No hay dos sin tres
Murray, Querrey y por supuesto Pablo Cuevas, campeones en la semana ATP.
Como en 2015 y 2016, Pablo Cuevas gritó campeón en San Pablo y conquistó el sexto título de su carrera para superar a Filippini como el uruguayo más ganador. Además del triunfazo celeste, Sam Querrey dio el batacazo y le ganó a Nadal en la definición de Acapulco. Mientras tanto, en Dubai, Andy volvió a ser Murray.
De atrás y a la uruguaya un día volvió Cuevitas. Como no podía ser de otra manera, volvió en San Pablo. El narigón de 31 años derrotó a Albert Ramos Viñolas por 6-7/6-4/6-4, obtuvo el tricampeonato en la ciudad norteña y le dio otra alegría al pueblo uruguayo, incluso a aquellos que lo llaman argentino cuando marcha feo o no anda en su nivel, tal como venía sucediendo en el arranque de este 2017. De esta forma vuelve a ser parte del top 30 y ratificó que se siente como pez en el agua compitiendo en tierras verdeamarelas. Allí ganó cuatro de los seis campeonatos ATP que lleva acumulados en su carrera. Esta media docena de torneos lo convierte en el oriental más ganador de la historia, aventajando a Marcelo Filippini quien tiene cinco consagraciones en su palmarés.
Es moneda corriente que la celeste gane sufriendo; al fútbol, al tenis o a la bolita. Pablo Cuevas no fue la excepción y como si fuese poco el misterio se prolongó dos días debido a las intensas lluvias que provocaron la suspensión de este thriller con final feliz. El domingo se fue a dormir set abajo y con la soga al cuello; sin embargo, fiel a la tradición deportiva del paisito, el lunes no abandonó y dio vuelta la tortilla con un doble 6-4. Para colmo el último punto lo sacó de abajo, dándole un epílogo dramático a un partido que fue un parto.
Pero nada de tildar a Pablito de canchero; en la conferencia de prensa post match él mismo confirmó lo que todos temíamos. Fue su flojo desempeño con el segundo saque (solamente tres puntos ganados en el segundo set y 12 dobles faltas en todo el partido) y la consecuente falta de confianza en dicho golpe lo que motivó al nacido en Concordia a cerrar el match de esa manera. Tremenda victoria para un Cuevas que venía con el ánimo por el piso y que solo había ganado un encuentro en lo que va del año antes de desembarcar en su lugar en el mundo. Sin mostrar lo mejor de su arsenal tenístico; apelando más a la cabeza y al corazón que al juego en sí.
Más allá de la consagración compatriota, otras cosas sucedieron el pasado fin de semana. Como si se tratase de una novia esquiva, el título 70 en la carrera de Rafael Nadal se está haciendo desear. Después de perder ante Federer en el inolvidable clásico de Australia, el mallorquín cayó ante el norteamericano Sam Querrey en la final del ATP de Acapulco, que se disputa sobre canchas duras, y prolongó su sequía en este tipo de superficies, en las que no levanta un trofeo desde enero del 2014 en la ciudad de Doha. Por su parte, Andy Murray volvió a mostrar por qué es el número uno del mundo luego de un inicio de año irregular. El británico derrotó al español Fernando Verdasco y ganó por primera vez el torneo de Dubai, conquista número 47 en su trayectoria como profesional.
Luego de dos títulos (2005 y 2013) y catorce partidos ganados en forma consecutiva, la racha de Rafael Nadal en Acapulco llegó a su fin y el encargado de decir basta fue Sam Querrey. El potente sacador de 29 años lo derrotó con parciales de 6-3 y 7-6(3) para quedarse con el noveno título ATP sobre diecisiete finales disputadas. Este es el segundo campeonato de esta magnitud (ATP 500) que termina en las vitrinas de Querrey, mientras para Nadal es la séptima final perdida de manera consecutiva sobre canchas duras.
El camino de Rafa hasta la final no tuvo obstáculos; inmaculado, sin fisuras, exhibiendo un nivel por momentos demoledor. Apoyado en su revés intratable y un servicio cada día más picante, no cedió sets y en la semifinal le dio una clase gratuita de tenis al croata Marin Cilic. Allí cedió tan solo tres games y se perfiló como el gran candidato a alzarse con el trofeo, después de que Querrey haya sudado la gota gorda para sacarse de encima a Nick Kyrgios en un encuentro que se definió en un ajustado tercer parcial.
Sin embargo, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Cuando todo parecía a pedir de boca para que el pupilo de Carlos Moya vuelva a coronarse, apareció la mejor versión del yanqui para imponer condiciones y aguarle la fiesta a propios y extraños. Basado en la solidez de su enorme servicio, no le dio oportunidades de break al español en el primer chico y fue oportuno como pocos al quebrar el saque rival en el octavo game, en la única chance de la que dispuso. Ya en el segundo, Nadal salió con todo pero el norteamericano pudo resistir los embates de la fiera, otra vez gracias a su terrible saque.
Salvó cinco oportunidades de quiebre y en el tie break remató la faena. Torneo para enmarcar en un cuadrito de un Querrey que despachó uno por uno a nombres del calibre de: Kyle Edmund, David Goffin, Dominic Thiem, Nick Kyrgios y, finalmente, el legendario Rafael Nadal. Con este éxito inesperado, el nacido en San Francisco saltó del lugar 40 al 26 en el ranking y de seguir en este nivel tenístico el ascenso no se detendrá aquí.
Andy Murray también retornó a la senda del triunfo. Tras un arranque de temporada regular tirando a malo, el número uno del mundo exhibió sus credenciales y aunque sigue sin encontrar el nivel ideal, ganó el primer título de la temporada al consagrarse en Dubai. En la definición le ganó al impredecible Fernando Verdasco, quien la pasada semana experimentó una especie de renacer tenístico que pocos esperaban a sus 33 años de edad. 6-3 y 6-2 fue el resultado final de un match que nunca tuvo la emoción que caracteriza a una final.
Movidito fin de semana para los amantes del tenis, aunque la frutilla de la torta haya llegado el lunes.
De atrás y a la uruguaya un día volvió Cuevitas. Como no podía ser de otra manera, volvió en San Pablo. El narigón de 31 años derrotó a Albert Ramos Viñolas por 6-7/6-4/6-4, obtuvo el tricampeonato en la ciudad norteña y le dio otra alegría al pueblo uruguayo, incluso a aquellos que lo llaman argentino cuando marcha feo o no anda en su nivel, tal como venía sucediendo en el arranque de este 2017. De esta forma vuelve a ser parte del top 30 y ratificó que se siente como pez en el agua compitiendo en tierras verdeamarelas. Allí ganó cuatro de los seis campeonatos ATP que lleva acumulados en su carrera. Esta media docena de torneos lo convierte en el oriental más ganador de la historia, aventajando a Marcelo Filippini quien tiene cinco consagraciones en su palmarés.
Es moneda corriente que la celeste gane sufriendo; al fútbol, al tenis o a la bolita. Pablo Cuevas no fue la excepción y como si fuese poco el misterio se prolongó dos días debido a las intensas lluvias que provocaron la suspensión de este thriller con final feliz. El domingo se fue a dormir set abajo y con la soga al cuello; sin embargo, fiel a la tradición deportiva del paisito, el lunes no abandonó y dio vuelta la tortilla con un doble 6-4. Para colmo el último punto lo sacó de abajo, dándole un epílogo dramático a un partido que fue un parto.
Pero nada de tildar a Pablito de canchero; en la conferencia de prensa post match él mismo confirmó lo que todos temíamos. Fue su flojo desempeño con el segundo saque (solamente tres puntos ganados en el segundo set y 12 dobles faltas en todo el partido) y la consecuente falta de confianza en dicho golpe lo que motivó al nacido en Concordia a cerrar el match de esa manera. Tremenda victoria para un Cuevas que venía con el ánimo por el piso y que solo había ganado un encuentro en lo que va del año antes de desembarcar en su lugar en el mundo. Sin mostrar lo mejor de su arsenal tenístico; apelando más a la cabeza y al corazón que al juego en sí.
Más allá de la consagración compatriota, otras cosas sucedieron el pasado fin de semana. Como si se tratase de una novia esquiva, el título 70 en la carrera de Rafael Nadal se está haciendo desear. Después de perder ante Federer en el inolvidable clásico de Australia, el mallorquín cayó ante el norteamericano Sam Querrey en la final del ATP de Acapulco, que se disputa sobre canchas duras, y prolongó su sequía en este tipo de superficies, en las que no levanta un trofeo desde enero del 2014 en la ciudad de Doha. Por su parte, Andy Murray volvió a mostrar por qué es el número uno del mundo luego de un inicio de año irregular. El británico derrotó al español Fernando Verdasco y ganó por primera vez el torneo de Dubai, conquista número 47 en su trayectoria como profesional.
Luego de dos títulos (2005 y 2013) y catorce partidos ganados en forma consecutiva, la racha de Rafael Nadal en Acapulco llegó a su fin y el encargado de decir basta fue Sam Querrey. El potente sacador de 29 años lo derrotó con parciales de 6-3 y 7-6(3) para quedarse con el noveno título ATP sobre diecisiete finales disputadas. Este es el segundo campeonato de esta magnitud (ATP 500) que termina en las vitrinas de Querrey, mientras para Nadal es la séptima final perdida de manera consecutiva sobre canchas duras.
El camino de Rafa hasta la final no tuvo obstáculos; inmaculado, sin fisuras, exhibiendo un nivel por momentos demoledor. Apoyado en su revés intratable y un servicio cada día más picante, no cedió sets y en la semifinal le dio una clase gratuita de tenis al croata Marin Cilic. Allí cedió tan solo tres games y se perfiló como el gran candidato a alzarse con el trofeo, después de que Querrey haya sudado la gota gorda para sacarse de encima a Nick Kyrgios en un encuentro que se definió en un ajustado tercer parcial.
Sin embargo, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Cuando todo parecía a pedir de boca para que el pupilo de Carlos Moya vuelva a coronarse, apareció la mejor versión del yanqui para imponer condiciones y aguarle la fiesta a propios y extraños. Basado en la solidez de su enorme servicio, no le dio oportunidades de break al español en el primer chico y fue oportuno como pocos al quebrar el saque rival en el octavo game, en la única chance de la que dispuso. Ya en el segundo, Nadal salió con todo pero el norteamericano pudo resistir los embates de la fiera, otra vez gracias a su terrible saque.
Salvó cinco oportunidades de quiebre y en el tie break remató la faena. Torneo para enmarcar en un cuadrito de un Querrey que despachó uno por uno a nombres del calibre de: Kyle Edmund, David Goffin, Dominic Thiem, Nick Kyrgios y, finalmente, el legendario Rafael Nadal. Con este éxito inesperado, el nacido en San Francisco saltó del lugar 40 al 26 en el ranking y de seguir en este nivel tenístico el ascenso no se detendrá aquí.
Andy Murray también retornó a la senda del triunfo. Tras un arranque de temporada regular tirando a malo, el número uno del mundo exhibió sus credenciales y aunque sigue sin encontrar el nivel ideal, ganó el primer título de la temporada al consagrarse en Dubai. En la definición le ganó al impredecible Fernando Verdasco, quien la pasada semana experimentó una especie de renacer tenístico que pocos esperaban a sus 33 años de edad. 6-3 y 6-2 fue el resultado final de un match que nunca tuvo la emoción que caracteriza a una final.
Movidito fin de semana para los amantes del tenis, aunque la frutilla de la torta haya llegado el lunes.