Fuera de órbita
Los Houston Rockets pasan por un gran momento y sueñan con llegar lejos.
Foto: EFE - George Frey
Durante la última década y media Texas ha tenido un solo dueño; salvo alguna excepción en la que los Mavericks dieron la nota, el equipo por excelencia de la ciudad es San Antonio. En esta temporada 2017-2018 el Lejano Oeste parece estar cambiando la lógica reinante y los Houston Rockets amenazan con convertirse en el rival a derrotar dentro del vecindario.
Con un espectacular record de 22 partidos ganados y tan solo 4 perdidos, los dirigidos por Mike D’Antoni tienen un arranque soñado y se consolidan como el mejor equipo no solo del Oeste, sino de toda la liga. Los Cohetes perdieron por última vez el 14 de noviembre frente a Toronto Raptors y tras dicho traspié hilvanaron una seguidilla de once victorias en forma consecutiva. Con el duo dinámico de James Harden y Chris Paul en cancha se mantienen invictos (9-0) y aspiran a continuar en estado de gracia; aunque hay plena conciencia de que esta historia es larga y lo importante será llegar enteritos y en plenitud a los playoffs.
Con un espectacular record de 22 partidos ganados y tan solo 4 perdidos, los dirigidos por Mike D’Antoni tienen un arranque soñado y se consolidan como el mejor equipo no solo del Oeste, sino de toda la liga. Los Cohetes perdieron por última vez el 14 de noviembre frente a Toronto Raptors y tras dicho traspié hilvanaron una seguidilla de once victorias en forma consecutiva. Con el duo dinámico de James Harden y Chris Paul en cancha se mantienen invictos (9-0) y aspiran a continuar en estado de gracia; aunque hay plena conciencia de que esta historia es larga y lo importante será llegar enteritos y en plenitud a los playoffs.
Si bien CP3 ha sufrido una lesión de rodilla que lo alejó de las canchas catorce juegos, el barco se ha mantenido a flote gracias al confiable liderazgo del versátil Harden que sigue evolucionando y parece no tener techo, transformándose en el máximo anotador (31,6 puntos) y el segundo mejor asistidor (9,4), además de colaborar en la faceta de los rebotes tomando 5,1 por encuentro. Más allá del rendimiento superlativo mostrado por La Barba, el regreso de Paul ha sido de vital importancia en este andamiaje triunfante ya que cualquier amante de este deporte es conocedor que sin dicha pieza en el rompecabezas, la gloria final sería casi imposible. El ex Clippers dirige la batuta desde adentro, siendo el señor de los pases gol (9,6 pp) y su colaboración es medular en ataque (16,2 unidades).
Además de los dos apellidos rutilantes que invaden las tapas de los diarios, hay un sólido engranaje grupal en el que abundan las variantes y muchos se destacan; por ejemplo un suplente de lujo llamado Eric Gordon (18,9 puntos), tirador letal y ya candidato de fierro a ganar el premio de mejor sexto hombre del año. El lungo Trevor Ariza es otro de los que supera los dos dígitos (11,6) siendo parte de un perímetro de ensueño que azota los aros contrarios. Ya en la lucha de los tableros, Clint Capella (máximo reboteador con promedio de 11) y Nene Hilario, con la ayuda de Ryan Anderson y PJ Tucker, intentan disimular las evidentes carencias del juego en la zona pintada, talón de Aquiles del conjunto texano. A pesar del excelente comienzo, resulta imposible no percibir el desequilibrio entre juego exterior e interior. Mientras afuera las vías de gol se multiplican, adentro disminuyen considerablemente.
Dos veces campeón de la NBA en el pasado, los Rockets aspirarán a mantener esta regularidad a lo largo de un camino que inevitablemente tendrá sus bajones y caídas de tensión. Sobrellevar los chaparrones eventuales, saber ganar jugando mal y llegar sanos a la recta final serán ingredientes claves para desembocar en el éxtasis de la tan anhelada consagración que se viene negando desde 1995. San Antonio, Boston, Cleveland y el vigente campeón Golden State prometen ser verdaderas piedras en el zapato para D’Antoni y sus muchachos.
A la hora de cortar el bacalao, cuando el nivel de exigencia requiera concentración extrema, no alcanzará ser la segunda mejor ofensiva de la liga con 115 puntos por encuentro; habrá que agachar las colas, poner manos a la obra y hacer de la defensa un arte, algo que suele costarle sangre, sudor y lágrimas a James Harden y compañía. Tal vez en dichas circunstancias cobre aún más sentido la flamante incorporación del base compadrito llegado de California meses atrás, ese jugador franquicia que paradójicamente nunca pudo disputar, siquiera, una final de conferencia en su vasta trayectoria. Los astros parecen estar alineados, pero la noche es joven para pronósticos prematuros.