Aquel sabor añorado
Tsonga y Dolgopolov saborearon las mieles del éxito luego de malas rachas.
Más de un año después, el francés Tsonga volvió a consagrarse campeón de un torneo de ATP. El domingo derrotó al belga Goffin en la final de Rotterdam y se quedó con el prestigioso torneo disputado en tierras holandesas. En Buenos Aires, Dolgopolov dio el batacazo en la definición ante el favorito Nishikori.
Desde setiembre del 2015 que Jo Wilfried Tsonga no gritaba campeón en el itinerante circuito del tenis mundial, pero siempre existe una hora señalada para cortar las rachas negativas; mucho más aún cuando alguien tiene la dicha de llevar en la sangre el talento natural y la potencia devastadora del Muhammad Alí del tenis. A los 31 años, el francés se consagró en el ATP 500 de Rotterdam que se disputa anualmente en canchas duras bajo techo, tras derrotar al belga David Goffin con parciales de 4-6, 6-4 y 6-1 y de esta manera vuelve a golpear las puertas del selectísimo grupo que integra el top ten; gracias al decimotercer título de su exitosa carrera, Tsonga escalará desde el puesto número 14 hasta el 11.
Ya apuntando al Sur, por estos lados del mundo y en canchas de polvo de ladrillo, el ucraniano Alexander Dolgopolov también dejó atrás casi cinco temporadas de ostracismo y se consagró en Buenos Aires luego de vencer en una apretada definición al japonés Kei Nishikori. El verdugo de Cuevas en primera ronda se quedó con el triunfo en cifras de 7-6 (5) y 6-4 para conquistar su tercer campeonato en el circuito como profesional y el primero de la temporada 2017.
Rotterdam fue el plato fuerte del fin de semana, reuniendo muchos nombres importantes del tour. En un torneo prestigioso y que le daba 500 puntos al ganador, Tsonga tuvo una de esas semanas que son para encuadrar; ya que venció en hilera a tipos de la envergadura del croata Marin Cilic y el checo Tomas Berdych, poniendo de manifiesto una regularidad en el juego que hacía bastante no mostraba. Para rematar la faena, se encargó del pequeño Goffin, quien perdió la segunda final consecutiva (hace una semana había caído ante Dimitrov en Sofía) y gracias a este nivel parejo que viene exhibiendo llegó al grupo de los diez mejores del ranking mundial.
Encuentro parejo y vibrante el disputado el domingo en la ciudad holandesa con dos contendientes que brindaron un muy buen espectáculo, oscilante y repleto de vaivenes. Arrancó mejor Goffin, quien se llevó el primer chico con relativa comodidad; sin embargo, el nacido en Le Mans reaccionó a tiempo y dio vuelta la tortilla. Ya en el segundo parcial logró empardar las cosas y a la hora de la verdad fuimos testigos de un absoluto monólogo en francés. La temible derecha de Tsonga comenzó a correr Rápida y Furiosa, como pocas pueden hacerlo, y el elocuente 5 - 0 con el que empezó ese capítulo definitivo, sería a la postre indescontable.
Con una colaboración medular de su primer servicio, con el cual ganó 44 de 55 puntos jugados (80% de efectividad), y seis de ocho puntos de quiebre salvados, el poderoso Alí del tenis salió airoso de una batalla complicada y rememoró el ya añorado sabor de levantar la copa un día domingo. 17 meses habían pasado de su última consagración en Metz, también en canchas rápidas como la totalidad de sus éxitos. 13 torneos ganados en superficie dura hablan a las claras de un estilo de juego ofensivo por excelencia, que se adapta a las mil maravillas a este tipo de piso. Veremos si este empujón anímico colabora en la estabilidad emocional de este franchute carismático y si este buen momento se prolonga en los prestigiosos torneos de Indian Wells y Miami, donde se dará cita la crema de la crema.
También hubo acción de raquetas y pelotitas en el Rio de la Plata y allí la corona del ATP 250 de Buenos Aires se la quedó el impredecible Alexander Dolgopolov, quien fuera victimario de Pablito Cuevas en aquel ya lejano partido de primera ronda. Si hace un párrafo atrás la sequía de Tsonga les pareció larga, aún no leyeron nada; el nacido en Kiev llevaba cuatro años y medio extrañando las mieles del éxito, sin proclamarse vencedor de un torneo ATP (último en Washington 2012).
Como pocas veces a lo largo de su carrera, el pelilargo de 28 años sostuvo un rendimiento alto y parejo durante toda la semana en el polvo de ladrillo porteño y dio la gran sorpresa al ganarle al japonés Kei Nishikori, preclasificado número uno del torneo y favorito de propios y extraños. No perdió sets a lo largo de los siete días, mostrando una solidez digna de los Top y ajena al inconstante andar que lo ha caracterizado desde que se hizo profesional. Exquisito revés a dos manos, drive menos volátil que de costumbre y un servicio que anduvo como nunca (ganó 37 de 44 puntos con su primer saque) fueron las armas letales para que el apodado Dolgo salga de pobre y vuelva a ser el mejor tras largos meses de gloria esquiva.
Desde setiembre del 2015 que Jo Wilfried Tsonga no gritaba campeón en el itinerante circuito del tenis mundial, pero siempre existe una hora señalada para cortar las rachas negativas; mucho más aún cuando alguien tiene la dicha de llevar en la sangre el talento natural y la potencia devastadora del Muhammad Alí del tenis. A los 31 años, el francés se consagró en el ATP 500 de Rotterdam que se disputa anualmente en canchas duras bajo techo, tras derrotar al belga David Goffin con parciales de 4-6, 6-4 y 6-1 y de esta manera vuelve a golpear las puertas del selectísimo grupo que integra el top ten; gracias al decimotercer título de su exitosa carrera, Tsonga escalará desde el puesto número 14 hasta el 11.
Ya apuntando al Sur, por estos lados del mundo y en canchas de polvo de ladrillo, el ucraniano Alexander Dolgopolov también dejó atrás casi cinco temporadas de ostracismo y se consagró en Buenos Aires luego de vencer en una apretada definición al japonés Kei Nishikori. El verdugo de Cuevas en primera ronda se quedó con el triunfo en cifras de 7-6 (5) y 6-4 para conquistar su tercer campeonato en el circuito como profesional y el primero de la temporada 2017.
Rotterdam fue el plato fuerte del fin de semana, reuniendo muchos nombres importantes del tour. En un torneo prestigioso y que le daba 500 puntos al ganador, Tsonga tuvo una de esas semanas que son para encuadrar; ya que venció en hilera a tipos de la envergadura del croata Marin Cilic y el checo Tomas Berdych, poniendo de manifiesto una regularidad en el juego que hacía bastante no mostraba. Para rematar la faena, se encargó del pequeño Goffin, quien perdió la segunda final consecutiva (hace una semana había caído ante Dimitrov en Sofía) y gracias a este nivel parejo que viene exhibiendo llegó al grupo de los diez mejores del ranking mundial.
Encuentro parejo y vibrante el disputado el domingo en la ciudad holandesa con dos contendientes que brindaron un muy buen espectáculo, oscilante y repleto de vaivenes. Arrancó mejor Goffin, quien se llevó el primer chico con relativa comodidad; sin embargo, el nacido en Le Mans reaccionó a tiempo y dio vuelta la tortilla. Ya en el segundo parcial logró empardar las cosas y a la hora de la verdad fuimos testigos de un absoluto monólogo en francés. La temible derecha de Tsonga comenzó a correr Rápida y Furiosa, como pocas pueden hacerlo, y el elocuente 5 - 0 con el que empezó ese capítulo definitivo, sería a la postre indescontable.
Con una colaboración medular de su primer servicio, con el cual ganó 44 de 55 puntos jugados (80% de efectividad), y seis de ocho puntos de quiebre salvados, el poderoso Alí del tenis salió airoso de una batalla complicada y rememoró el ya añorado sabor de levantar la copa un día domingo. 17 meses habían pasado de su última consagración en Metz, también en canchas rápidas como la totalidad de sus éxitos. 13 torneos ganados en superficie dura hablan a las claras de un estilo de juego ofensivo por excelencia, que se adapta a las mil maravillas a este tipo de piso. Veremos si este empujón anímico colabora en la estabilidad emocional de este franchute carismático y si este buen momento se prolonga en los prestigiosos torneos de Indian Wells y Miami, donde se dará cita la crema de la crema.
También hubo acción de raquetas y pelotitas en el Rio de la Plata y allí la corona del ATP 250 de Buenos Aires se la quedó el impredecible Alexander Dolgopolov, quien fuera victimario de Pablito Cuevas en aquel ya lejano partido de primera ronda. Si hace un párrafo atrás la sequía de Tsonga les pareció larga, aún no leyeron nada; el nacido en Kiev llevaba cuatro años y medio extrañando las mieles del éxito, sin proclamarse vencedor de un torneo ATP (último en Washington 2012).
Como pocas veces a lo largo de su carrera, el pelilargo de 28 años sostuvo un rendimiento alto y parejo durante toda la semana en el polvo de ladrillo porteño y dio la gran sorpresa al ganarle al japonés Kei Nishikori, preclasificado número uno del torneo y favorito de propios y extraños. No perdió sets a lo largo de los siete días, mostrando una solidez digna de los Top y ajena al inconstante andar que lo ha caracterizado desde que se hizo profesional. Exquisito revés a dos manos, drive menos volátil que de costumbre y un servicio que anduvo como nunca (ganó 37 de 44 puntos con su primer saque) fueron las armas letales para que el apodado Dolgo salga de pobre y vuelva a ser el mejor tras largos meses de gloria esquiva.