La fiera anda suelta
Nadal sumó el tercer título al hilo sobre polvo de ladrillo.
Foto: skysports.com
“Nadie es profeta en su tierra”, afirma el dicho popular, pero Rafael Nadal se ocupa de derrumbar el mito una y otra vez. Tras otra semana de tenis de alto nivel, el español venció al austríaco Dominic Thiem en sets corridos y se coronó por quinta vez en el Masters 1000 de Madrid, para alegría del público local.
Este fue el tercer título consecutivo para Rafa en este 2017 de resurrección; antes de su más flamante conquista, había levantado los trofeos en Montecarlo y Barcelona. Los tres sobre polvo de ladrillo.
7-6 y 6-2 fue el resultado del partido decisivo en el que Thiem (verdugo de Cuevas en semifinales) resultó un durísimo adversario para el mallorquín. Después de dos horas y diecisiete minutos de un match de alto nivel técnico y estratégico, Nadal gritó campeón y de esta forma agrandó su imponente palmarés; 72 títulos ATP en total, 52 en polvo de ladrillo y 30 de Masters 1000 (igualó a Djokovic como máximo ganador).
Como frutilla de la torta, el zurdo subió al cuarto lugar del ranking mundial, lo que le posibilitará no cruzarse con los tres mejores en Roland Garros hasta la instancia de semifinales. Pero más allá de quién se ponga enfrente, cada día parece más difícil que alguien pueda pelearle el trono a Rafa en el segundo Grand Slam de la temporada.
El domingo la tarea no fue nada sencilla, ya que el austríaco de 23 años demostró por qué está considerado uno de los futuros (y presentes) cracks de la nueva generación. Muy retrasado en la cancha, pero con extrema solidez en sus golpes de fondo, Thiem pegó primero y logró un quiebre prematuro en el tercer game del encuentro; Rafa no se entregó, fiel a su estilo combativo, y dio vuelta el set que se terminó definiendo en tie break.
Allí, como suele suceder cuando las fortalezas mentales se ponen a prueba, se terminó imponiendo el español 10 a 8 en una muerte súbita no apta para cardíacos. En el segundo quebró de entrada el saque y solo tuvo que sostener el propio para culminar la faena.
Los números reflejan la pequeña superioridad del ganador; Rafa consiguió nueve puntos más que Thiem (88 a 79) a lo largo del partido, cometió nueve errores no forzados menos (46 a 37) y concretó tres tiros ganadores más que el joven talento (27 a 24).
Broche de oro para el balear, quien cierra otra semana de ensueño en la que, para colmo de bienes, se dio el gusto de vencer al serbio Novak Djokovic (en semifinales), frente a quien había perdido los últimos siete partidos.
Al borde de los 31 años, Nadal está indomable, como en sus mejores momentos y llega a París como favorito absoluto para alzarse con el trofeo de los mosqueteros. Veremos si, contra todos los pronósticos, alguien puede domesticar a la fiera.
Este fue el tercer título consecutivo para Rafa en este 2017 de resurrección; antes de su más flamante conquista, había levantado los trofeos en Montecarlo y Barcelona. Los tres sobre polvo de ladrillo.
7-6 y 6-2 fue el resultado del partido decisivo en el que Thiem (verdugo de Cuevas en semifinales) resultó un durísimo adversario para el mallorquín. Después de dos horas y diecisiete minutos de un match de alto nivel técnico y estratégico, Nadal gritó campeón y de esta forma agrandó su imponente palmarés; 72 títulos ATP en total, 52 en polvo de ladrillo y 30 de Masters 1000 (igualó a Djokovic como máximo ganador).
Como frutilla de la torta, el zurdo subió al cuarto lugar del ranking mundial, lo que le posibilitará no cruzarse con los tres mejores en Roland Garros hasta la instancia de semifinales. Pero más allá de quién se ponga enfrente, cada día parece más difícil que alguien pueda pelearle el trono a Rafa en el segundo Grand Slam de la temporada.
El domingo la tarea no fue nada sencilla, ya que el austríaco de 23 años demostró por qué está considerado uno de los futuros (y presentes) cracks de la nueva generación. Muy retrasado en la cancha, pero con extrema solidez en sus golpes de fondo, Thiem pegó primero y logró un quiebre prematuro en el tercer game del encuentro; Rafa no se entregó, fiel a su estilo combativo, y dio vuelta el set que se terminó definiendo en tie break.
Allí, como suele suceder cuando las fortalezas mentales se ponen a prueba, se terminó imponiendo el español 10 a 8 en una muerte súbita no apta para cardíacos. En el segundo quebró de entrada el saque y solo tuvo que sostener el propio para culminar la faena.
Los números reflejan la pequeña superioridad del ganador; Rafa consiguió nueve puntos más que Thiem (88 a 79) a lo largo del partido, cometió nueve errores no forzados menos (46 a 37) y concretó tres tiros ganadores más que el joven talento (27 a 24).
Broche de oro para el balear, quien cierra otra semana de ensueño en la que, para colmo de bienes, se dio el gusto de vencer al serbio Novak Djokovic (en semifinales), frente a quien había perdido los últimos siete partidos.
Al borde de los 31 años, Nadal está indomable, como en sus mejores momentos y llega a París como favorito absoluto para alzarse con el trofeo de los mosqueteros. Veremos si, contra todos los pronósticos, alguien puede domesticar a la fiera.