"Estamos en un fútbol que no es profesional"
Eduardo Espinel, actual DT, de Wanderers en charla con Música al Ángulo.
Entrevista realizada por el programa Música al Ángulo de M24
Fueron diez meses en Santiago Wanderers de Chile, donde la voz ronca como siempre no conseguía la sonrisa de los resultados. Con victorias esquivas y contención sólo por teléfono. Diez meses en Valparaíso luego de aquel delirio hecho juego con Plaza Colonia, de histórico Clausura ganado en el Campeón del Siglo y final perdida ante Peñarol. Y ahora otra vez en el fútbol uruguayo. Y otra vez Wanderers.
“Al tener los mismos colores de mi pueblo siempre tuve un cariño por Wanderers” dice Eduardo Espinel, oriundo de Cardona y actual entrenador bohemio. Luego de quedar afuera de la Libertadores ante Olimpia, el fútbol uruguayo le dio su especial bienvenida con su (des)organización para saber unas horas antes que su debut ante El Tanque Sisley se había suspendido por falta de pagos de su rival. Lo que viene será Peñarol en el Parque Viera.
Entre el partido pasado que no fue y el futuro que aún no llega, Espinel conversó, tras el triunfo de Wanderers ante Boston River por la segunda fecha, de sus ideas y sus deseos, de nuestro fútbol y su estructura, de su paso por Chile y el vivir domingos lejos de su país.
¿Extrañabas los domingos en Uruguay?
Se extrañaba y más los días libres. El poder estar con la familia, con los amigos que vienen a tomar unos mates, y quizás salga un asado, unos tallarines. Si bien uno en esta profesión uno siempre está aspirando poder dirigir en el exterior, cuando se está afuera también se valoran otras cosas, es parte de la experiencia. Se sufrió mucho, pero ahora la posibilidad de estar con amigos y familia se disfruta el doble, porque uno recuerda los momentos en que pasó sólo.
Darío Rodríguez decía que el momento donde extrañaba más era la tardecita, luego del entrenamiento vespertino. ¿Te pasó algo similar?
Sí. Cuando llegaba la tardecita, yo aprovechaba para llamar y hablar con mi familia. Es el momento donde uno, más allá que uno pueda comunicarse, más desea estar con los allegados. Además, cuando las cosas no salen, uno necesita estar con un amigo de confianza, para poder contarle cosas. Desde la tardecita hasta dormirse es dónde uno más desea estar con su gente. Pero es parte del trabajo. Creo que en el caso del jugador es un poco más llevadero, pero el entrenador tiene muchas cosas para resolver, la cabeza anda a mil revoluciones y ahí es cuando necesitas ese abrazo del amigo, esa comprensión de la familia.
El dirigir en el exterior, ¿te permite darte cuenta de detalles del fútbol uruguayo que por cotidianos pasan desapercibidos?
Indudablemente te das cuenta de situaciones que pasan en nuestro fútbol, que somos diferentes a todo el mundo. Porque aun consiguiendo algunas cosas importantes a nivel de selección, la realidad es que estamos lejos en muchos aspectos: en la organización, en el poderío económico. Estamos lejos de todo. Del espectáculo en sí, de cómo se monta un espectáculo desde el punto de vista futbolístico. Eso también hace darte cuenta de nuestra grandeza, con jugadores que brillan en el mundo, pero también notás que estamos lejos de conseguir algo importante porque más allá de los futbolistas necesitás de una estructura que te respalde, una competencia interna fuerte para poder pelear de igual a igual a los equipos del exterior.
¿Qué te llamó la atención del fútbol chileno?
Me asombró el tema organizativo. Tenés cinco o seis fechas programadas con anticipación, con horario y escenario. Es fundamental para la planificación. En Uruguay a veces esperas al lunes por la noche para poder planificar la semana. En el fútbol chileno las reglas son claras, son ejecutivos. El club si se atrasa dos meses en los sueldos ya pierde puntos y al tercer mes consecutivo con atrasos es desafiliado. Eso hace que el equipo cuando planifica la temporada sabe que tiene requisitos para cumplir sí o sí. Eso es a rajatabla, no hay negociación, lo que le da seriedad y credibilidad a quiénes van a trabajar ahí porque el reglamento lo ampara y se ejecuta. En Uruguay, pasó que El Tanque estaba un día antes sin saber si jugaba o no. Pasa varias veces que los jugadores están varios meses sin cobrar y entonces el entrenador no puede enfocarse en su trabajo. Son grandes detalles. El ejecutar los reglamentos, que están hechos para que se profesionalice el fútbol, acá no pasa. Estamos en un fútbol que no es profesional. Son pocos los equipos los que tienen las posibilidades de tener todo para trabajar y eso lleva a que la competencia no sea la que queramos para crecer. Estamos en un fútbol complicado, porque también va de la mano del país que está complicado. Me parece que pasa por un tema de organizar y gestionar.
Cuánto más difícil el obstáculo interno, eso mejorara la actuación en el exterior.
Eso va a elevar el nivel. Pasa que muchas veces quienes se encargan de ejecutar todo esto, por pensar con el corazón de no dejar gente aislada o equipos que puedan perder la posibilidad de estar en Primera, o pensar por conveniencia, no piensan en el todo, en el espectáculo, en profesionalizar. Entonces cada vez que salimos del país, nos pasó con Wanderers ante Olimpia, te das cuenta de la realidad en el exterior y pensas que es demasiado que todavía la peleemos. Siempre la ilusión la tenemos porque nuestro fútbol es grande. Pero siempre estamos con que el uruguayo va y la pelea en cualquier circunstancia, pero es hora de cambiar nuestro pensamiento. Se acabó el ganar como sea, a pesar de nuestra rica historia. Creo que hay que cambiar el chip, no será fácil, demorará mucho pero de una vez por todas debemos dar pasitos hacia eso: el club que no tenga determinadas condiciones, buscarle la vuelta para encontrar alternativas, esa es la única manera de emparejarnos con otras ligas.
Se dice que el sacrificio hace que el uruguayo luego no desaproveche ninguna oportunidad. ¿Siendo más profesionales se perderá cierta esencia uruguaya o igualmente se mantendrá esas ganas de competir y ganar?
Nuestra mentalidad la vamos a tener independientemente si cambiamos las condiciones del fútbol profesional porque en Uruguay competimos desde niños. Los uruguayos en Europa que vienen de esa estructura, de jugar en formativas con canchas sin pasto, cuando tiene todo a su alcance no desaprovechan la oportunidad. Cuando tienen la oportunidad de mayor profesionalidad, la aprovechan. Ninguno fracasa. Si ellos disfrutaban de estar en su categoría formativa, cómo no van a disfrutar cuando se encuentran con pisos excelentes, con infraestructuras acordes para crecer. Aunque mejores las condiciones, por la formación del baby fútbol, nunca se perderá el sentido de competencia.
¿Cómo viviste la primera fecha y ese partido suspendido ante El Tanque Sisley?
La viví con lástima. Uno está involucrado en esta estructura y te da hasta vergüenza. La noche del viernes me llamó un amigo chileno y cuando le conté que no íbamos a jugar, no podía creer que lo supiéramos un día antes. Le expliqué cómo está el reglamento, que está completamente al revés. Primero se hace el fixture, después se inspecciona las canchas y luego se ve quién paga para poder jugar; debería ser completamente diferente. Al hacer el fixture tendrías que tener los equipos habilitados. No es culpa de El Tanque, es una lástima por los jugadores, por el sacrificio de los dirigentes. No es un tema de los equipos, sino son los reglamentos. Hay que rever el tema organizativo. Es una situación que no nos deja bien parados, damos una mala imagen.
Yendo al campo de juego, ¿qué tan flexible sos como entrenador?
Muy flexible. Hay que saber que nadie tiene la verdad en el fútbol, pero cada uno tiene su idea. Yo tengo mi idea, mi deseo de cómo quiero que juegue el equipo. Pero también debo ubicarme en el lugar donde estoy, los jugadores que tengo, si puedo armar el plantel, si tengo que adaptarme a él. No creo que ningún entrenador quiera jugar feo, porque lo más lindo es tener un equipo protagonista. Pero no soy de venderme, tal vez uno de los defectos que tengo, y decir que me gusta ser protagonista y jugar bien al fútbol. A cualquier entrenador le gusta eso. Creo que en Plaza Colonia se demostró que nos gusta determinado juego, pero siempre teniendo los jugadores para eso. Somos de los que nos adaptamos al lugar que vamos. Es más fácil poder tener el presupuesto para vos mismo armar el plantel. Pero si te encontrás un plantel ya armado, como nos pasó con Wanderers, vos tenés que hacer una evaluación, desde el punto de vista técnico, intelectual y táctico, para ver qué funcionamiento podes darle a ese equipo. Ahí empezamos a trabajar y con unos principios que no se negocian, vamos armando una filosofía, un esquema. Y tratamos de convencer a los jugadores que puede llevarlo a cabo. Siempre creemos que el jugador tiene la última palabra, porque son lo más importante, los entrenadores estamos debajo de ellos. Si el jugador está incómodo, mediante el razonamiento vamos tratando de llegar a su comodidad. Somos bastante flexibles, sí tenemos patrones de juego y principios que no se negocian, y es lo que tratamos de hacer ahora en Wanderers, para intentar hacer un gran año.
¿Cuáles son esos principios?
El orden. El estar 100% al servicio del equipo y priorizar el equipo antes que lo individual. Al momento de recuperar hay ciertas tareas que tienen todos los jugadores, nuestros delanteros tienen tareas específicas, y si deben cubrir un compañero, lo hacen. Tratamos de que todos los jugadores sepan las tares de todos sus compañeros, trabajar a la hora de no tener el balón. Al momento de tenerla, hay jugadores que tienen tareas con más contacto, otros que no, que deben quitar y pasar, pero esto no significa que no es importante lo que hacen. Interpretar la función individual al servicio del equipo. Con nuestras limitaciones precisamos de todos. En Wanderers, una de las premisas es bajar el grado de goles en contra, intentamos dar una estructura para fortalecer el equipo desde el punto de vista defensivo y ahora habrá que corregir y agregar cosas en lo ofensivo. No nos sobra nada, pero estando al 100% seremos un equipo difícil.
Audio completo de la nota:
https://soundcloud.com/m-sica-al-ngulo/eduardo-espinel-en-musica-al-angulo
Fueron diez meses en Santiago Wanderers de Chile, donde la voz ronca como siempre no conseguía la sonrisa de los resultados. Con victorias esquivas y contención sólo por teléfono. Diez meses en Valparaíso luego de aquel delirio hecho juego con Plaza Colonia, de histórico Clausura ganado en el Campeón del Siglo y final perdida ante Peñarol. Y ahora otra vez en el fútbol uruguayo. Y otra vez Wanderers.
“Al tener los mismos colores de mi pueblo siempre tuve un cariño por Wanderers” dice Eduardo Espinel, oriundo de Cardona y actual entrenador bohemio. Luego de quedar afuera de la Libertadores ante Olimpia, el fútbol uruguayo le dio su especial bienvenida con su (des)organización para saber unas horas antes que su debut ante El Tanque Sisley se había suspendido por falta de pagos de su rival. Lo que viene será Peñarol en el Parque Viera.
Entre el partido pasado que no fue y el futuro que aún no llega, Espinel conversó, tras el triunfo de Wanderers ante Boston River por la segunda fecha, de sus ideas y sus deseos, de nuestro fútbol y su estructura, de su paso por Chile y el vivir domingos lejos de su país.
¿Extrañabas los domingos en Uruguay?
Se extrañaba y más los días libres. El poder estar con la familia, con los amigos que vienen a tomar unos mates, y quizás salga un asado, unos tallarines. Si bien uno en esta profesión uno siempre está aspirando poder dirigir en el exterior, cuando se está afuera también se valoran otras cosas, es parte de la experiencia. Se sufrió mucho, pero ahora la posibilidad de estar con amigos y familia se disfruta el doble, porque uno recuerda los momentos en que pasó sólo.
Darío Rodríguez decía que el momento donde extrañaba más era la tardecita, luego del entrenamiento vespertino. ¿Te pasó algo similar?
Sí. Cuando llegaba la tardecita, yo aprovechaba para llamar y hablar con mi familia. Es el momento donde uno, más allá que uno pueda comunicarse, más desea estar con los allegados. Además, cuando las cosas no salen, uno necesita estar con un amigo de confianza, para poder contarle cosas. Desde la tardecita hasta dormirse es dónde uno más desea estar con su gente. Pero es parte del trabajo. Creo que en el caso del jugador es un poco más llevadero, pero el entrenador tiene muchas cosas para resolver, la cabeza anda a mil revoluciones y ahí es cuando necesitas ese abrazo del amigo, esa comprensión de la familia.
El dirigir en el exterior, ¿te permite darte cuenta de detalles del fútbol uruguayo que por cotidianos pasan desapercibidos?
Indudablemente te das cuenta de situaciones que pasan en nuestro fútbol, que somos diferentes a todo el mundo. Porque aun consiguiendo algunas cosas importantes a nivel de selección, la realidad es que estamos lejos en muchos aspectos: en la organización, en el poderío económico. Estamos lejos de todo. Del espectáculo en sí, de cómo se monta un espectáculo desde el punto de vista futbolístico. Eso también hace darte cuenta de nuestra grandeza, con jugadores que brillan en el mundo, pero también notás que estamos lejos de conseguir algo importante porque más allá de los futbolistas necesitás de una estructura que te respalde, una competencia interna fuerte para poder pelear de igual a igual a los equipos del exterior.
¿Qué te llamó la atención del fútbol chileno?
Me asombró el tema organizativo. Tenés cinco o seis fechas programadas con anticipación, con horario y escenario. Es fundamental para la planificación. En Uruguay a veces esperas al lunes por la noche para poder planificar la semana. En el fútbol chileno las reglas son claras, son ejecutivos. El club si se atrasa dos meses en los sueldos ya pierde puntos y al tercer mes consecutivo con atrasos es desafiliado. Eso hace que el equipo cuando planifica la temporada sabe que tiene requisitos para cumplir sí o sí. Eso es a rajatabla, no hay negociación, lo que le da seriedad y credibilidad a quiénes van a trabajar ahí porque el reglamento lo ampara y se ejecuta. En Uruguay, pasó que El Tanque estaba un día antes sin saber si jugaba o no. Pasa varias veces que los jugadores están varios meses sin cobrar y entonces el entrenador no puede enfocarse en su trabajo. Son grandes detalles. El ejecutar los reglamentos, que están hechos para que se profesionalice el fútbol, acá no pasa. Estamos en un fútbol que no es profesional. Son pocos los equipos los que tienen las posibilidades de tener todo para trabajar y eso lleva a que la competencia no sea la que queramos para crecer. Estamos en un fútbol complicado, porque también va de la mano del país que está complicado. Me parece que pasa por un tema de organizar y gestionar.
Cuánto más difícil el obstáculo interno, eso mejorara la actuación en el exterior.
Eso va a elevar el nivel. Pasa que muchas veces quienes se encargan de ejecutar todo esto, por pensar con el corazón de no dejar gente aislada o equipos que puedan perder la posibilidad de estar en Primera, o pensar por conveniencia, no piensan en el todo, en el espectáculo, en profesionalizar. Entonces cada vez que salimos del país, nos pasó con Wanderers ante Olimpia, te das cuenta de la realidad en el exterior y pensas que es demasiado que todavía la peleemos. Siempre la ilusión la tenemos porque nuestro fútbol es grande. Pero siempre estamos con que el uruguayo va y la pelea en cualquier circunstancia, pero es hora de cambiar nuestro pensamiento. Se acabó el ganar como sea, a pesar de nuestra rica historia. Creo que hay que cambiar el chip, no será fácil, demorará mucho pero de una vez por todas debemos dar pasitos hacia eso: el club que no tenga determinadas condiciones, buscarle la vuelta para encontrar alternativas, esa es la única manera de emparejarnos con otras ligas.
Se dice que el sacrificio hace que el uruguayo luego no desaproveche ninguna oportunidad. ¿Siendo más profesionales se perderá cierta esencia uruguaya o igualmente se mantendrá esas ganas de competir y ganar?
Nuestra mentalidad la vamos a tener independientemente si cambiamos las condiciones del fútbol profesional porque en Uruguay competimos desde niños. Los uruguayos en Europa que vienen de esa estructura, de jugar en formativas con canchas sin pasto, cuando tiene todo a su alcance no desaprovechan la oportunidad. Cuando tienen la oportunidad de mayor profesionalidad, la aprovechan. Ninguno fracasa. Si ellos disfrutaban de estar en su categoría formativa, cómo no van a disfrutar cuando se encuentran con pisos excelentes, con infraestructuras acordes para crecer. Aunque mejores las condiciones, por la formación del baby fútbol, nunca se perderá el sentido de competencia.
¿Cómo viviste la primera fecha y ese partido suspendido ante El Tanque Sisley?
La viví con lástima. Uno está involucrado en esta estructura y te da hasta vergüenza. La noche del viernes me llamó un amigo chileno y cuando le conté que no íbamos a jugar, no podía creer que lo supiéramos un día antes. Le expliqué cómo está el reglamento, que está completamente al revés. Primero se hace el fixture, después se inspecciona las canchas y luego se ve quién paga para poder jugar; debería ser completamente diferente. Al hacer el fixture tendrías que tener los equipos habilitados. No es culpa de El Tanque, es una lástima por los jugadores, por el sacrificio de los dirigentes. No es un tema de los equipos, sino son los reglamentos. Hay que rever el tema organizativo. Es una situación que no nos deja bien parados, damos una mala imagen.
Yendo al campo de juego, ¿qué tan flexible sos como entrenador?
Muy flexible. Hay que saber que nadie tiene la verdad en el fútbol, pero cada uno tiene su idea. Yo tengo mi idea, mi deseo de cómo quiero que juegue el equipo. Pero también debo ubicarme en el lugar donde estoy, los jugadores que tengo, si puedo armar el plantel, si tengo que adaptarme a él. No creo que ningún entrenador quiera jugar feo, porque lo más lindo es tener un equipo protagonista. Pero no soy de venderme, tal vez uno de los defectos que tengo, y decir que me gusta ser protagonista y jugar bien al fútbol. A cualquier entrenador le gusta eso. Creo que en Plaza Colonia se demostró que nos gusta determinado juego, pero siempre teniendo los jugadores para eso. Somos de los que nos adaptamos al lugar que vamos. Es más fácil poder tener el presupuesto para vos mismo armar el plantel. Pero si te encontrás un plantel ya armado, como nos pasó con Wanderers, vos tenés que hacer una evaluación, desde el punto de vista técnico, intelectual y táctico, para ver qué funcionamiento podes darle a ese equipo. Ahí empezamos a trabajar y con unos principios que no se negocian, vamos armando una filosofía, un esquema. Y tratamos de convencer a los jugadores que puede llevarlo a cabo. Siempre creemos que el jugador tiene la última palabra, porque son lo más importante, los entrenadores estamos debajo de ellos. Si el jugador está incómodo, mediante el razonamiento vamos tratando de llegar a su comodidad. Somos bastante flexibles, sí tenemos patrones de juego y principios que no se negocian, y es lo que tratamos de hacer ahora en Wanderers, para intentar hacer un gran año.
¿Cuáles son esos principios?
El orden. El estar 100% al servicio del equipo y priorizar el equipo antes que lo individual. Al momento de recuperar hay ciertas tareas que tienen todos los jugadores, nuestros delanteros tienen tareas específicas, y si deben cubrir un compañero, lo hacen. Tratamos de que todos los jugadores sepan las tares de todos sus compañeros, trabajar a la hora de no tener el balón. Al momento de tenerla, hay jugadores que tienen tareas con más contacto, otros que no, que deben quitar y pasar, pero esto no significa que no es importante lo que hacen. Interpretar la función individual al servicio del equipo. Con nuestras limitaciones precisamos de todos. En Wanderers, una de las premisas es bajar el grado de goles en contra, intentamos dar una estructura para fortalecer el equipo desde el punto de vista defensivo y ahora habrá que corregir y agregar cosas en lo ofensivo. No nos sobra nada, pero estando al 100% seremos un equipo difícil.
Audio completo de la nota:
https://soundcloud.com/m-sica-al-ngulo/eduardo-espinel-en-musica-al-angulo