Volver a empezar

Cleveland remodeló la mayoría de su equipo al cierre del período de transferencias

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Foto: Twitter @Cavs
Como un barco a la deriva que se hunde a pesar de los esfuerzos estériles de su gran capitán, los Cleveland Cavaliers atraviesan la peor tormenta desde la vuelta a casa de LeBron James en el 2014. 

Ubicados en el tercer puesto de la conferencia Este, con un récord de 31 partidos ganados y 22 perdidos y extrañando por demás al insustituible Kyrie Irving, el equipo comandado por Tyron Lue se encuentra a más de seis partidos del líder Boston Celtics (40-16) y el escolta Toronto Raptors (38-16). Lo peor no son los números fríos, sino un bajísimo juego colectivo que, independientemente de arrestos individuales del eterno número 23, no ofrecía buenas señales a futuro. Dichos sucesos han sido factores desencadenantes para que este jueves 8 de febrero se produzca una revolución que sacude al mundo de la NBA. 

Nombres célebres como Isaiah Thomas, Dwyane Wade, Derrick Rose y otros actores de reparto como Jae Crowder, Iman Shumpert y Channing Frye ya no vestirán la camiseta de los Cavs. Por su parte George Hill, Rodney Hood, Jordan Clarkson y Larry Nance Jr desembarcarán en Ohio. 

En una serie de trueques y traspasos frenéticos que involucran a diversas entidades, Wade vuelve a Miami más rápido que ligero, Isaiah y Frye viajan a Los Angeles para calzarse la gloriosa remera de los Lakers, Shumpert vuela hacia Sacramento, mientras que Crowder y Rose llegan a Salt Lake City para unirse a los Jazz. A cambio de estas pérdidas arriban los binomios compuestos por Hill y Hood (proveniente de Utah) y Clarkson más Nance (de los Ángeles).

A grandes males, grandes soluciones reza el dicho popular y esta reconstrucción total habla por sí sola. 

Si bien Cleveland es el quinto más goleador de la liga con 109 puntos por partido, los problemas están en defensa y la lucha debajo de las tablas, dos claves en el armado de cualquier equipo que aspire a cosas mayores. Ocupan la posición número veintiséis en cuanto a los puntos permitidos al rival de turno (109,7) y la veintidós respecto a los rebotes por partido (41,7). 

Más allá de los fundamentos meramente estadísticos, hay otros items que han devastado el plan de juego. Primero y fundamental la partida del desequilibrante Kyrie Irving hacia Boston ha sido imposible de disimular; más aún teniendo en cuenta que la llegada de Isaiah Thomas no dio los frutos esperados y por ello su partida prematura hacia California. Además de estar lesionado más de dos meses al inicio de la temporada, en su breve estadía el zurdo consiguió la mitad de los puntos en comparación al año pasado; de los 28,9 que promediaba junto a los Celtics a estos modestos 14,9 de la actualidad. 

En segundo lugar la fractura en la mano izquierda de Kevin Love también trastocó los planes; el ala pivot no juega desde el 30 de enero  y estará fuera de las canchas entre cinco y siete semanas más. Teniendo en cuenta que tanto Irving como Love formaron junto a James uno de los Big Three más temidos de la competición, no caben dudas de que la sólida estructura de otros tiempos es historia y los solitarios 26,3 puntos, 8 rebotes y 8,6 asistencias de Lebron (mayor anotador, rebotero y asistente en la historia de la franquicia), no alcanzan para refundar la mística ganadora de un grupo que tras tres temporadas de ser dueño absoluto del Este pone en tela de juicio su reinado y parece resignarse a ser tercero de conferencia, aunque con Milwaukee Bucks (30-23) amenazante y pisándole los talones. 

¿Habrá llegado a tiempo la renovación y el golpe de timón?