Gigante dormido

La sombra de Novak Djokovic deambula por la cancha.

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Foto: EFE - ERIK S. LESSER
La sombra de Novak Djokovic deambula por la cancha central de Key Biscayne, esa que vio coronarse al terminaitor serbio en cinco oportunidades y hoy es testigo de una verdadera debacle tenística. El inconmensurable tamaño del legado no condice con este hombre dolorido y sin confianza, que tambalea en el cemento norteamericano y cae frente al francés Benoit Paire en la segunda ronda del prestigioso ATP de Miami, hilvanando de esta forma tres derrotas consecutivas en el circuito, algo que sucedió por última vez más de diez temporadas atrás . Adiós prematuro del segundo torneo Masters 1000 del año, igual que sucediese días atrás a las primeras de cambio en Indian Wells donde el victimario de turno fue el japonés Taro Daniel. Aún situado dentro del Top 20, lo circunstancial de la clasificación nada tiene que ver con esta actualidad irreconocible para un jugador de sus quilates.    

3-6, 4-6 el resultado del tercer revés en fila sufrido durante la calurosa tarde de viernes en Crandon Park. Hay que remontarse a octubre y noviembre del 2007 para un antecedente semejante; en aquella oportunidad el nacido en Belgrado era derrotado por Nalbandian (Madrid), Santoro (Paris), Gasquet, Nadal y Ferrer (Masters). Mucha agua corrió debajo del puente para que el señor en cuestión se convierta en monumento viviente, quizás uno de los cinco mejores en la historia de este deporte; entre otras cosas sesenta y ocho campeonatos, doce grand slams y cinco masters. Es por ello que los tropezones ante Chung (Australia), Daniel (Indian Wells) y Paire (Miami) hacen bastante más ruido que los de aquel flaquito inexperto y temperamental.

Después de una lesión en el codo, operación incluida, que lo marginó  seis meses de la competencia oficial (de julio a enero) una suerte de metamorfosis sacudió el interior de Nole. Considerable merma en la autoestima, problemas físicos sin fin y alicaído lenguaje corporal son ingredientes de un combo fatídico que lo han convertido en el fantasma de quien fue número uno del ranking por 222 semanas (121 seguidas).  Por supuesto que el incio del derrumbe data de unos cuantos meses atrás. ¿Tiempo? Junio de 2016 ¿Espacio? El polvo de ladrillo francés, esa novia esquiva que se le resistió en tantos bailes. Roland Garros fue el punto de inflexión, antes y después en el camino de la leyenda de los balcanes. Tras aquella única conquista en Bouis de Boulogne, hasta el día de hoy solo ganó tres títulos (Doha, Eastbourne y Toronto) y el fuego sagrado está en tela de juicio. 

Alcanzado el anhelo, saldada la cuenta pendiente, ya con la copa de los mosqueteros en su poder; su tolerancia al estrés dijo basta. Como un globo que no para de crecer hasta que la inercia lo lleva a desinflarse paulatinamente, Djokovic jugó sin estar al 100% de sus posibilidades durante 365 días y finalmente, tras su abandono en los cuartos de final del pasado Wimbledon decidió por fin escuchar las señales de su cuerpo y el ruego de su cabeza; tocaba ir a boxes, barajar y dar de nuevo.   

La postura implacable de animal competitivo dentro del court es sello inequívoco de su riquísimo anecdotario; en cambio la versión destemplada de este Novak anodino se desvanece como un castillo de naipes ante el primer atisbo de adversidad. Claro ejemplo son los dos últimos puntos del primer set de su última batalla perdida; par de bolas a mitad cancha que ayer eran nítidos tiros ganadores y hoy son groseros errores no forzados estrellados en la mitad de la red. Muchos apostábamos por un regreso de ciencia ficción, al mejor estilo “Roger 2017” y al parecer le erramos de medio a medio. Los astros permanecen desalineados en una mente brillante, la mirada del tigre brilla por su ausencia y el exquisito revés paralelo es solo un hermoso recuerdo que podemos rememorar computadora mediante. Claro que, como siempre decimos; no des por vencido a un campeón ni aún vencido porque la estirpe del crack es imperecedera y los corazones elegidos resurgen cuando ya nadie espera nada de ellos.