Quijotesca Buffonada
El final de Buffon con Italia no fue el mejor, pero su carrera estuvo llena de gloria.
Foto: EFE
De chicos soñamos con vestir la camiseta número 10 o la 9 e inevitablemente nuestro deseo gritado a los cuatro vientos suele rezar “voy último al arco”. Son pocos los felices entre los cuatro palos y menos aún los que han logrado destacarse en el puesto más ingrato de todos.
Gianluigi Buffon es una de esas raras avis, excepciones a la regla, y tras dos décadas (1997-2017) de titularidad indiscutida en la selección italiana, este martes le comunicó a los tifosi que nunca más se pondrá la azzurra. A los 39 años, il portiere defendió por última vez sus colores más queridos en el empate 0 a 0 frente a Suecia, que dejó afuera de la máxima contienda universal a los tetra campeones. Con este resultado, el nacido en Carrara no podrá disputar su sexto campeonato del mundo, aunque nada opaca el brillo aún vigente de este mito interminable.
Gianluigi Buffon es una de esas raras avis, excepciones a la regla, y tras dos décadas (1997-2017) de titularidad indiscutida en la selección italiana, este martes le comunicó a los tifosi que nunca más se pondrá la azzurra. A los 39 años, il portiere defendió por última vez sus colores más queridos en el empate 0 a 0 frente a Suecia, que dejó afuera de la máxima contienda universal a los tetra campeones. Con este resultado, el nacido en Carrara no podrá disputar su sexto campeonato del mundo, aunque nada opaca el brillo aún vigente de este mito interminable.
Puede decirse que este casi cuarentón es historia pura, no solo en el calcio sino en el planeta entero. Nominado como mejor arquero del siglo XXI por la IFFHS en 2012 (Federación internacional de Historia y Estadísticas del Fútbol Mundial) tiene en su haber un palmarés cuya cereza de la torta es el mundial del 2006. Esta vastísima trayectoria que todavía no acaba arrancó en 1995; tenía solo diecisiete abriles cuando debutó en la primera división con la camiseta del Parma. Durante seis temporadas sus guantes todopoderosos custodiaron la valla de este humilde equipo del norte con el que levantó tres trofeos; Copa Italia (1998-1999), Supercopa de Italia (1999) y la tradicional Copa UEFA (1998-1999), hoy llamada UEFA Europa League.
Una mejoría ostensible desde lo individual le posibilitó seguir creciendo en lo colectivo. Transcurría el año 2001 cuando desembarcó en la Juventus, escuadra en la que ataja hasta el día de la fecha. Ejemplo de perdurabilidad y profesionalismo, con la Vecchia Signora ganó ocho Scudettos, cuatro Copas Italia y seis Supercopas; sus eternas novias esquivas fueron la Eurocopa (perdió una final) y la Champions League, competición en la que jugó tres finales, cayendo ante Milan (2003), Barcelona (2015) y Real Madrid (2017).
Con Italia ganó un Europeo Sub 21 y la ya mencionada copa del mundo disputada en tierras alemanas. De los 22 torneos que figuran en su curriculum, tan solo tres sucedieron en el ámbito internacional (uno de clubes y dos de selección); todo una paradoja para una carrera de esta magnitud.
Cincuenta y tres distinciones individuales de todo tipo y color adornan su admirable foja de servicios; Premio Lev Yashin al mejor guardametas del mundial 2006, diez veces Oscar al mejor Uno de su país, Balón de Plata de la FIFA en el 2006, integrante del equipo ideal de selecciones europeas de todos los tiempos (contando desde 1960 a la actualidad), cinco veces nombrado mejor del mundo en su puesto por la IFFHS; son solo algunas de las tantas medallas que supo colgarse por su regularidad extrema y esa jerarquía innata que llevan dentro los distintos.
Acontecía el 2009 cuando tuvo el honor de ser laureado como el arquero más importante de los últimos 20 años, mientras que hace menos de 365 días fue galardonado con el Golden Foot (Pie de Oro), que se le otorga a todos aquellos players mayores de 29 años que siguen dejando huella en el firmamento futbolero. Prueba de su ser inoxidable es que las dos últimas condecoraciones llegaron como mejor arquero de la pasada liga de campeones en la que fue subcampeón y hace un par de meses siendo elegido, una vez más, como el arquero piu grande del mondo en la ceremonia de los premios The Best.
“El tiempo es tirano y es justo que así sea”, fueron las últimas declaraciones del gran Gigi luego de la eliminación de la nazionale. Palabras entre lágrimas, mezcla de aceptación y resignación ante el inexorable andar de las agujas del reloj, consciente del epílogo con su entrañable amor al que defendió en 175 oportunidades, recibiendo menos de un gol por encuentro (0,82).
Es probable que no haya sido el final feliz que merecía un jugador de sus quilates, aunque resultaría poco grata la queja de alguien que estuvo en cinco citas mundialistas, yéndose triunfador de una de ellas. Para nosotros está el consuelo de que en Turín y sus alrededores la estrella seguirá brillando y engrosando aún más la inconcebible estadística de 1030 partidos jugados (en total) tras 22 años de brillo ininterrumpido. Terminado el ciclo virtuoso, siempre estará You Tube.