUU los japoneses aprendieron el béisbol, el deporte fue introducido por profesores estadounidenses que llegaban a Japón a enseñar inglés como parte de esos planes de modernización. Tuvo gran éxito entre los estudiantes universitarios.
EEUU no era el único país con intereses en el país oriental. Siete meses después del tratado de Kanagawa, el Almirante británico James Stirling conseguía firmar el Tratado de amistad anglo-japonés. Preocupado por la influencia rusa, que por esos años enfrentaba a Renio Unido en la Guerra de Crimea, Stirling llegó a Japón y replicó el tratado firmado por EEUU. De los británicos los japoneses aprendieron el fútbol. Los tratados se irían sucediendo, otorgando cada vez más privilegios a las potencias occidentales mientras se aumentaba el intercambio comercial, cultural y militar. Con la tarea de instruir a los miembros de la Academia Naval en Tokyo llegó a Japón en 1873 el Teniente Comandante Archibald Lucius Douglas. No se limitó solamente a las clases militares, sino que también les enseñó a sus subordinados las reglas de un deporte que no tenía más de 10 años, el fútbol. También en 1873 se abría en Tokyo el Colegio Imperial de Ingenieros y sus profesores pasaban los ratos libres enseñando el deporte a sus estudiantes.
En agosto del 2015 se conmemoraron 70 años de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Como cada año el primer ministro japonés brindó el clásico discurso que recuerda el día de la rendición japonesa. Rendición que ocurrió una semana después de la caída de la bomba de Nagasaki.
El tiempo se detuvo en Hiroshima hace 70 años, la bomba cayó un 6 de agosto, destruyó el 60% de los edificios y se llevó 140 mil de los 350 mil habitantes que tenía la ciudad. Muchos murieron por la explosión, otros cuando luego de algunas horas y desesperados por beber comenzaron a tragar las gotas negras que caían del cielo, sin saber que la lluvia traía consigo grandes cantidades de radiación. El mundo se detuvo ante la imagen de ese flash blanco que luego se transformaba en un hongo gigantesco. Pero aún ante tamaña catástrofe Japón no se dio el lujo de detenerse, la rapidez con la que los japoneses reaccionaron sigue siendo incomprensible para occidente y despierta admiración.
A las afueras de Hiroshima, prácticamente intacto, quedó el complejo industrial de la empresa Toyo Kogyo CO, en los días posteriores a la bomba el complejo se transformó en un hospital improvisado. Toyo Kogyo CO era una empresa que se dedicaba a la industria automotriz. En los años 30 empezó a producir automóviles que decidió llamarlos como el dios persa de la luz, la sabiduría, la inteligencia y la armonía: Mazda. Nombre con que se conoce a la empresa en la actualidad. Solamente tres meses después de la bomba atómica la fábrica ya estaba produciendo de nuevo.
Esa fábrica unos años antes, en 1938 había formado un equipo de fútbol: Toyo Kogyo Soccer Club. Los japoneses pateaban una pelota muchísimo antes que existiera el fútbol, allá por el siglo VII los monjes japoneses jugaban un deporte llamado Kemari, que consistía en formar un círculo y pasarse por aire una pelota, evitando que toque el suelo. Cuando en 1873 unos oficiales de la armada inglesa apostados en Japón jugaron un partido de fútbol entre ellos, el público que asistía pensó que estaba viendo una variante del legendario Kemari.
El primer partido entre equipos japoneses se da en 1888, el Kobe Regatta contra el Yokohama Country. Eran tiempos de apertura de Japón al mundo, tiempos donde Tom Cruise se adhería a la causa samurái en aquella película de Edward Zwick. El personaje de Cruise nunca existió en la vida real, pero si el jefe samurái que lideraba la revuelta. Saigo Takamori es considerado el último samurái verdadero, falleció en 1877 en la batalla de Shiroyama.
Gobernaba el emperador Meiji y Japón comenzaba a modernizarse y a occidentalizarse, a veces de manera voluntaria, a veces no. Algunos cambios fueron considerados como ataques a la cultura japonesa por parte de la clase samurái, que también era sometida a la perdida de algunos privilegios. Japón vivió desde 1639 hasta 1853 una política de aislamiento conocida como Sakoku, donde entrar al país o salir de él sin permiso podía ser penado con la muerte.
En 1853 el Comodoro Matthew Perry se presentó en la bahía de Tokio con una flota de buques proveniente de EEUU y exigió la apertura del comercio. En marzo de 1854 se firmaba el tratado de Kanagawa donde Japón abría sus puertos a los barcos estadounidenses. Fue el primero de varios tratados entre los orientales y algunas potencias occidentales. De EEUU los japoneses aprendieron el béisbol, el deporte fue introducido por profesores estadounidenses que llegaban a Japón a enseñar inglés como parte de esos planes de modernización. Tuvo gran éxito entre los estudiantes universitarios.
EEUU no era el único país con intereses en el país oriental. Siete meses después del tratado de Kanagawa, el Almirante británico James Stirling conseguía firmar el Tratado de amistad anglo-japonés. Preocupado por la influencia rusa, que por esos años enfrentaba a Renio Unido en la Guerra de Crimea, Stirling llegó a Japón y replicó el tratado firmado por EEUU. De los británicos los japoneses aprendieron el fútbol. Los tratados se irían sucediendo, otorgando cada vez más privilegios a las potencias occidentales mientras se aumentaba el intercambio comercial, cultural y militar. Con la tarea de instruir a los miembros de la Academia Naval en Tokyo llegó a Japón en 1873 el Teniente Comandante Archibald Lucius Douglas. No se limitó solamente a las clases militares, sino que también les enseñó a sus subordinados las reglas de un deporte que no tenía más de 10 años, el fútbol. También en 1873 se abría en Tokyo el Colegio Imperial de Ingenieros y sus profesores pasaban los ratos libres enseñando el deporte a sus estudiantes.
El fútbol nunca fue tan popular como el béisbol en tierras niponas, pero en la década del 30 se comenzaron a formar varios equipos ligados a empresas. La guerra y la posterior ocupación estadounidense retrasaron el avance del deporte. En 1965 se forma la Japan Soccer League, predecesora de la liga japonesa actual. Varias empresas presentaron sus equipos: Mitsubishi, Hitachi y también lo hizo Mazda.
A pesar que solamente habían pasado 20 años desde la bomba, Hiroshima tenía un equipo de fútbol que ganaría cuatro de las cinco primeras ligas disputadas.
Todo seguía siendo muy amateur, los jugadores eran empleados de las empresas y recién en la década del 70 se vende por primera vez un jugador japonés al exterior. En los años 80 viendo que Toyo Kogyo era un nombre muy difícil para rimar en una canción de barra brava, el club pasó a llamarse Mazda Sport Club. En 1993 las autoridades del fútbol japonés deciden barajar y dar de nuevo, fundan la Japan League, los equipos pasan a ser profesionales, se les exige que jueguen en estadios con capacidad para más de 10 mil personas y que abandonen los nombres empresariales. Así el Mazda Sport Club pasó a llamarse Sanfrecce Hiroshima, que si lo traducimos al español significa “Tres Flechas Hiroshima”.
Cuenta la leyenda que el señor feudal de Hiroshima, Mori Motonari, allá por el siglo XVI, juntó a sus tres hijos y le repartió una flecha a cada uno. Le pidió que la quebraran, si es que podían, cosa que cada hijo hizo sin problema. Luego les entregó tres flechas a cada uno y volvió a pedirles que las quiebren, ninguno pudo. Motonari les dijo a sus hijos: “tres flechas pueden quebrarse fácilmente por separado, pero no juntas”.
Cuenta la leyenda que el señor feudal de Hiroshima, Mori Motonari, allá por el siglo XVI, juntó a sus tres hijos y le repartió una flecha a cada uno. Le pidió que la quebraran, si es que podían, cosa que cada hijo hizo sin problema. Luego les entregó tres flechas a cada uno y volvió a pedirles que las quiebren, ninguno pudo. Motonari les dijo a sus hijos: “tres flechas pueden quebrarse fácilmente por separado, pero no juntas”.
Semejante historia inspiró a los dirigentes del momento. La palabra san significa tres en japonés y frecce es el plural de flecha en italiano. El escudo también tiene seis franjas que hacen referencia a los seis ríos que atraviesan Hiroshima. Pero no solo el nombre era nuevo, también el estadio, en 1992 se inauguró el Gran Arco de Hiroshima, un estadio para 50 mil personas.
En la actualidad en Hiroshima viven unas 1.2 millones de personas, las últimas victorias del Sanfrecce fueron los títulos de campeón consecutivos en 2012 y 2013 con el gran Hisato Sato que juega en el club desde el 2005, y el mundialista Toshihiro Aoyama parte del Japón del mundial de Brasil.
Son 70 años donde la ciudad y sus supervivientes siguen pidiendo lo mismo: nadie debe vivir lo que ellos vivieron. Y para no olvidar ese 6 de agosto de 1945 sigue en pie la Cúpula Genbaku, un edificio prácticamente destruido que contrasta con una ciudad viva y moderna, un recordatorio de lo fácil que resulta destruir una ciudad. Lo realmente difícil es levantarse.