¿Game over?
Los Spurs pueden quedar afuera de los playoffs por primera vez en dos décadas.
Foto: EFE - William Abate
Transcurría 1997 cuando Lebrón James era solo un adolescente de trece añitos, Shaq comenzaba su época de oro en Los Ángeles y los Bulls todavía representaban sinónimo de campeón. Mientras tanto el almirante David Robinson observaba lesionado desde el banco como sus Spurs de toda la vida completaban una de las peores campañas de la historia con 20 partidos ganados en 82. Un tal Tim Duncan todavía no se había unido a la franquicia y ese lúcido cascarrabias llamado Greg Popovich hacía sus primeras armas como entrenador principal. Veintiún años después de aquella última vez sin decir presente en la post temporada del mejor básquetbol del mundo, cinco anillos mediante, aún con Pop dando indicaciones desde el banco y ya sin Timy D en la cancha, el pasaje de San Antonio a los playoffs vuelve a estar en peligro.
Después de una mini gira por Oakland, Oklahoma y Houston que terminó con tres derrotas previsibles, el equipo retornó a la senda de la victoria tras vencer a Orlando Magic y New Orleans Pelicans en su vuelta a casa. Record de 39 éxitos y 30 caídas, modesta octava posición en la conferencia oeste y solo trece juegos por delante para estirar la leyenda o volver al reino de los mortales.
Empatados actualmente con Utah Jazz, este último tiene ventaja en los duelos mano a mano, lo que deja al pentacampeón ocupando la última vacante clasificatoria de cara a la gran cita de mayo y junio, pendiendo de un delgado hilo que en cualquier momento se puede cortar.
Cinco partidos ganados en quince posibles desde inicios de febrero hasta hoy, peor campaña como visitante de veinte años a esta parte (14-22), una ofensiva que no circula con la fluidez habitual (102 puntos por partido, quinto peor promedio de la liga) y mil contratiempos físicos ponen a la organización admirada por todos entre la espada y la pared. Aún con Kawhi Leonard en la enfermería (no se sabe si podrá regresar en la 2017-2018) a causa de ese tendón rebelde ubicado en el cuádriceps de la pierna derecha, habiendo disputado solo nueve encuentros con su súper estrella disponible a lo largo de esta campaña y en franco descenso respecto al nivel de juego colectivo, conviene aclarar que aquí no terminan las pálidas.
Más allá de un rendimiento muy por debajo del que estamos acostumbrados a ver, el calendario que se le viene a Las Espuelas de aquí en más no genera pronósticos optimistas. Once de sus trece presentaciones serán ante oponentes que están por encima del 50% de efectividad; entre ellos varios rivales directos como New Orleans, Minesota, Oklahoma, Clippers o Utah. Además tendrán en el camino a dos pesos pesados como Golden State y Houston, candidatos de fierro al título. Dentro de lo oscuro que luce el paisaje cabe destacar que ocho de esos encuentros serán en condición de locatario, incluyendo los tres más inmediatos.
Ganador por naturaleza, Popovich se niega a morir con los ojos abiertos y alimenta su feroz Instinto de supervivencia; cinco campeonatos, seis títulos de conferencia o dos decenas de temporadas consecutivas con cincuenta triunfos o más lo obligan a sacar agua de las piedras. Una pandemia de lesiones pocas veces vista (Ginobili, Gay, Parker, Gasol, Aldridge, Green o el propio Kawhi ausentes más de lo habitual) y la crueldad del paso del tiempo aniquilan el añorado estilo purista. 22 quintetos iniciales diferentes desde octubre a esta parte, Parker suplente tras 16 años de titularidad ininterrumpida, la base en manos de un prometedor e inexperto Dejonte Murray o la idea madre del virtuosismo colectivo descuajeringada para que la bola pase por Aldridge; manotazos de ahogado a los que apela un hombre no acostumbrado a convivir con la frustración de querer y no poder.
El panorama no es alentador para Los Inoxidables Spurs, eterna piedra en el zapato de la cultura Use y Tire. Garantes de valores demodé como inteligencia y solidaridad en detrimento del show time de luminarias y gasto ostentoso. Seguirán hasta el final en la cuerda floja, luchando por no caer, sin el presente como respaldo pero con el empuje del místico fuego sagrado que emana la tradición.