Poner cabeza

El Cerebro Iniesta volvió a las canchas en el clásico español.

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Barcelona y Real Madrid empataron el clásico de España pero lo más importante fue la vuelta de Andrés Iniesta a la actividad tras una lesión de rodilla. Después de un primer tiempo lamentable, el Cerebro vino en rescate del Barça y, sobre todo, del espectáculo, que aún agradece su presencia.

Podría considerarse temerario, casi suicida para un periodista arrancar el análisis de un partido de fútbol cuando transcurre el segundo tiempo del mismo. Ese es mi consejo para quien quiera evaluar, sin quedarse dormido, el Barcelona 1 - Real Madrid 1 disputado el pasado sábado en la ciudad condal. Después de un primer tiempo que lastimó la retina de todos y un complemento que había arrancado con una tónica similar; en el minuto 59 saltó a la cancha Don Andrés Iniesta y lo que parecía película de terror devino en ráfagas de poesía futbolera, alivio para los ojos maltratados.

Tras la lesión en el ligamento lateral externo de su rodilla derecha, que lo mantuvo alejado del verde césped por casi un mes y medio, el Cerebro retornó a las canchas en el clásico del fútbol español y le volvió a mostrar al mundo que mientras las luces y el marketing se los llevan otros, él es el que mejor entiende los secretos de este juego.

El primer tiempo fue un bodrio monumental; de esos que por el solo hecho de ser catalogados de “primermundistas” se perdonan pero que si sucediesen en nuestro país despertarían un rotundo “devuelvan la guita muertos”. Dentro de un panorama desolador, el Madrid fue mejor y de la mano de un Luka Modric siempre lúcido a la hora de distribuir el juego presionó bien al equipo culé en la salida aunque sin generar ocasiones de gol frente al lungo Ter Stegen. Por su parte, el Barcelona estuvo desconocido; extremadamente lento en la posesión de pelota, muy previsible a la hora de buscar espacios y con su delantera sudamericana apagada.

Ya en el principio de la segunda mitad llegó la apertura del score gracias a un cabezazo de Luis Suárez (cuarto gol en los clásicos ante el Madrid) tras un centro bien ejecutado por Neymar. Después La Revolución Cerebro, el enano genial con pinta de oficinista y la oscuridad convertida en claridad meridiana. Entonces los dueños de casa empezaron a jugar al ritmo del crack de 32 pirulos y los de la capital española a correr atrás de la guinda como bola sin manija.

Allí se vio lo mejor del partido e incluso el cuadro catalán tuvo tres claritas para liquidar la historia pero la ineficacia de la MSN (Messi-Suárez-Neymar) impidió la sentencia definitiva; dicha falta de puntería le dio oxígeno al líder de la Liga que lo empató sobre el final, en un centro a la olla que mandó a la red Sergio Ramos con su cabeza siempre oportuna, ya acostumbrada a los goles importantes.

Sin embargo, lo único importante para los que nos gusta el fútbol es que reapareció Iniesta (la lesión de rodilla sufrida ante Valencia fue el 22 de octubre) y con él toda la impronta de un tipo que dentro del rectángulo de 105 x 68m del Camp Nou la tuvo más clara que ninguno. Un aviso para los desprevenidos. No busquen al eterno número ocho blaugrana en las estadísticas del match jugado este fin de semana en Catalunya; ni en los que más millas corrieron, ni en los que más pelotas tocaron, ni en los que más patearon al arco. Búsquenlo en los intangibles, en aquellas cosas que pocos ven y suelen ser las más importantes de este deporte.

Por ejemplo en como potencia a sus compañeros y su sola presencia en cancha produce la metamorfosis absoluta; de ser una cosa amorfa, sin ideas y que nada transmite, el equipo dirigido por Luis Enrique pasó a ser un conjunto armónico, de fluido toque de pelota y chances claras ante el arco de Keylor Navas. Con la sola aparición del manchego, Busquets volvió a ser el organizador de juego y quite, prolijo y siempre bien ubicado. De repente, Messi se soltó y encontró al socio perfecto, al que jamás te deja de a pie. El momento cumbre de la obra de Don Andrés fue un delicioso pase al número 10 argentino, quien raramente la cruzó de más y perdonó ante la salida desesperada del costarricense Navas.

Más allá del 1 - 1 que deja a los merengues con un sabor a victoria y seis puntos por encima del rival de todas las horas, cualquier dato estadístico del sábado termina siendo una mera anécdota si tenemos en cuenta que volvió el dueño de los tiempos. Aquel que acelera o duerme de acuerdo a lo que pida la jugada. Aquel que puede errar el pase, pero muy difícil piense mal el mismo. Ese que hace diez años mejora al resto y es pieza clave de cualquier equipo del que forme parte. Por eso lo realmente medular para un futbolero de ley es que después de una lesión que pintaba ser más grave de lo que fue, una noche de diciembre volvió la magia.

Y si no lo cree, vea usted mismo lo que hizo Iniesta en el partido