Muñeca brava

A Del Potro le duele la muñeca siempre, pero igual lucha y es el Nº8 del mundo.

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Foto: EFE - José Méndez
Sabido es que cuando el saque se estabiliza, la derecha corre y el revés al menos acompaña Juan Martín se transforma en Potro indomable, desbocado, calificado para herir a quien se ponga del otro lado de la red, llámese como se llame. 

Luego de cuatro operaciones de muñeca y largas temporadas de inactividad la Torre de Tandil está de regreso y tras su  primer título de la temporada en el ATP de Acapulco disputado en canchas duras, ocupa desde el lunes 5 de marzo el octavo puesto del ranking mundial; mejor ubicación desde mayo del 2014 cuando era número siete del mundo y aún no había adoptado al quirófano como segundo hogar. 

Primera corona categoría 500 tras cuatro años y medio de sequía; la última de este nivel obtenida en Basilea el 27 de octubre del 2013 venciendo a Federer en la propia casa del suizo. Aquellas épocas de gloria parecían formar parte de un pasado enterrado pero he aquí otro caso de sobreponerse a la adversidad.           

“No hay un solo día en que no me duela la muñeca”, confiesa el argentino más grande de la historia después de Vilas, en declaraciones reproducidas por el diario Marca de España; palabras que reflejan el aprendizaje de convivir con el dolor, acostumbrarse a disfrutar del juego aún padeciendo. 

Cabe señalar que esta fatalidad sin fin no nació ayer, sino que viene de larga data. Transcurría mayo del 2010 cuando Delpo se sometió a su primera cirugía de muñeca derecha, que lo alejó de las canchas por ocho meses. Los problemas en sus manos parecían ser historia del pasado y el lungo de casi dos metros se consolidaba entre aquellos jugadores que llegan al top ten para quedarse. 

Sin embargo, en marzo del 2014 empezó un calvario de nunca acabar que lo llevó a operarse la izquierda en tres oportunidades. Después de tocar fondo cayendo a la posición 1045 en agosto del 2016 y con el retiro definitivo dando vueltas en su cabeza una capacidad de resiliencia inesperada comenzó a insinuarse en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro donde obtuvo la medalla de plata para su país. Tomó forma en la Copa Davis del mismo año ganada por la albiceleste y se afianzó a fines de la temporada pasada tras su vuelta impensada a la elite.

Después de un 2017 irregular en el que sus mejores performances fueron semifinal en el torneo 250 de Delray Beach y cuartos en el Masters 1000 de Roma, el punto de inflexión tuvo como epicentro, una vez más a Nueva York, su lugar en el mundo, esa gran manzana en la que Del Potro se siente como en casa. Clasificó a semifinales en el US Open tras ganarle al Gran Roger en cuartos, partido que le devolvió parte de la confianza perdida y a pesar de caer ante Nadal dicho certamen marcó un antes y un después. 

En la ciudad que nunca duerme empezó a tirar algún que otro backhand de antaño, sin tanto uso del slice y animándose cada vez más a descargar su potencia a pesar de algunas molestias. Cerró el calendario anual como número once y quedó a las puertas del Masters de Londres. Apenas iniciado el 2018 la evolución no frenó su marcha y tras la final en Auckland perdida ante el español Bautista Agut volvió al grupo selecto de los diez mejores, lugar al que pertenece por carácter y jerarquía.       

Esta semana en tierras aztecas Del Potro derrotó a tres jugadores top ten en siete días de fuego sagrado y le sigue demostrando al planeta tenis que inspirado es duro de matar. Los hermanos Zverev (Mischa y Alexander), David Ferrer y Dominic Thiem fueron las víctimas ocasionales hasta la final en la que aguardaba el sudafricano Kevin Andersson para un verdadero choque de gigantes. Ambos basados en saques potentes y derechas colosales protagonizaron un duelo de paridad absoluta en el que se terminó inclinando la balanza a favor del rioplatense por un doble 6-4 en casi una hora y media de juego. 

Trofeo 21 en el circuito ATP para el caballo salvaje que no se rinde ante los imponderables del destino, especialista en relinchar cuando los demás preparan su acta de defunción tenística.