Allez la France

Francia se coronó campeón de la Copa Davis por décima vez en su historia.

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Foto: EFE
Dieciséis temporadas después del último festejo la sequía terminó y Francia se consagró campeón de la Copa Davis por décima vez en su historia, cuarta desde que se disputa con el formato actual (desde 1981). Les Blues derrotaron a Bélgica en la final por 3 puntos contra 2 y cantaron victoria ante su público que colmó las localidades del estadio Pierre Mauroy ubicado en la ciudad de Lille.

Comandado por el legendario Yannick Noah, el equipo galo desembocó en el éxtasis no sin antes padecer una buena dosis de sufrimiento, siempre presente en los mejores thrillers de suspenso. Lucas Pouille fue el encargado de definir el torneo en el quinto match de la serie; el número 18 del ranking mundial aplastó a Steve Darcis en cifras de 6-3, 6-1 y 6-0 en poco más de una  hora y media de juego, desatando locura y alivio al mismo tiempo en miles de corazones franceses.

Complicado. Así empezó este duelo electrizante para los dueños de casa por culpa de un intratable David Goffin que sacó de la cancha al postrero héroe del final en sets corridos, dándole ventaja a la escuadra visitante. Jo Wilfried Tsonga igualó las cosas gracias a la paliza propinada sobre Darcis, víctima preferida del fin de semana.

El sábado pintaba como el día clave en el destino de la serie y así lo fue. En el que a la postre fue el encuentro más parejo, el equipo de dobles integrado por Richard Gasquet y Pierre Hugues Herbert venció a la pareja de Ruben Bemelmans y Joris De Loore en cuatro parciales para inclinar la balanza y establecer el 2 a 1 parcial.
 
Para estirar el drama hasta lo último volvió a escena un enano maldito llamado David. Con la confianza por las nubes tras su final en el Masters y la demostración de temple del viernes, Goffin pasó por encima al mismísimo Tsonga en sets corridos para que todo se dirima en el Todo o Nada. En esa instancia al joven Pouille no le tembló la mano y solo cedió cuatro games ante el bueno de Darcis, quien tal como había sucedido en el primer single fue masacrado tenísticamente por su rival de turno.                 

La última vez que había sonado la marsellesa fue en el 2001 de la mano de Escude, Pioline, Santoro y compañía, artífices de aquella conquista que en este 2017 tuvo su reedición. La historia de desencuentros con la tan deseada ensaladera de plata tuvo muchos capítulos en esta década y media; entre tantos sin sabores, tres definiciones pérdidas (2002 ante Rusia, 2010 ante Serbia y 2014 frente a Suiza), dos de ellas en condición de local. Un domingo de noviembre la tortilla giró y otra cara de la moneda relució en suelo francés.

La del primer puesto del podio, aquella que se le venía negando con insistencia y que en base a un equipo compacto hoy puede disfrutar. Sin dudas la gran diferencia entre unos y otros fue el funcionamiento del colectivo como tal. En uno de los rincones se apreciaba un conjunto sólido y parejo, sin desniveles tan pronunciados; en el otro un top ten en llamas peleando solo contra el mundo.