Amigos especiales
Nadal y la copa se reunieron por décima vez en París.
Foto: AP
La lógica se impuso y Rafael Nadal obtuvo su décimo título en Roland Garros, tras aplastar en la final a Stanislas Wawrinka, quien poco pudo hacer ante el nivel de excelencia exhibido por el español. 6-2, 6-3 y 6-1 fue el resultado final de un match que no tuvo equivalencias. No porque el suizo haya estado en una mala tarde, sino por el rendimiento inmaculado de un Rafa que a los 31 años no deja de sorprender a propios y extraños.
Primera corona de Grand Slam desde el 2014, cuando el zurdo se había consagrado por última vez en un certamen de dicha magnitud. En aquella oportunidad y para variar, el escenario fue la tierra de la marsellesa.
El favorito de todos llegaba a la definición con paso arrollador; 23 partidos ganados de 24 jugados sobre arcilla (tres títulos incluidos) y sin ceder sets en los seis duelos anteriores. Enfrente había un “Stanimal” herido, luego de cuatro horas y media de batalla en la semifinal del viernes.
Este 11 de junio de 2017 Rafa fue extraterrestre por poco más de dos horas y no le dio chances. 27 tiros ganadores y la inverosímil cifra de 12 errores no forzados hablan a las claras de la solidez infinita con que la pared española logró su decimoquinto campeonato grande.
De esta manera superó la cifra de Sampras (14) y quedó a solo tres de Roger (18). Otra prueba de la contundencia con la que Nadal se coronó en el abierto de Francia es que entre sus siete rivales pudieron sacarle solo 35 games, tres más de los que cedió Bjon Borg en 1978.
Fiel a su status de gran campeón, Nadal jugó su mejor partido el domingo cuando se corta el bacalao. El match duró hasta el 2 - 2 inicial en el que olfateamos final de emociones. Sin embargo, la ilusión óptica se desvaneció y la bestia puso fin a las ilusiones helvéticas al ganar siete games consecutivos, marcando la cancha para lo que restaba del partido.
Más agresivo que nunca, no dejando pelotas cortas, con el drive corriendo como pocas veces, el ganador de 73 títulos ATP (53 en polvo de ladrillo) fue impiadoso con su oponente y logró su victoria número 79 en 81 encuentros disputados en Rolanga (97,53% de efectividad), ratificando su condición de mejor jugador de la historia sobre superficies lentas.
Como si esto fuese poco, suma 216 triunfos en los Grand Slam y 32 derrotas, lo que significa un 87,1% de efectividad, por encima de Federer que tiene 86%. Pez en el agua queda corto para describir la simbiosis entre Rafa y Bois de Boulogne. Roland Garros es su tierra sagrada y así lo prueban ciertos numeritos que asustan.
Esta es la tercera oportunidad en que El Matador levanta el trofeo sin ceder un solo parcial; las anteriores en 2008 y 2010, cuando aún era un veinteañero explosivo. Hoy pasados los treinta, integra el selecto grupo de experimentados que consolidan esta maravillosa época de tenis vintage, en la que los clásicos se ríen de las modas pasajeras.
Rafa perdura en el intento por seguir escribiendo las páginas más gloriosas de este deporte y aún tiene letras de oro para regalarnos. Prueba cabal es su impactante récord de 43 ganados y 6 perdidos en este primer semestre.
Aparecerá este lunes como el nuevo número dos del ranking mundial. En esta temporada onda retro, Nadal dejó atrás la “lesión mental”, como el mismo la llamó, que lo aquejo entre 2014 y 2016. Con trabajo y tenacidad volvieron la confianza, el puño apretado y en consecuencia, su eterna luna de miel parisina.
Primera corona de Grand Slam desde el 2014, cuando el zurdo se había consagrado por última vez en un certamen de dicha magnitud. En aquella oportunidad y para variar, el escenario fue la tierra de la marsellesa.
El favorito de todos llegaba a la definición con paso arrollador; 23 partidos ganados de 24 jugados sobre arcilla (tres títulos incluidos) y sin ceder sets en los seis duelos anteriores. Enfrente había un “Stanimal” herido, luego de cuatro horas y media de batalla en la semifinal del viernes.
Este 11 de junio de 2017 Rafa fue extraterrestre por poco más de dos horas y no le dio chances. 27 tiros ganadores y la inverosímil cifra de 12 errores no forzados hablan a las claras de la solidez infinita con que la pared española logró su decimoquinto campeonato grande.
De esta manera superó la cifra de Sampras (14) y quedó a solo tres de Roger (18). Otra prueba de la contundencia con la que Nadal se coronó en el abierto de Francia es que entre sus siete rivales pudieron sacarle solo 35 games, tres más de los que cedió Bjon Borg en 1978.
Fiel a su status de gran campeón, Nadal jugó su mejor partido el domingo cuando se corta el bacalao. El match duró hasta el 2 - 2 inicial en el que olfateamos final de emociones. Sin embargo, la ilusión óptica se desvaneció y la bestia puso fin a las ilusiones helvéticas al ganar siete games consecutivos, marcando la cancha para lo que restaba del partido.
Más agresivo que nunca, no dejando pelotas cortas, con el drive corriendo como pocas veces, el ganador de 73 títulos ATP (53 en polvo de ladrillo) fue impiadoso con su oponente y logró su victoria número 79 en 81 encuentros disputados en Rolanga (97,53% de efectividad), ratificando su condición de mejor jugador de la historia sobre superficies lentas.
Como si esto fuese poco, suma 216 triunfos en los Grand Slam y 32 derrotas, lo que significa un 87,1% de efectividad, por encima de Federer que tiene 86%. Pez en el agua queda corto para describir la simbiosis entre Rafa y Bois de Boulogne. Roland Garros es su tierra sagrada y así lo prueban ciertos numeritos que asustan.
Esta es la tercera oportunidad en que El Matador levanta el trofeo sin ceder un solo parcial; las anteriores en 2008 y 2010, cuando aún era un veinteañero explosivo. Hoy pasados los treinta, integra el selecto grupo de experimentados que consolidan esta maravillosa época de tenis vintage, en la que los clásicos se ríen de las modas pasajeras.
Rafa perdura en el intento por seguir escribiendo las páginas más gloriosas de este deporte y aún tiene letras de oro para regalarnos. Prueba cabal es su impactante récord de 43 ganados y 6 perdidos en este primer semestre.
Aparecerá este lunes como el nuevo número dos del ranking mundial. En esta temporada onda retro, Nadal dejó atrás la “lesión mental”, como el mismo la llamó, que lo aquejo entre 2014 y 2016. Con trabajo y tenacidad volvieron la confianza, el puño apretado y en consecuencia, su eterna luna de miel parisina.