Rito sagrado
El césped inglés ya recibe al torneo más tradicional del tenis.
Pasado, presente y futuro. La leyenda deambula el All England Club y una alfombra de césped se lleva todos los flashes. Como en cada temporada, durante la primera semana de julio, Wimbledon enciende motores y el mundo deportivo se paraliza ante el tercer Grand Slam del año.
El torneo más añejo en su edición número 131 ya es realidad y tal como sucede desde hace más de un siglo, la catedral del tenis recibe a los mejores, aguardando espectáculos de alto nivel en el que se conjugan brillo y tradición. Vuelven Federer, Djokovic, Nadal, la número uno Kerber y tantos otros que irán por la gloria tan anhelada: ser campeón en suelo británico y levantar el trofeo que desvela a cualquiera que sea parte del circuito.
El origen del llamado deporte blanco es este suburbio del sudoeste londinense. La primera vez del torneo data del año 1877 en Worple Road. Durante aquella época los únicos que formaban parte eran los caballeros (cuadro de 22 participantes el primer año). Ya promediando 1884 se disputaron las primeras competencias individuales de mujeres y dobles masculinos. Finalmente, los dobles femeninos y mixtos se incorporaron en 1913. El campeonato solo sufrió dos interrupciones a lo largo de su extensísima historia y ambas fueron ocasionadas por las guerras mundiales; entre 1915-1918 primero y 1940-1945 después.
Transcurría octubre de 1940, cuando el complejo fue atacado por las fuerzas alemanas, sin embargo, ni siquiera las bombas pudieron con el rito sagrado y seis años después la fiesta continuó. Vestir de blanco (remera y short) y tener comportamiento digno de un Lord son las leyes no escritas de esta glamorosa cita deportiva. Otra de las costumbres es que no suele jugarse el domingo de la primera semana (Middle Sunday), aunque la rigidez de dicha norma se ha flexibilizado debido a la presencia infaltable de la lluvia. Sin ir más lejos, en el 2016 hubo tenis de jornada dominguera debido a las inclemencias del clima que había provocado el atraso del calendario.
Las primeras trece ediciones del campeonato másculino terminaron en manos locales; destacándose entre ellas las siete copas levantadas por el inglés William Renshaw. Justamente, el nacido en Warwickshire (Inglaterra) es uno de los tres hombres que más veces se ha coronado en Londres; otro es el norteamericano Pete Sampras y para cerrar la trilogía tenemos al aún vigente Roger Federer, quien a sus 35 abriles irá por su octava consagración en el pasto que más ama.
Nadie jugó tantas finales como RF (10 en total), pero los récords no terminan allí. El suizo es el jugador con más partidos ganados en el All England junto a Jimmy Connors. Ambos tienen 84 victorias y el expreso suizo tiene todo para dejar atrás al yanqui en los próximos días.
Respecto a las mujeres, la reina de Wimbledon es Martina Navratilova, quien se ha alzado con el trofeo en nueve ocasiones, una más que la norteamericana Hellen Wills. Por su parte, la brasileña María Esther Bueno es la única latinoamericana que pudo proclamarse vencedora en la hierba londinense (1959, 1969 y 1964), ya que en la rama varonil nunca se impuso uno de los nuestros. De nuestras contemporáneas, las hermanas Williams han marcado sus nombres a fuego con once conquistas; seis para Serena y cinco para Venus.
La cancha central fue escenario del que para muchos ha sido el encuentro más memorable de todos los tiempos. Aquella gloriosa final del 2008 entre Nadal y Federer (ganó Rafa en cinco) que se prolongó por 4 horas y 48 minutos. Un año después de ese hito imborrable se utilizó por primera vez el techo corredizo en dicho estadio, otra prueba de que el apego a la tradición no impediría la evolución.
En el 2010, el estadounidense John Isner y el francés Nicolás Mahut jugaron el partido más largo de la historia: 11 horas y 5 minutos de match, con un marcador final de 6-4, 3-6, 6-7(7), 7-6(3) y 70-68 en favor del yanqui. Wimbledon duplicó sus premios en los últimos seis años; pasando de los 14,6 millones de libras (2011) a los 31,6 millones que se repartirán en la actual temporada.
El torneo más añejo en su edición número 131 ya es realidad y tal como sucede desde hace más de un siglo, la catedral del tenis recibe a los mejores, aguardando espectáculos de alto nivel en el que se conjugan brillo y tradición. Vuelven Federer, Djokovic, Nadal, la número uno Kerber y tantos otros que irán por la gloria tan anhelada: ser campeón en suelo británico y levantar el trofeo que desvela a cualquiera que sea parte del circuito.
El origen del llamado deporte blanco es este suburbio del sudoeste londinense. La primera vez del torneo data del año 1877 en Worple Road. Durante aquella época los únicos que formaban parte eran los caballeros (cuadro de 22 participantes el primer año). Ya promediando 1884 se disputaron las primeras competencias individuales de mujeres y dobles masculinos. Finalmente, los dobles femeninos y mixtos se incorporaron en 1913. El campeonato solo sufrió dos interrupciones a lo largo de su extensísima historia y ambas fueron ocasionadas por las guerras mundiales; entre 1915-1918 primero y 1940-1945 después.
Transcurría octubre de 1940, cuando el complejo fue atacado por las fuerzas alemanas, sin embargo, ni siquiera las bombas pudieron con el rito sagrado y seis años después la fiesta continuó. Vestir de blanco (remera y short) y tener comportamiento digno de un Lord son las leyes no escritas de esta glamorosa cita deportiva. Otra de las costumbres es que no suele jugarse el domingo de la primera semana (Middle Sunday), aunque la rigidez de dicha norma se ha flexibilizado debido a la presencia infaltable de la lluvia. Sin ir más lejos, en el 2016 hubo tenis de jornada dominguera debido a las inclemencias del clima que había provocado el atraso del calendario.
Las primeras trece ediciones del campeonato másculino terminaron en manos locales; destacándose entre ellas las siete copas levantadas por el inglés William Renshaw. Justamente, el nacido en Warwickshire (Inglaterra) es uno de los tres hombres que más veces se ha coronado en Londres; otro es el norteamericano Pete Sampras y para cerrar la trilogía tenemos al aún vigente Roger Federer, quien a sus 35 abriles irá por su octava consagración en el pasto que más ama.
Nadie jugó tantas finales como RF (10 en total), pero los récords no terminan allí. El suizo es el jugador con más partidos ganados en el All England junto a Jimmy Connors. Ambos tienen 84 victorias y el expreso suizo tiene todo para dejar atrás al yanqui en los próximos días.
Respecto a las mujeres, la reina de Wimbledon es Martina Navratilova, quien se ha alzado con el trofeo en nueve ocasiones, una más que la norteamericana Hellen Wills. Por su parte, la brasileña María Esther Bueno es la única latinoamericana que pudo proclamarse vencedora en la hierba londinense (1959, 1969 y 1964), ya que en la rama varonil nunca se impuso uno de los nuestros. De nuestras contemporáneas, las hermanas Williams han marcado sus nombres a fuego con once conquistas; seis para Serena y cinco para Venus.
La cancha central fue escenario del que para muchos ha sido el encuentro más memorable de todos los tiempos. Aquella gloriosa final del 2008 entre Nadal y Federer (ganó Rafa en cinco) que se prolongó por 4 horas y 48 minutos. Un año después de ese hito imborrable se utilizó por primera vez el techo corredizo en dicho estadio, otra prueba de que el apego a la tradición no impediría la evolución.
En el 2010, el estadounidense John Isner y el francés Nicolás Mahut jugaron el partido más largo de la historia: 11 horas y 5 minutos de match, con un marcador final de 6-4, 3-6, 6-7(7), 7-6(3) y 70-68 en favor del yanqui. Wimbledon duplicó sus premios en los últimos seis años; pasando de los 14,6 millones de libras (2011) a los 31,6 millones que se repartirán en la actual temporada.