Un cambio sustancial
Luego de dos años de suspensión por dopaje, Alexander De Los Santos vuelve a la carga por un lugar en Río 2016. Habló con PDA sobre sus aspiraciones.
Foto cortesía de Alexander De Los Santos
Corría diciembre del 2011 cuando el fondista Alexander De Los Santos ganó la San Felipe y Santiago, un triunfo que poco tiempo después se vio empañado por la confirmación del dopaje positivo por EPO (Eritropoyetina) que lo mantuvo al margen del atletismo, su gran amor, por dos años.
En su retorno tras la suspensión, allá por el 2014, De Los Santos tenía claros sus objetivos: “me equivoqué y lo pagué con creces. Varios me fulminaron a sangre fría, pero volví con la sangre más caliente que nunca y con el objetivo de llegar a Río de Janeiro 2016”.
Hoy lucha por concretar ese sueño que se le escapó para la edición de Londres 2012 y para eso se entrenó en la altura con el fin de bajar las dos horas, diecinueve minutos que exige la IAAF (Federación Internacional) en la Maratón de Montevideo (10 de abril) y ser uno de los tres celestes que integre el equipo en la máxima cita del deporte mundial.
En una entrevista sin desperdicio, Alexander De Los Santos, habló sin cassette con Por Decir Algo, de sus aspiraciones, los prejuicios, su presente y la gran revancha que se pone como meta.
Te ponés la meta de clasificar a los Juegos Olímpicos ¿es una revancha personal?
Si, claro, pero mucho más allá de una revancha con el atletismo, es algo personal. Cuando me inicie en esto, hace 16 años, y no me preguntes porqué, sabía que iba a ser un camino duro, mucho más difícil que para el resto de mis colegas: mi infancia fue así, mi adolescencia en todas sus etapas fue así, siempre fui un rebelde. Más allá de todo lo que sucedió, mi cabeza nunca dejó de pensar que volvería y q seria mejor que antes.
Lo vivo como una oportunidad para mí y parte de ello se lo debo a las autoridades y al presidente de la Confederación Atlética del Uruguay (Pablo Sanmartino) por haberme convocado nuevamente a la selección nacional. Lo que pasa por mi cabeza cuando me pongo la celeste es maravilloso.
¿Cómo fue tu preparación?
Excelente. Estuve en la altura un mes y ahora estoy adaptándome al llano. Adalberto Cuevas (su entrenador) es un hombre de pocas palabras, metódico y muy particular, su fuerte es preparar maratonistas, y hoy le tocaron dos desafíos para nada sencillos: confiar en mí y entrenarme de la mejor forma. Hasta el momento mis sensaciones han sido las mejores, falta la parte mas dura en nuestro trabajo, la competitiva.
¿Sentís que luego del dopaje se te hace más cuesta arriba conseguir apoyos?
Claro y me resulta lógico. Debo comenzar de cero nuevamente. Los logros más importantes se alcanzan con los esfuerzos más grandes y si ya fuera un consagrado y realizara todo en tiempo y forma, no sé si me esforzaría de la misma forma, o lo disfrutaría de la misma manera.
¿Quedaste marcado tras el dopaje?
Quedás marcado para aquel que cree que nunca se equivocó, para el irracional que no entiende de deporte y para el que culturalmente no puede mirar más allá que su nariz porque su personalidad no se lo permite. Somos seres humanos y nos equivocamos, todos, sin excepción. Aquellos que me conocen desde pequeño, que me han visto correr y progresar paulatinamente, los que conocen mi temperamento después que suena el disparo de largada, o que me han visto dejar el alma en cada paso, y más cuando me visto de celeste, esos son los que no juzgan, y es eso lo bueno que nos debe motivar.
La gente habla y con las redes sociales todos son opinólogos y periodistas, y apuntan a los demás, pero quizás son peores en sus vidas personales.
¿Creés que si lográs la marca, varios pueden sospechar de vos?
La verdad no me interesa lo que piensen los que no me quieren. Sí aquellos que quieren lo mejor para mi. Luego de lo sucedido, la diferencia que salió a la luz es que quienes nunca tuvieron pensamientos positivos en mí hoy están a cara descubierta. No puedo ponerme a pensar en lo que cree cada persona, porque soy un atleta de conocimiento publico, me enloquecería, y me perdería en las masas. Creo en mí, en mi entorno y en toda la gente que me aprecia.
¿Qué significaría para usted llegar a Río 2016, para correr la maratón?
El suceso de superación más grande que haya tenido en mi vida -por todo lo que implicó- y solo el primero de mis sueños, porque sé que terminada la carrera, más allá de mi resultado, mi objetivo será Tokio 2020. El disfrute no está en el éxito, sino en todo lo que se recorrió para llegar a él y tarde o temprano todo llega.
En su retorno tras la suspensión, allá por el 2014, De Los Santos tenía claros sus objetivos: “me equivoqué y lo pagué con creces. Varios me fulminaron a sangre fría, pero volví con la sangre más caliente que nunca y con el objetivo de llegar a Río de Janeiro 2016”.
Hoy lucha por concretar ese sueño que se le escapó para la edición de Londres 2012 y para eso se entrenó en la altura con el fin de bajar las dos horas, diecinueve minutos que exige la IAAF (Federación Internacional) en la Maratón de Montevideo (10 de abril) y ser uno de los tres celestes que integre el equipo en la máxima cita del deporte mundial.
En una entrevista sin desperdicio, Alexander De Los Santos, habló sin cassette con Por Decir Algo, de sus aspiraciones, los prejuicios, su presente y la gran revancha que se pone como meta.
Te ponés la meta de clasificar a los Juegos Olímpicos ¿es una revancha personal?
Si, claro, pero mucho más allá de una revancha con el atletismo, es algo personal. Cuando me inicie en esto, hace 16 años, y no me preguntes porqué, sabía que iba a ser un camino duro, mucho más difícil que para el resto de mis colegas: mi infancia fue así, mi adolescencia en todas sus etapas fue así, siempre fui un rebelde. Más allá de todo lo que sucedió, mi cabeza nunca dejó de pensar que volvería y q seria mejor que antes.
Lo vivo como una oportunidad para mí y parte de ello se lo debo a las autoridades y al presidente de la Confederación Atlética del Uruguay (Pablo Sanmartino) por haberme convocado nuevamente a la selección nacional. Lo que pasa por mi cabeza cuando me pongo la celeste es maravilloso.
¿Cómo fue tu preparación?
Excelente. Estuve en la altura un mes y ahora estoy adaptándome al llano. Adalberto Cuevas (su entrenador) es un hombre de pocas palabras, metódico y muy particular, su fuerte es preparar maratonistas, y hoy le tocaron dos desafíos para nada sencillos: confiar en mí y entrenarme de la mejor forma. Hasta el momento mis sensaciones han sido las mejores, falta la parte mas dura en nuestro trabajo, la competitiva.
¿Sentís que luego del dopaje se te hace más cuesta arriba conseguir apoyos?
Claro y me resulta lógico. Debo comenzar de cero nuevamente. Los logros más importantes se alcanzan con los esfuerzos más grandes y si ya fuera un consagrado y realizara todo en tiempo y forma, no sé si me esforzaría de la misma forma, o lo disfrutaría de la misma manera.
¿Quedaste marcado tras el dopaje?
Quedás marcado para aquel que cree que nunca se equivocó, para el irracional que no entiende de deporte y para el que culturalmente no puede mirar más allá que su nariz porque su personalidad no se lo permite. Somos seres humanos y nos equivocamos, todos, sin excepción. Aquellos que me conocen desde pequeño, que me han visto correr y progresar paulatinamente, los que conocen mi temperamento después que suena el disparo de largada, o que me han visto dejar el alma en cada paso, y más cuando me visto de celeste, esos son los que no juzgan, y es eso lo bueno que nos debe motivar.
La gente habla y con las redes sociales todos son opinólogos y periodistas, y apuntan a los demás, pero quizás son peores en sus vidas personales.
¿Creés que si lográs la marca, varios pueden sospechar de vos?
La verdad no me interesa lo que piensen los que no me quieren. Sí aquellos que quieren lo mejor para mi. Luego de lo sucedido, la diferencia que salió a la luz es que quienes nunca tuvieron pensamientos positivos en mí hoy están a cara descubierta. No puedo ponerme a pensar en lo que cree cada persona, porque soy un atleta de conocimiento publico, me enloquecería, y me perdería en las masas. Creo en mí, en mi entorno y en toda la gente que me aprecia.
¿Qué significaría para usted llegar a Río 2016, para correr la maratón?
El suceso de superación más grande que haya tenido en mi vida -por todo lo que implicó- y solo el primero de mis sueños, porque sé que terminada la carrera, más allá de mi resultado, mi objetivo será Tokio 2020. El disfrute no está en el éxito, sino en todo lo que se recorrió para llegar a él y tarde o temprano todo llega.