Con amor

Zverev fue a Roma y se volvió con la copa. Tiene 20 años y ya es top ten del mundo.

zverevroma.jpg
Zverev besa la copa en la tierra de los emperadores. Foto: Getty
En un esperado choque de generaciones, Alexander Zverev sorprendió al planeta al imponerse a Novak Djokovic en sets corridos y consagrarse campeón del torneo ATP de Roma, que se disputa sobre arcilla y sirve como antesala del tan esperado Roland Garros.

Rotundo 6-4 y 6-3 en la final que refleja a las claras las diferencias que hubo entre ambos. El alemán logró el primer campeonato Masters 1000 de su corta vida tenística, en una actuación para el recuerdo que lo consolida como una de las nuevas realidades del circuito mundial, y lo perfila como un contendiente (no favorito) a tener en cuenta cuando empiece el mundial del polvo de ladrillo.

Tercer título de la temporada (cuarto en total) para el flaco desgarbado nacido en Hamburgo, quien luego de este éxito llega al Top Ten del ranking mundial por primera vez en su incipiente carrera. Producto de la enorme victoria frente a Nole, escaló del puesto 17 al 10.

Con tan solo 20 pirulos el apodado “Sascha” se convirtió en el primer teutón en ganar un Masters 1000 desde el 2001 (Tommy Haas en Stutgart) y además es el primero nacido en la década del noventa que se torna monarca en un torneo de dicha magnitud, confirmando su status de líder de esta nueva generación en la que también destacan nombres del calibre de Kyrgios o Thiem.

Basado en un servicio que se mantuvo con rendimiento óptimo a lo largo de todo el encuentro, la confianza del alemán se fue por las nubes; 71% de acierto en primeros saques, 27 de 32 puntos ganados con el mismo, siete aces y ni una sola oportunidad de break point ofrecida a su rival de turno. Números que dan un panorama elocuente del abrumador dominio que ejerció Zverev y que, lógicamente, condicionó muchísimo a su oponente a la hora de la devolución.

Un adolescente que no adoleció, que vivió con naturalidad extrema las nuevas experiencias, un principiante graduado de experto; así lo atestigua esta victoria como los trofeos en Montpellier o Munich, ambos levantados en este 2017.

21 partidos ganados sobre 30 disputados en lo que va del año y una madurez poco común asoman como credenciales para confiar en un futuro que luce promisorio. Una brisa de aire fresco brotando en el deporte de las raquetas. Ahora resta lo más complicado, dar el paso más difícil; trascender la barrera de lo efímero y perdurar en el tiempo.

Mirá las imágenes de la final