Ángeles sin alas
Los Clippers llevan cinco años consecutivos entrando a playoffs, pero este temporada se desmembraron.
Foto: EFE-Mike Nelson
Aquel edificio impetuoso que imponía respeto poco a poco comienza a desmoronarse, los cimientos cada vez más flojitos y la estructura tambaleante resquebrajada a más no poder.
Como Ángeles que ya no pueden volar, los Clippers han tomado una decisión drástica que además de sacudir el mercado de la NBA, hipoteca las posibilidades deportivas de la franquicia a futuro. Blake Griffin, el último de los mohicanos, única estrella sobreviviente que le quedaba al equipo menos popular de California, fue transferido a los Detroit Pistons.
Camino a Michigan, junto al apodado “Cyborg” también van Willie Reed y Brice Johnson; a cambio del trío arriban a Hollywood Avery Bradley, Tobías Harris y Boban Marjanovic más una primera ronda del Draft protegida entre los números 1 y 4 hasta 2020 y una segunda ronda del mismo en 2019. En cualquier caso, teniendo en cuenta la jerarquía probada del hombre en cuestión, el balance dará perdida y sin dudas la noticia es un shock para los amantes del mejor básquetbol del mundo.
Como Ángeles que ya no pueden volar, los Clippers han tomado una decisión drástica que además de sacudir el mercado de la NBA, hipoteca las posibilidades deportivas de la franquicia a futuro. Blake Griffin, el último de los mohicanos, única estrella sobreviviente que le quedaba al equipo menos popular de California, fue transferido a los Detroit Pistons.
Camino a Michigan, junto al apodado “Cyborg” también van Willie Reed y Brice Johnson; a cambio del trío arriban a Hollywood Avery Bradley, Tobías Harris y Boban Marjanovic más una primera ronda del Draft protegida entre los números 1 y 4 hasta 2020 y una segunda ronda del mismo en 2019. En cualquier caso, teniendo en cuenta la jerarquía probada del hombre en cuestión, el balance dará perdida y sin dudas la noticia es un shock para los amantes del mejor básquetbol del mundo.
De pequeños mirábamos la NBA y tempranamente incorporamos algunos conceptos que perduraron en el tiempo; entre ellos, siempre tuvimos claro que la camiseta de los Lakers simbolizaba buena fortuna, elegancia y éxito asegurado, mientras que los Clippers eran esa otra cara de la moneda tan triste como necesaria en toda antinomia. Unos festejaban seguido, tenían a Magic Johnson y respiraban glamour; otros luchaban por no ser ignorados, debatiéndose año tras año entre los peores récords de la liga y siendo víctimas de bullying en la comparación con sus vecinos archirrivales. Nunca campeones, ni siquiera competitivos.
Todo hasta que apareció Doc Rivers, quien venía de comandar un exitoso ciclo con los Boston Celtics, siendo campeón en 2008 y vice en 2010. Armó una unidad sólida y rocosa, con Chris Paul como comandante en jefe, Griffin actor de reparto con tintes de protagónico, Matt Barnes en neto rol defensivo, De Andre Jordan protegiendo la zona pintada, JJ Reddick como asesino de las redes y Crawford convirtiéndopse en el mejor sexto hombre de la liga.
Durante quince años (desde 1997 hasta 2012) los Clippers alcanzaron los playoffs solo en dos ocasiones; sin embargo, desde el 2013 en adelante, cuando el nacido en Chicago se sentó por primera vez en el banco angelino, la franquicia no faltó más a la cita; cinco de cinco en playoffs, aunque con las semifinales de conferencia como una frontera imposible de cruzar.
La 2017-2018 arrancó con los peores augurios y lo construido durante muchos años parece desarmarse en un instante. Primero la partida resonante del estelar CP3 hacia los Houston Rockets en el intento de ese título que le ponga broche de oro a su carrera. A esto hay que sumarle las, quizás no tan rutilantes pero vitales, del temible tirador JJ Reddick, quien desembarcó en Filadelfia y de Jamal Crawford a Minnesota, ambos baluartes ofensivos en el esquema de Rivers y de gran aporte en las anteriores campañas. Ahora quien abandona el barco es el rookie del año 2010, cinco veces All Star, como para tomar real dimensión de la magnitud de jugador.
Tras el sinfín de verdes, alguna que otra madura. Llegaron en el inicio de la competencia Lou Williams, Patrick Beverly (quien permanece lesionado desde hace un largo trecho) el yugoslavo Milos Teodosic y el italiano Danilo Gallinari. Piezas importantes en cualquier engranaje pero sin los antecedentes ni el presente de las figuras que ya no están. Novena posición en la Conferencia Oeste con un record de 25 partidos ganados y 25 perdidos es la actualidad pura y dura de los Ángeles Clippers; sería la primera vez afuera de una post temporada desde el año 2011.
Tal vez lo que ayer fue virtud se haya transformado en defecto gracias al devenir de la lógica ambición; el meritorio mote de eterno candidato en una organización que hasta el desembarco de Rivers ni siquiera tenía títulos de la División Pacífico (primeros dos de su historia en 2013 y 2014) y la falta de recompensa al final de cada año puede ser el factor desencadenante en el hartazgo de algunos players.
Hay casos y casos. Mientras Paul no tuvo más paciencia y se fue junto a su amigo Harden en busca del anillo perdido, el bueno de Blake se enteró por la prensa y por twitter que su futuro estaba en otro lugar del mundo. Ingratitud manifiesta con alguien que defendió los colores desde el 2009 y una maniobra difícil de entender en el corto plazo a pesar de sus lesiones constantes y un temperamento difícil de controlar. La estrategia es barajar y dar de nuevo, reconstrucción total en el horizonte de Hollywood Hills.
El último que apague la luz.