Ningún baby

Dimitrov, que cargó mucho tiempo con el mote de “Baby Federer”, creció y fue el campeón del Masters.

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Foto: EFE - Neil Hall
“Baby Federer” era el mote eterno. Meses atrás Grigor Dimitrov seguía siendo considerado un pichón de crack, prospecto de enorme jugador a quien el tiempo empezaba a correr de atrás. Durante este 2017 el panorama cambió drásticamente y la promesa terminó de hacerse realidad. El búlgaro se coronó en el Masters de fin de año tras derrotar en un partido no apto para cardíacos al belga David Goffin y de esta forma obtuvo el triunfo más importante en su carrera deportiva.

7-5, 4-6 y 6-3 fue el resultado de una definición impensada para el torneo que reúne a los ocho mejores del planeta.
  
Rara, impredecible y de bajo nivel podríamos catalogar la edición número 48 del prestigioso ATP Tour Finals disputado en Londres por noveno año consecutivo. Entre las ausencias de Murray, Nadal y Djokovic, el retiro por lesión de Rafa tras el primer match y la irregularidad de Roger (eliminado sorpresivamente en semifinales) tuvimos un campeonato sumamente devaluado con encuentros donde reinaron los altibajos. Sin embargo no corresponde quitarle méritos a un Dimitrov que exhibió un tenis superlativo consagrándose en forma invicta. Victorias sucesivas ante Thiem, Goffin, Carreño Busta, Sock y otra vez Goffin conformaron el inmaculado camino hacia el altar de los maestros. 
 
Exhibiendo una confianza desde el fondo de la cancha pocas veces vista a lo largo de su carrera, llegó el momento en que el hombre de 26 pirulos confirmó lo que tanto insinuaba su potencial infinito. Finalmente los planetas se alinearon dentro de su inestable sesera y así pudo mostrarle al mundo que es un player distinto del que fue. Para demostrar este salto de calidad alcanza un solo dato. Dimitrov llevaba ganados, hasta este año, cuatro títulos (ninguno de Masters 1000, ni Masters); en los últimos once meses ha duplicado esa cifra levantando la copa al cielo en Brisbane, Sofia, Cincinnati (Masters 1000) y Londres (Masters de fin de año), además de haber llegado a semifinales en el Abierto de Australia. Quizás las flojas actuaciones en el resto de los grandes hayan sido el punto flaco de su travesía anual en la gira itinerante.
 
Con los 1500 puntos obtenidos en suelo británico, el nacido en Haskovo logró ascender al puesto 3 del ranking, mejor colocación histórica en sus diez años como profesional (debutó en el circuito en 2008). Un cierre sin broche de oro para los dos eternos, otras leyendas lesionadas aún en boxes y preparando la vuelta, con un grupo de jóvenes que cuando parecen listos para agarrar la posta sus ilusiones se desvanecen ante la magnitud de las grandes citas  y con la imagen final de un joven nacido en el sureste europeo, muy bien dotado por la madre naturaleza para el deporte de las raquetas, que finalmente disfruta de su postergado esplendor.