Con doble erre
Rafa y Roger siguen siendo los protagonistas de una era en la ATP.
Foto: EFE - Lin Long
¿Pelé o Maradona? ¿Magic o Michael? ¿Senna o Prost? Estas falsas dicotomías abundan en la historia del deporte y a ellas podría agregarse el siempre electrizante duelo que desde hace más de una década protagonizan Roger Federer y Rafael Nadal en el tenis.
Atravesando la segunda juventud, pelear por el número uno es la frutilla de la torta en esta temporada íntegramente acaparada por dos veteranos inoxidables. Hace algunos días el diestro le ganó por quinta vez consecutiva al zurdo en la final del Masters 1000 de Shangái disputado sobre canchas rápidas, cortándole una racha de 16 victorias al hilo.
Fue 6-4, 6-3 favorable al gran Roger, quien parece haber revertido la hegemonía sicológica ante su rival de todas las horas. Todavía ocho abajo (23 a 15) en el mano a mano, aunque con fuertes ráfagas de viento en la camiseta.
Atravesando la segunda juventud, pelear por el número uno es la frutilla de la torta en esta temporada íntegramente acaparada por dos veteranos inoxidables. Hace algunos días el diestro le ganó por quinta vez consecutiva al zurdo en la final del Masters 1000 de Shangái disputado sobre canchas rápidas, cortándole una racha de 16 victorias al hilo.
Fue 6-4, 6-3 favorable al gran Roger, quien parece haber revertido la hegemonía sicológica ante su rival de todas las horas. Todavía ocho abajo (23 a 15) en el mano a mano, aunque con fuertes ráfagas de viento en la camiseta.
A pesar de la derrota, Nadal se mantiene en la cima del ATP Tour con 10.465 puntos contra 8.505 de su clásico contrincante y solo restan 3000 unidades a disputarse (Basilea, París y Copa Masters de Londres) en esta emocionante recta final. Mientras Rafa es el que más partidos ganó (65), Roger es el que menos perdió (4).
Seis trofeos para cada uno en casi diez meses de competencia con dominio rotundo en sus respectivas superficies favoritas; la furia española ratificando la condición de imbatible en el polvo de ladrillo (títulos en Barcelona, Madrid, Montecarlo y Roland Garros) y la perfección suiza volando sobre su tan amado césped (triunfador en Halle y Wimbledon).
Seis trofeos para cada uno en casi diez meses de competencia con dominio rotundo en sus respectivas superficies favoritas; la furia española ratificando la condición de imbatible en el polvo de ladrillo (títulos en Barcelona, Madrid, Montecarlo y Roland Garros) y la perfección suiza volando sobre su tan amado césped (triunfador en Halle y Wimbledon).
Fieles a estilos radicalmente opuestos, así de distintos también han sido los calendarios. El líder del ranking tiene 31 pirulos y lleva jugados 17 torneos, con 75 encuentros incluidos. Por su parte, el escolta de lujo carga con 36 sobre el lomo y salió a la cancha solo en 48 ocasiones repartidas entre 10 certámenes.
Más allá de naturalezas privilegiadas que siguen desafiando al tiempo, baqueteadas masas corporales sufren el inevitable desgaste. Mientras la varita mágica personificada padeció de su espalda en Montreal y Nueva York, el hombre de las mil defensas experimentó dolores en el tendón rotuliano derecho ya en suelo chino y será baja en el torneo de Basilea, donde su perseguidor oficiará como dueño de casa.
Si bien las mencionadas molestias perjudicaron al mallorquín en el último reto de tierras asiáticas, Federer lució impenetrable (no tuvo break points en contra) y volvió a exhibir una inusitada superioridad en los puntos que más duelen, aquellos en los que su eterno karma solía frustrarlo hasta las lágrimas.
Tácticamente la bola alta y con efecto que lanza Nadal al perfeccionado revés de su enemigo íntimo no provoca el efecto de antaño, por lo que resulta más complejo encontrar agujeros en el plan estratégico adversario. La devolución tan atrás de la línea de base es otro de los puntos a corregir por el manacorí teniendo en cuenta el enorme abanico de variantes con las que cuenta su eterno rival a la hora del servicio. Dada la riqueza del mismo el court se agranda aún más y el daño provocado por cada misil de partida tornase irreparable.
Asoma un broche de oro en canchas indoor; aquellas en las que el maestro helvético navega como pez en el agua y donde el sobrino del Tío Tony más hace penar a sus maltrechas articulaciones. Sin embargo, la ventaja confortable (1960 puntos) está en la península ibérica y el número dos seguirá privilegiando la salud en detrimento de un eventual retorno a lo más alto. La pormenorizada selección de su hoja de ruta se mantendrá alerta a las señales del cuerpo para así poder alargar (más aún) su vida útil.
Independientemente del resultado circunstancial, la pregunta redundante no cesará. Quien es el uno, el as, el más grande, el señor Grand Slam; ninguna gélida estadística podrá marcar algo relevante que nos haga siquiera imaginar la estatura inconmensurable de las míticas estatuas vivientes.
Hora de abandonar comparaciones absurdas y disfrutar del espectáculo; a esta altura del match cada oportunidad de verlos frente a frente siempre puede ser la última. Conviene olvidar cuentas matemáticas y teorías pitagóricas para entregarnos por completo a esta deliciosa nostalgia del presente.