El suizo de América

Federer campeón en Indian Wells, venciendo a su compatriota Wawrinka.

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En la final de suizos, Federer pudo más y se consagró en Indian Wells. Así ratificó su paternidad sobre Stan Wawrinka, quien poco pudo hacer ante el mejor de la historia. A los 35 años ganó el segundo torneo de la temporada, mostrando una vez más que su genética única rompió las barreras del almanaque.

Comete todos tus pecados mientras juega Federer porque hasta Dios lo está mirando. No recuerdo donde leí la frase, ni quien fue su autor intelectual pero sin dudas refleja a las claras la actualidad del eterno genio del tenis. Este domingo, Roger derrotó a su compatriota Stan Wawrinka con parciales de 6-4, 7-5, en un match que se prolongó por una hora veinte minutos, y obtuvo el torneo de Indian Wells, donde se había consagrado por última vez en el año 2012. Segunda consagración de este 2017, luego del Grand Slam número 18 logrado en Melbourne en enero y nueva evidencia de que en estado de gracia nada es imposible para el crack.

Quinta oportunidad en la que el suizo grita campeón en tierras californianas e iguala, de esta manera, a Novak Djokovic como máximo ganador. Para corroborar lo intacto de su vigencia, para seguir mostrándole al mundo que ya nadie puede discutir su status de inmortal, Federer se transformó también en el jugador más veterano en consagrarse en un torneo Masters 1000 con 35 años y 7 meses. Y pensar que este es el tercer torneo jugado luego de una lesión que lo mantuvo seis meses alejados de los courts y los flashes.

Título número 90 de ATP para el más grande de todos; ese que parece inoxidable, a prueba de balas, repleto de juventud en su alma de niño inquieto. Tras otra semana de juego de alto vuelo, el extraterrestre de los mil records se encargó en la final del enorme Wawrinka, quien se ha convertido con el transcurrir del tiempo en su bisnieto tenístico; el oriundo de Basilea ganó 20 de los 23 encuentros disputados entre ambos y se impuso en los 15 que se jugaron sobre superficie dura, mismo piso en el que se dirimió la final de este domingo.

Esta vez no hubo excepción a la regla. Bajo el calor agobiante del desierto californiano Roger volvió a imponer condiciones y puso de manifiesto su inmensa jerarquía en los momentos calientes del match. En el primer parcial llegaron al desenlace mano a mano, tanto a tanto, poder a poder; sin embargo cuando Stan The Man sacaba para igualar en 5, el interminable quebró el saque en su primera y única oportunidad para llevarse el primer chico. Ya en el segundo, el 3 del mundo reaccionó y se puso 2 a 0 arriba, pero en las de a peso la leyenda viviente volvió a frotar la lámpara y dio vuelta la historia para extender su vasto currciulum de victorias en el circuito.

Vale la pena resaltar que con este nuevo éxito en canchas norteamericanas, Federer aparecerá este lunes en el puesto número seis del ranking mundial; escalando cuatro posiciones en tan solo siete días y afirmándose en el top ten. A lo largo de esta nueva edición de Indian Wells, tuvo que atravesar un camino lleno de obstáculos; enfrentar a adversarios durísimos del calibre de los norteamericanos Steve Johnson, Jack Sock y el español Rafael Nadal, a quien logró derrotar por tercera vez consecutiva; hecho inédito en su carrera profesional. Su andar fue inmaculado ya que no perdió un solo set y se mantuvo invicto con su servicio por 42 games; recién en la pasada jornada dominguera sufrió el quiebre del mismo ante su compatriota, aunque lo recuperó de inmediato.

Todos estos números fríos y estadísticas asombrosas no son capaces de medir la grandeza del hombre en cuestión. Ni siquiera se aproximan a reflejar un gramo de su gesta porque lo que hace gigante a Federer son los intangibles y ellos son inconmensurables. La garra, el carácter, un profundo amor por este deporte. Ese feroz animal competitivo que lleva dentro y sigue rugiendo día tras día, entrenamiento tras entrenamiento, partido tras partido. Eso que nosotros no vemos, pero que él logra transmitirnos a través de su mirada de Tigre al ganar un punto, cuando aprieta el puño o grita un “¡come on!” que retumba en los cielos.

Después de la inolvidable consagración en Australia a principios de año, Su Majestad sigue empecinado en contradecir las inalterables leyes del tiempo y está jugando el mejor tenis de su vida. Sí señor. Aunque usted no lo crea, hoy Roger, independientemente de los resultados, es un jugador integral, absoluto; más completo que el de aquellos gloriosos 2004, 2005 y 2006 cuando solo perdía cinco o seis partidos por año. A la derecha letal, el saque siempre eficaz y la volea exquisita le agregó este revés imposible de descifrar que deja desorientado a cualquiera. Su juego parece haber adquirido un combo completo, de esos difíciles de contrarrestar. Si hasta le agarró la mano al gran Rafa, su clásico rival de todos los tiempos y único en aventajarlo por mucho (23-13) en el head to head.

Quizás, más allá de lo técnico o lo estratégico haya que buscar la explicación en lo mental. Tal vez luego de experimentar por primera vez el sin sabor de no poder tocar la raqueta por tanto tiempo, todo fluye más naturalmente y la decisión de no poner un peso excesivo sobre sus espaldas lo beneficia. El cuerpo padeció por primera vez en su vida y es probable que eso, sumado a la edad que lo pone más cerca del arpa que de la guitarra en lo que a tenis respecta, haya generado una reflexión, una manera distinta de ver las cosas que le ha quitado presión. Está disfrutando y se nota cuando vuela en la cancha. Ya no le falta un paso al llegar a los costados, lo que habla maravillas de su parte física, pero lo primordial es que el fuego sagrado está encendido, la adrenalina brota a borbotones en su interior como si fuese un primerizo de estos menesteres y el deseo de seguir haciendo historia perdura.