Un buen escocés

Sócrates fue un jugador único, y como tal su biografía no es parecida a ninguna otra. Entrevista a el escocés Andrew Downie, el autor de la biografía de Sócrates.

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Sócrates Foto: bbc.com
Entrevista realizada por el programa Música al Ángulo de M24

Las vidas son complejas, por lo que escribir una autobiografía también; sea un futbolista, un doctor o un actor político. Más complejo si la persona a retratar fue las tres cosas; o si en una vida esa persona, que es varias a la vez, va mutando. “Una persona que no cambia, en realidad no está viviendo” nos dijo un amigo, Ignacio Umpiérrez, profesor de filosofía. “No me pidan coherencia, yo soy una metamorfosis ambulante” expresó un exfutbolista.

Tenemos entonces, un libro complejo de un tipo complejo, que además se llama Sócrates. Ex centrocampista brasileño, de gran talento, que jugó los mundiales de 1982 y 1986 (también el Mundialito de 1980 disputado en Uruguay), y, aún como futbolista, desarrolló la ‘Democracia Corinthiana’ (futbolistas comprometidos con su época en un club que decidía todo luego de debate y votación de sus funcionarios).

Una historia ya interesante de lejos. Pero también, afirmando aquello de que cualquier historia es atrapante si nos acercamos lo suficiente. Un periodista escocés, luego de haber vivido en Haití y México, se instala en Brasil, y tras traducir la biografía de Garrincha, comienza a escribir la de Sócrates, luego publicada en inglés y francés.

“En 2004 traduje al inglés la biografía de Garrincha y luego me propusieron traducir las memorias de Sócrates. Lo recibí con felicidad porque siempre me interesó su historia y sabía de su importancia.  No se publicó por un tema de derechos, pero entendí mucho más sobre él, y me convencí que era un hombre que precisaba una buena biografía”.  Nos cuenta el escocés Andrew Downie, hincha de Hibernian y autor de “Doctor Sócrates. Futbolista, filósofo, leyenda”.

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Fueron dos años pensando cada día en Sócrates, con diversos viajes por Brasil e Italia para poder recolectar más de cien testimonios (sólo menos de cinco rechazaron sus preguntas). “Una experiencia muy feliz, muy rica, pude hablar con Zico, Casagrande, Junior, jugadores que cuando yo era niño eran lo más grande”.

Andrew siempre gustó de Brasil aún antes de conocerlo. “Es que tiene fútbol, carnaval y calor, todas las cosas que no ‘tenemos muy buenas’ en Escocia”. Su sueño (ya cumplido) era vivir en Río de Janeiro, hoy instalado en San Pablo, atiende la llamada vía Skype para charlar, en un casi perfecto español, sobre fútbol, en su sentido más amplio.


Luego de escribir una biografía sobre Sócrates, ¿se llega a comprenderlo del todo?

Sócrates era una persona muy compleja. Todos somos complejos, pero él fue más complejo que cualquiera. A él le gustaba mucho contrariar, lo adoraba, si alguien le decía “Me gusta mucho la noche”, el respondía: “¿Pero no te gusta el día?” Hacía eso con naturalidad para argumentar, para poder oír a las otras personas, le agradaba conversar, debatir. Por ejemplo, uno de los grandes motivos de la Democracia Corinthiana era el desafiar a las autoridades y al contexto histórico. Adoraba el momento, las oportunidades para poder contrarresta, él era feliz haciendo eso.
 
En un pasaje del libro el entrenador Sebastião Lazaroni dice, en 1986, que hay dos Sócrates, ¿cuántos Sócrates hubo en realidad?

Hubo muchos Sócrates. Lazaroni dijo eso cuando lo dirigía en Flamengo. Sócrates estaba sufriendo muchas lesiones, no estaba jugando tan bien como cuatro años antes, entonces el entrenador estaba muy enojado con él porque Sócrates no quería dedicarse 100%, tenía problemas familiares, con la bebida y viviendo en Río de Janeiro, una ciudad donde hay muchas tentaciones. Sócrates cayó en muchas de ellas y Lazaroni estaba decepcionado y le pidió que se dedicara más al fútbol; pero Sócrates no pudo, precisaba mucho la independencia, la vida buena era más importante. Él siempre decía que “hay que vivir cada momento; porque si yo marco un gol en la final del mundial, dos horas después estaré con amigos tomando alguna cerveza, y ese gol que hice ya no existirá más, será pasado. Ahora cuando estoy con amigos, tomando, riendo, ese es el momento que vale. La vida sólo vale por el presente, por el ahora”
 
¿Cómo era esa postura de vivir el momento?

Me sorprendió un poco, porque él llevaba todo eso al extremo. En la literatura, en el cine, en el arte, se repite que hay que vivir el hoy. Pero es muy difícil vivir con esa filosofía  en todo momento. Y tener que vivir con una persona así es muy complicado. Por eso también se explica que se haya casado cinco veces. Una de sus expareja me dijo: “Es casi imposible vivir con un hombre así; yo le decía de planificar vacaciones, pero él no quería, pensaba sólo en el ahora”. Uno puede admirar esa filosofía, pero es difícil convivir con alguien que lo lleve a ese punto. Cuando yo traduje su libro, hablé con él por teléfono, intercambiamos mails, y siempre decíamos ‘Vamos a hacer un libro juntos’, pero era un hombre muy desorganizado, con una vida muy caótica; pasaban seis meses y me invitaba en otro mail a juntarnos, yo le preguntaba qué día y demoraba otros tantos meses en responder. Entonces nada aconteció, nada cambió en él. Era un poco aquello de que la vida es lo que acontece cuando estás haciendo otras cosas, por lo que no conseguimos pactar un día para juntarnos y hacer prácticas las ideas que teníamos.
 
¿Te sorprendió algo en particular de su vida?

Todo en general, era una persona que hacía las cosas tan diferentes, dentro y fuera del campo. No hay nadie como Sócrates, hasta hoy, siete años después de su muerte, no vemos un jugador que siga sus pasos. Él se dedicaba a cambiar y es muy triste que los jugadores de hoy no hagan nada. Es triste porque hablando por ejemplo en Brasil estamos en un momento muy difícil políticamente, Europa vive el momento más difícil desde la Segunda Guerra Mundial (en términos de inmigración y derechos humanos) y los futbolistas no hacen ni dicen nada, quedan mudos.
 
¿Tú ya sabías de Sócrates estando en Europa?

Sí. La primera Copa que yo recuerdo es la de 1978; para 1982 ya tenía 15 años y en ese Mundial de España, Brasil jugó ante mi país, Escocia. Fue un inolvidable, porque fue el primer partido y anotamos primero (aunque luego perdimos 4 a 1). Recuerdo muy bien a aquel equipo brasileño. Sócrates era muy querido por los hinchas en Gran Bretaña y en el resto de Europa, por dos motivos: por ser la figura icónica, capitán de ese Brasil del 82 y, luego, por ser el líder de la Democracia Corinthiana, izquierdista y líder político. Varias personas de izquierda vieron en él cómo un deportista debe ser: responsable, que hable más que de fútbol, que se exprese sobre política, que coloque las ideas en práctica. Era ídolo de muchos.
 
Esa Copa de 1982 te marcó a vos y también a Sócrates. ¿Por eso comenzás el libro con la derrota de Brasil ante Italia?

Sí, porque para muchas personas esa eliminación brasileña (con jugadores inolvidables como Zico, Sócrates, Cerezo, Falcao, Junior, Eder), ese triunfo italiano por 3 a 2, fue uno de los partidos más maravillosos de todos los tiempos. No era solamente que se enfrentaban jugadores de mucha calidad en una de las mejores Copa del Mundo de todos los tiempos. El mundo recuerda ese partido, y muchas personas, entre ellas Cruyff, Zico y Sócrates, ven ese choque como un punto crucial para el futbol, porque a partir de ese momento todo cambió, porque había un equipo brasileño que atacaba, atacaba y atacaba, que jugó contra los italianos, que defendían, defendían y defendían, e Italia ganó.
 
Fue un punto clave para Sócrates, luego de esa derrota pudo centrarse en la Democracia Corinthiana.

Sí, la Democracia Corinthiana comenzó a comienzos de 1982, y cuando Sócrates fue al Mundial él sabía que ese movimiento prometía mucho más. La Copa fue motivo de paréntesis, él sabía que la Democracia Corinthiana iba a ser más grande que unos simples partidos en un torneo.
 
¿La libertad es la palabra que puede definir a Sócrates?

Sí, entre otras, sí. Una de las cosas que hice en el libro fue intentar explicar la principal motivación para crear la Democracia Corinthiana. Porque muchas personas piensan que Sócrates la creó por motivos políticos, que era un luchador por la democracia. Pero yo creo que las motivaciones eran un poco diferentes. No digo que él no luchara por la democracia, pero más importante para él era la libertad personal, él quería estar libre no solamente en fútbol, en todo. En las relaciones personales, con las mujeres, con los otros jugadores, con los dirigentes. Él quería estar independiente, no le gustaba que nadie le dijera ‘tú tienes que estar el sábado a las 15 para jugar, el lunes a la mañana para entrenar o domingo a las diez para viajar’. Siempre tenía eso de ‘No me digan cómo vivir mi vida, yo voy a vivir mi vida como yo quiero’ y llevó esa lucha de libertad personal al interior del fútbol.
 
¿Hoy se podría replicar la Democracia Corinthiana?

A pesar de todo lo que los jugadores de la Democracia Corinthiana crearon, en un contexto de dictadura de derecha, explicando qué es votar, qué es democracia, qué es libertad a un pueblo no sabía mucho sobre esas cosas, (porque desde 1964 no tenía elecciones, no había libertad) hoy no se puede repetir lo que hicieron. Hace casi 40 años que sucedió la Democracia Corinthiana y ningún club importante en todo el mundo repitió esa experiencia. No sé exactamente por qué, supongo tiene que ver con el dinero. El jugador que intenta desafiar las autoridades tiene mucho más para perder. Es muy triste que los jugadores de hoy sigan ciegamente lo que dicen las compañías de televisión, los dirigentes, o los patrocinadores. Hoy los futbolistas no desafían a esas personas.
 
¿Cuál es el legado de Sócrates?

Es muy triste que no hubiera más legado. Creo que no hay mucho legado de la Democracia Corinthiana. En su momento fue increíble, algo que no había pasado antes y no pasó después. Sócrates estaba muy frustrado de que no hubiera otras oportunidades en otros clubes ni jugadores que tomaran esa bandera e intentaran repetir esa experiencia de democracia y libertad.
 
¿Por qué el futbolista de elite no se involucra hoy?

Un motivo es que los jugadores se dedican al fútbol 24 horas los siete días de la semana. Hoy no es posible ser Sócrates, es decir estudiar en la facultad y jugar para la selección al mismo tiempo. Las demandas son diferentes. Neymar, Messi, Suárez no leen los periódicos por la mañana, creo que ni ven las noticias, no están preparados. Pero también me parece que no están interesados, sería muy fácil prestar atención treinta minutos por día a la televisión, leer veinte minutos el diario, aún sin haberse formado. Los jugadores de hoy en día no tienen mucho interés, quieren jugar fútbol y no quieren meterse en problemas. ¿Pueden perder patrocinadores? Esta cuestión de los patrocinadores no es muy convincente como argumento, porque si tú eres Messi que estás ganando cinco millones de dólares por mes no importa si hablas en favor de los Derechos Humanos; nadie, ni Honda, ni Coca Cola van a decirte que no puedes hablar de eso. Incluso si algún patrocinador prohibiera hablar de ciertos temas, otra compañía puede remplazarlo y en vez de ganar cinco millones, ganas cuatro. Por lo que es un argumento muy flaco para disculpar a los jugadores por no tener más responsabilidad.
 
¿Hoy Sócrates sería muy necesario en Brasil?

Muy. Porque en Brasil vivimos un momento difícil por el impeachment de Dilma, por lo muy mal que está la economía, con un presidente con el 3% de aprobación, está muy difícil. Entonces voces como la de Sócrates, que tenía una moral, una ética, son cada vez más raras en Brasil, personas como él son cada vez menos comunes
 
¿Qué le hubiera generado la medida de militarizar las calles de Río de Janeiro?

Siempre evité pensar lo que Sócrates diría, porque era un hombre muy complejo, adoraba tanto contradecir que cuando pensabas que iba a decir una cosa, él decía lo contrario. Es muy difícil prever lo que él iba a decir, pensar lo que estaba pasando en su cabeza
 
¿Y tú opinión?

Para mí es una decisión que muestra que las autoridades no saben qué hacer, entonces es claro que no va a tener un gran éxito. El colocar el ejército en la calle tal vez pueda ayudar, como máximo, en el corto plazo, pero no va a cambiar nada en el medio y largo plazo, ni hablar con el tema de Derechos Humanos. El 74% de la población aprueba esta decisión porque las personas querían ver una respuesta y es una respuesta muy evidente, pero no creo que vaya a tener éxito
 
¿Tal vez la solución la tenía Raimundo, el padre de Sócrates: leer mucho y educar?

Exactamente, pero eso es una solución de largo plazo y el interés en la educación nunca fue muy grande, nunca fue una prioridad en Brasil, entonces no tengo mucha fe que esta sea una puerta de salida de esta crisis

Para escuchar la entrevista: