Otros tiburones

Ya sin el tiburón Phelps, Estados Unidos dominó el mundial de natación con sus jóvenes estrellas.

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Foto: Patrick B. Kraemer
El pasado domingo finalizó el mundial de natación llevado a cabo en la ciudad de Budapest. Los Estados Unidos de América siguen demostrando su semillero que nunca deja de dar frutos. Sin las presencias estelares del ya retirado Michael Phelps y Ryan Lochte, el Team USA volvió a imponer su poderío en la Arena Danubio, cerrando la competencia con 18 preseas doradas y 38 en total.

Destaques principales para la múltiple recordista Katie Ledecky y el infalible Caeleb Dressel, quien saltó a la fama en suelo húngaro, tras ser el primero en la historia que gana los 50, 100 (ambas estilo libre) y 100 mariposa en una misma edición.
   
Con solo 20 años, los dos niños pródigos comandaron la brillante actuación del equipo yanqui que terminó su performance en la pileta, coronándose una vez más como el rival a vencer. La insaciable Katie culminó su faena con cinco oros y una plata. Triunfante en los 400, 800, 1500 y en las postas 4x200 y 4x100, su único segundo puesto llegó tras la primera “frustración” en definiciones mundialistas de su carrera. La italiana Federica Pellegrini fue quién la venció en los 200 metros libres.

Por su parte, Dressel se consagró como la figura excluyente del torneo en la rama varonil ganando siete medallas doradas. Las tres mencionadas anteriormente más cuatro pruebas de relevos 4x100 (libres y combinados masculinos y mixtos).
 
Sería injusto reducir el suceso norteamericano a dos nombres y olvidar otras partes vitales del colectivo. Por ejemplo la jerarquía de Simone Manuel o la versatilidad de Chaze Kalisz. Mientras la morena de 20 abriles fue reina en los 100 libres (también bronce en los 50) y participó en cuatro conquistas grupales, el lungo de 1,93 nacido en Maryland se transformó en el nuevo hombre a batir en las pruebas combinadas. Victorioso tanto en los 200 como en 400 metros medley (esta última con récord de campeonato, 4.05,90), tapando el hueco gigante que dejaron Lochte y Phelps en dichos estilos. Vale la pena destacar la eficacia de otra veinteañera como Lily King, quien subió a lo más alto del podio en los 50 y 100 pecho. Ambas ocasiones con sendos récords mundiales (29,40 y 1,04,13).

Más allá del rotundo éxito estadounidense, otras estrellas brillaron. Katinka Hosszú (dos oros, una plata y un bronce) apodada Dama de Hierro, causante de las mayores alegrías locatarias o el chino Sun Yang, campeón de los 200 y 400, aunque sin la misma suerte en los 800, prueba en la que defendía el título. El inglés Adam Peaty, especialista en estilo pecho, quebró dos veces la marca de los 50 metros en la misma jornada y en los 100 fue el mejor con más de un segundo de diferencia sobre su más inmediato perseguidor.
 
¿Qué decir de la enorme Sarah Sjostrom? La mujer más veloz del planeta rompió los records de 50 y 100 libres en menos de una semana (23,67 y 51,71, ambos en ruedas preliminares), y se vuelve a Suecia con una cosecha final de tres metales dorados (50 libres y 50 y 100 mariposas) más un segundo lugar en los 100 libres, donde cedió inexplicablemente el triunfo en el epílogo. Imposible cerrar cualquier nota sin mencionar a la rusa Yuliya Efimova, quien se colgó una medalla de cada color en pruebas individuales: oro en los 200 pecho, plata en los 50 y bronce en los 100, a lo que hay que sumar otra plateada en la posta 4 x100 medley.
     
Respecto al desempeño de nuestros compatriotas, lo principal fue el récord nacional de Inés Remersaro en los 50 libres. Bajó su marca personal a 26,59, más de medio segundo por abajo del anterior tiempo (27,10).

La supremacía de China fue absoluta en saltos ornamentales (ocho oros y quince medallas en total), así como la típica hegemonía de Rusia en nado sincronizado (siete primeros puestos y ocho preseas en total). Fieles a una rica tradición, norteamericanos, chinos y rusos impusieron condiciones en sus deportes favoritos, terminando en el top tres del medallero general.