El otro yo
San Antonio pasó de ronda, pero no hizo gala de su estilo característico.
Sufriendo más de lo esperado, los Spurs clasificaron a la segunda ronda de playoffs pero el equipo de Popovich ya no es el mismo. Existió una transición de aquel vistoso juego colectivo estilo FIBA que asombró al planeta a esta versión dependiente del gran Kawhi Leonard.
Leonard, Parker, Green, Ginobili, Mills. Más allá del retiro esperado del legendario Tim Duncan, los nombres que sostienen la estructura son los de siempre. Sin embargo la metamorfosis del estilo parece haber sido una necesidad imperiosa con el correr de los años para estos San Antonio Spurs que en la noche del jueves cerraron una serie complicada por demás ante Memphis Grizzlies y se metieron entre los cuatro mejores de la Conferencia Oeste. Las actuaciones estelares de Kawhi Leonard (29 puntos y 9 rebotes) y Tony Parker (27 unidades) fueron las claves para esta clasificación sufrida en seis partidos, pero tras la frialdad del score final se esconden algunos claroscuros que sirven para explicar la transformación del conjunto dirigido por Popovich.
Los años no pasan en vano y quizás sea esa la razón que explique este cambio radical experimentado por los muchachos de Texas en los últimos tiempos. Devenido en equipo de treintañeros (Tony 34, Manu 39, Aldridge 31, Gasol 36 y Green a dos meses de los 30), San Antonio deposita sus esperanzas en una estrella de rastas. Poco queda del esplendoroso básquetbol colectivo que generaba admiración en el mundo entero. Siempre un pase más, vertiginoso movimiento de pelota, equilibrado reparto del goleo y juego vistoso para deleite de los puristas eran algunas características en aquellos gloriosos 2013 y 2014, cuando ganaron el último campeonato de la franquicia.
Hoy las cosas han variado drásticamente. Una extrema concentración del juego en manos de Leonard nos dice a las claras que el método es otro y la brillantez grupal se ha ido desvaneciendo poco a poco. Es tanta la “Kawhi dependencia” en ataque que los números no dejan mentir; 32, 37, 18, 43, 28 y 29 puntos anotados en cada uno de los enfrentamientos ante los Grizzlies reflejan la notoria influencia del hombre en cuestión. Mucho más aún si pensamos que en el tercer match, durante su noche más terrenal (18 unidades), fue la única ocasión en que su equipo no llegó a la última bola con chances reales y terminó perdiendo por un margen considerable (105 a 94).
Sin dudas el retiro de Duncan ha sido otro punto a tener en cuenta en esta decadencia de colectividad tejana. Hasta hace un par de temporadas, el “señor fundamento” manejaba los hilos a pesar de su edad. Su inteligencia (y la del francés Boris Diaw) para ver lo que otros no veían y esa frialdad para tomar decisiones eran el motor de la idea madre que quería plasmar Pop; jugar de adentro hacia afuera. En su lugar llegó Pau Gasol, otro talento cerebral, pero hasta el momento el español ha dado bastante menos de lo que se esperaba; una prueba más de ello es que ayer terminó viendo el partido en el banco de suplentes y con 0 punto en la planilla.
Los Spurs han dejado de ser la excepción a la regla, la brillantez grupal ya no es tal y hoy se han convertido en un equipo común, similar a lo que vemos todos los días en la NBA. Parece mentira cuando prendemos la tele y somos testigos de la anarquía ofensiva del último equipo de leyenda. Observar al súper atleta silencioso, devenido en estrella, picando hasta achatarla y a sus cuatro compañeros abiertos, completamente desentendidos del juego, esperando el casi seguro uno contra uno o una semi penetración y descarga que derive en un solitario tiro de tres puntos como única variante.
Popovich es quien ha visto en el horizonte que si no cambiaban las formas, con más años en los cuerpos y sin la dinámica de otras épocas, las chances de ganar desaparecían. Los espectadores neutrales sentimos nostalgia de aquel juego de cortinas y movilidad que rendía culto al pase y, tarde o temprano, culminaba con un tiro cómodo.
Leonard, Parker, Green, Ginobili, Mills. Más allá del retiro esperado del legendario Tim Duncan, los nombres que sostienen la estructura son los de siempre. Sin embargo la metamorfosis del estilo parece haber sido una necesidad imperiosa con el correr de los años para estos San Antonio Spurs que en la noche del jueves cerraron una serie complicada por demás ante Memphis Grizzlies y se metieron entre los cuatro mejores de la Conferencia Oeste. Las actuaciones estelares de Kawhi Leonard (29 puntos y 9 rebotes) y Tony Parker (27 unidades) fueron las claves para esta clasificación sufrida en seis partidos, pero tras la frialdad del score final se esconden algunos claroscuros que sirven para explicar la transformación del conjunto dirigido por Popovich.
Los años no pasan en vano y quizás sea esa la razón que explique este cambio radical experimentado por los muchachos de Texas en los últimos tiempos. Devenido en equipo de treintañeros (Tony 34, Manu 39, Aldridge 31, Gasol 36 y Green a dos meses de los 30), San Antonio deposita sus esperanzas en una estrella de rastas. Poco queda del esplendoroso básquetbol colectivo que generaba admiración en el mundo entero. Siempre un pase más, vertiginoso movimiento de pelota, equilibrado reparto del goleo y juego vistoso para deleite de los puristas eran algunas características en aquellos gloriosos 2013 y 2014, cuando ganaron el último campeonato de la franquicia.
Hoy las cosas han variado drásticamente. Una extrema concentración del juego en manos de Leonard nos dice a las claras que el método es otro y la brillantez grupal se ha ido desvaneciendo poco a poco. Es tanta la “Kawhi dependencia” en ataque que los números no dejan mentir; 32, 37, 18, 43, 28 y 29 puntos anotados en cada uno de los enfrentamientos ante los Grizzlies reflejan la notoria influencia del hombre en cuestión. Mucho más aún si pensamos que en el tercer match, durante su noche más terrenal (18 unidades), fue la única ocasión en que su equipo no llegó a la última bola con chances reales y terminó perdiendo por un margen considerable (105 a 94).
Sin dudas el retiro de Duncan ha sido otro punto a tener en cuenta en esta decadencia de colectividad tejana. Hasta hace un par de temporadas, el “señor fundamento” manejaba los hilos a pesar de su edad. Su inteligencia (y la del francés Boris Diaw) para ver lo que otros no veían y esa frialdad para tomar decisiones eran el motor de la idea madre que quería plasmar Pop; jugar de adentro hacia afuera. En su lugar llegó Pau Gasol, otro talento cerebral, pero hasta el momento el español ha dado bastante menos de lo que se esperaba; una prueba más de ello es que ayer terminó viendo el partido en el banco de suplentes y con 0 punto en la planilla.
Los Spurs han dejado de ser la excepción a la regla, la brillantez grupal ya no es tal y hoy se han convertido en un equipo común, similar a lo que vemos todos los días en la NBA. Parece mentira cuando prendemos la tele y somos testigos de la anarquía ofensiva del último equipo de leyenda. Observar al súper atleta silencioso, devenido en estrella, picando hasta achatarla y a sus cuatro compañeros abiertos, completamente desentendidos del juego, esperando el casi seguro uno contra uno o una semi penetración y descarga que derive en un solitario tiro de tres puntos como única variante.
Popovich es quien ha visto en el horizonte que si no cambiaban las formas, con más años en los cuerpos y sin la dinámica de otras épocas, las chances de ganar desaparecían. Los espectadores neutrales sentimos nostalgia de aquel juego de cortinas y movilidad que rendía culto al pase y, tarde o temprano, culminaba con un tiro cómodo.