Kerremos el título
Golden State se afirma en el liderazgo bajo la batuta de Steve Kerr.
Después de un inicio flojito, los Golden State Warriors han levantado el nivel y hoy tienen el mejor récord de la NBA. Su perseguidor inmediato es San Antonio, a cuatro partidos de distancia. De la mano de Kevin Durant, quien se ha adaptado a las mil maravillas, los del puente ya ven los playoffs en el horizonte y tienen sed de revancha.
Promedia la temporada regular de la NBA y las cosas parecen irse encarrilando para Golden State Warriors; el favorito de todos está mejorando el rendimiento partido tras partido y hoy es el cómodo líder de la conferencia Oeste. Con 44 partidos ganados y tan solo 8 perdidos, el conjunto dirigido por Steve Kerr posee el mejor récord de la liga y sus más cercanos perseguidores están lejos, valga la paradoja. Los Spurs de Popovich están a cuatro partidos de distancia, mientras que en el Este, el vigente campeón Cleveland se ha mostrado irregular durante este 2017. De la mano del temible trío integrado por Kevin Durant, Stephen Curry y Klay Thompson, los Warriors se han llevado la victoria en ocho de los últimos diez disputados.
Basados en un poderío ofensivo demoledor, el subcampeón de la pasada temporada aplastó a Chicago Bulls (123 - 92) en la noche del miércoles para consolidar su merecido status de mejor ataque en la NBA. Un dato que vale la pena remarcar y que habla a las claras de esta capacidad goleadora es que los cinco jugadores que iniciaron como titulares el match frente a los Bulls culminaron el mismo con más de una decena de puntos anotados. Entre dicha eficiencia colectiva, los que se destacaron fueron dos que siempre dicen presente siempre; Klay Thompson fue el máximo anotador con 28 unidades, brillantemente secundado por Durant, quien terminó con 22.
Más allá de estas estadísticas aisladas de un solo partido que reflejan una realidad incontrastable, la evidencia de esta superioridad que se acrecienta día tras día no termina ahí. Tan aceitado está el engranaje que colectivamente lideran casi todas las estadísticas ofensivas de la liga más competitiva del mundo; además de ser el equipo más anotador con 118 puntos por partido, también marcha primero en promedio de tiros de cancha (50,1 %) y ocupa la segunda posición en porcentaje de aciertos en tiros de tres puntos (38,9 %).
A lo largo de esta temporada, Golden State sigue revalidando credenciales del pasado que lo han transformado en un verdadero conjunto de elite dentro de esta crema basquetbolera denominada NBA. Letales a la hora de buscar el aro rival (mucho más aún tras haber sumado a Durant), con la conducción cerebral, ajena a los vende humo, de Steve Kerr, disfrutando de un quinteto titular de lujo y un banco de suplentes que muchas veces marca diferencias.
Parece mentira tener nenes del calibre de Curry, Durant, Thompson o el propio capitán Draymond Green, pero cuando se da ese aborto de la naturaleza de que todos tengan la misma camiseta hay que aprovecharlos y sacarles el jugo al máximo desde el punto de vista grupal. Una cosa es rejuntar talento y otra formar un equipo con aspiraciones verdaderas; este es el gran mérito de Kerr, quien maneja las piolas de los Warriors desde el 2014 y ha sabido manejar los egos de un vestuario donde no parecen existir vedetismos, donde la causa colectiva se antepone al interés personal.
Seguramente cuando se arrimen los playoffs y el bacalao esté por cortarse habrán otros contendientes para pelear la corona; por ejemplo los inoxidables San Antonio Spurs, los campeones Cleveland Cavaliers y por qué no esa grata sorpresa llamada Boston Celtics. Sin embargo, la diferencia existente hoy en día entre Golden State y el resto no se trata de una opinión antojadiza, sino de un incuestionable dato de la realidad.
Otro ejemplo es el diferencial de tantos a favor y en contra y allí son los mejores por una diferencia escandalosa; 13,1 puntos (promedio de diferencia por partido) le sacan a sus rivales de turno, mientras que el más inmediato perseguidor en dicho menester es San Antonio, que tiene una media de 8,2 puntos por encima de sus eventuales contrincantes. Están en el momento justo; mezcla de juventud y una innegable cuota de experiencia acumulada en estos años de finales perdidas y campeonato ganado. Ya no son unos tiernitos, ni unos novatos; son hombres hechos y derechos, con el hambre de gloria más intacto que nunca.
Promedia la temporada regular de la NBA y las cosas parecen irse encarrilando para Golden State Warriors; el favorito de todos está mejorando el rendimiento partido tras partido y hoy es el cómodo líder de la conferencia Oeste. Con 44 partidos ganados y tan solo 8 perdidos, el conjunto dirigido por Steve Kerr posee el mejor récord de la liga y sus más cercanos perseguidores están lejos, valga la paradoja. Los Spurs de Popovich están a cuatro partidos de distancia, mientras que en el Este, el vigente campeón Cleveland se ha mostrado irregular durante este 2017. De la mano del temible trío integrado por Kevin Durant, Stephen Curry y Klay Thompson, los Warriors se han llevado la victoria en ocho de los últimos diez disputados.
Basados en un poderío ofensivo demoledor, el subcampeón de la pasada temporada aplastó a Chicago Bulls (123 - 92) en la noche del miércoles para consolidar su merecido status de mejor ataque en la NBA. Un dato que vale la pena remarcar y que habla a las claras de esta capacidad goleadora es que los cinco jugadores que iniciaron como titulares el match frente a los Bulls culminaron el mismo con más de una decena de puntos anotados. Entre dicha eficiencia colectiva, los que se destacaron fueron dos que siempre dicen presente siempre; Klay Thompson fue el máximo anotador con 28 unidades, brillantemente secundado por Durant, quien terminó con 22.
Más allá de estas estadísticas aisladas de un solo partido que reflejan una realidad incontrastable, la evidencia de esta superioridad que se acrecienta día tras día no termina ahí. Tan aceitado está el engranaje que colectivamente lideran casi todas las estadísticas ofensivas de la liga más competitiva del mundo; además de ser el equipo más anotador con 118 puntos por partido, también marcha primero en promedio de tiros de cancha (50,1 %) y ocupa la segunda posición en porcentaje de aciertos en tiros de tres puntos (38,9 %).
A lo largo de esta temporada, Golden State sigue revalidando credenciales del pasado que lo han transformado en un verdadero conjunto de elite dentro de esta crema basquetbolera denominada NBA. Letales a la hora de buscar el aro rival (mucho más aún tras haber sumado a Durant), con la conducción cerebral, ajena a los vende humo, de Steve Kerr, disfrutando de un quinteto titular de lujo y un banco de suplentes que muchas veces marca diferencias.
Parece mentira tener nenes del calibre de Curry, Durant, Thompson o el propio capitán Draymond Green, pero cuando se da ese aborto de la naturaleza de que todos tengan la misma camiseta hay que aprovecharlos y sacarles el jugo al máximo desde el punto de vista grupal. Una cosa es rejuntar talento y otra formar un equipo con aspiraciones verdaderas; este es el gran mérito de Kerr, quien maneja las piolas de los Warriors desde el 2014 y ha sabido manejar los egos de un vestuario donde no parecen existir vedetismos, donde la causa colectiva se antepone al interés personal.
Seguramente cuando se arrimen los playoffs y el bacalao esté por cortarse habrán otros contendientes para pelear la corona; por ejemplo los inoxidables San Antonio Spurs, los campeones Cleveland Cavaliers y por qué no esa grata sorpresa llamada Boston Celtics. Sin embargo, la diferencia existente hoy en día entre Golden State y el resto no se trata de una opinión antojadiza, sino de un incuestionable dato de la realidad.
Otro ejemplo es el diferencial de tantos a favor y en contra y allí son los mejores por una diferencia escandalosa; 13,1 puntos (promedio de diferencia por partido) le sacan a sus rivales de turno, mientras que el más inmediato perseguidor en dicho menester es San Antonio, que tiene una media de 8,2 puntos por encima de sus eventuales contrincantes. Están en el momento justo; mezcla de juventud y una innegable cuota de experiencia acumulada en estos años de finales perdidas y campeonato ganado. Ya no son unos tiernitos, ni unos novatos; son hombres hechos y derechos, con el hambre de gloria más intacto que nunca.