El dueño del tiempo
Manu Ginobili sigue demostrando el más alto nivel y desafiando a la biología
EFE/DARREN ABATE
48 segundos frenéticos. El cuerpo de Emanuel Ginóbili vibra como si fuese un adolescente y su legado aumenta. En menos de un minuto el match da un giro radical, San Antonio quiebra a Portland después de tres cuartos y medio de paridad, encaminándose a un triunfo impostergable. Una vuelta incompleta de reloj alcanza para dos triples, un doble, un rebote y un robo de pelota frente a un AT&T Center colmado, rendido a sus pies. A los cuarenta el fuego sagrado permanece encendido, imposible de extinguir, suspendido en el tiempo negándose a aceptar el paso del mismo. Fiel a su inconformismo habitual, el Maradona de la anaranjada la rompe otra vez ante Sacramento y tras un año lleno de altibajos los Viejos Spurs se meten en playoffs por vigésimo primera ocasión consecutiva.
Dos partidazos con cifra anotadora en doble dígito hacen posible que Manu supere a Michael Jordan en la tabla de cuarentones con más partidos de diez o más puntos en una sola temporada regular. Quinto con 30, detrás de cuatro nombres celebres; Kareem Abdul Jabbar, Karl Malone, John Stockton y Robert Parrish son los únicos que miran de arriba al inoxidable. Con el boleto asegurado a la post temporada, ocupando la sexta posición del Oeste a poco del final, los de Texas saben que nada hubiese sido posible sin zurda con impronta y corazón ardiente.
46 minutos (19 y 27), 34 puntos (17 en cada uno), 9 rebotes (3 y 6) y 6 asistencias (1 y 5) es la sumatoria del argentino frente a Blazers y Kings, duelos en los que no había mañana. Claro que esta leyenda excede ampliamente la frialdad de los números y abarca lo que no se traduce en estadísticas, intangibles difíciles de explicar. Fiereza competitiva innata y descomunal que no deja de sorprender al mismísimo Greg Popovich. “Lo que sea que esté tomando, yo quiero un poco. De verdad, tiene que haber una fuente de la juventud en algún lado”, dijo Pop en conferencia de prensa, medio en chiste medio en serio, tras las 21 unidades conseguidas en la victoria frente a Phoenix Suns durante el mes de enero.
Tal vez se trate del ya mítico “Jugo del Abuelo” (Grandpa Juice) con el que bromean sus compañeros y la prensa norteamericana cada vez que a Gino se le da por desafiar las leyes de la naturaleza. A pesar de estar dosificando el tiempo de juego debido a las lógicas limitaciones físicas que trae la edad, su participación en el funcionamiento colectivo, tanto dentro como fuera de la cancha, es imprescindible para la franquicia más admirada de la NBA. 20 minutos por partido alcanzan para que siga siendo pieza clave, colaborando con su inestimable granito de arena; 8,8 puntos por encuentro, 2,1 asistencias y 2,5 rebotes son sus promedios actuales aunque lo esencial sea invisible a los ojos, como una vez escribió el francés Saint Exupery.
Después de veinte primaveras al máximo nivel, consolidado como el mejor basquetbolista latinoamericano de la historia, Ginobili sigue haciendo gala de su Euro Step en una versión menos veloz e igual de eficaz que una décadas atrás. Todos sabemos que en el arranque de su penetración al aro, dará el primer paso hacia un lado y en el segundo cambiará raudamente de dirección hacia el otro; la magia está en que a pesar de la previsibilidad del desarrollo, el desenlace con la pelota quemando redes sigue siendo inevitable, igual que sus triples a la carrera. Cuatro anillos de campeón en el mejor básquetbol del mundo, oro olímpico y vice campeonato mundial con Argentina, Euroliga, Lega A y un par de Copas Italia con el Kínder Bologna forman parte de una prolífica galería de recuerdos; memorias que éste rioplatense orgulloso se empeña en reinventar una y otra vez, como si los ciclos vitales no tuviesen fin.
Dos partidazos con cifra anotadora en doble dígito hacen posible que Manu supere a Michael Jordan en la tabla de cuarentones con más partidos de diez o más puntos en una sola temporada regular. Quinto con 30, detrás de cuatro nombres celebres; Kareem Abdul Jabbar, Karl Malone, John Stockton y Robert Parrish son los únicos que miran de arriba al inoxidable. Con el boleto asegurado a la post temporada, ocupando la sexta posición del Oeste a poco del final, los de Texas saben que nada hubiese sido posible sin zurda con impronta y corazón ardiente.
46 minutos (19 y 27), 34 puntos (17 en cada uno), 9 rebotes (3 y 6) y 6 asistencias (1 y 5) es la sumatoria del argentino frente a Blazers y Kings, duelos en los que no había mañana. Claro que esta leyenda excede ampliamente la frialdad de los números y abarca lo que no se traduce en estadísticas, intangibles difíciles de explicar. Fiereza competitiva innata y descomunal que no deja de sorprender al mismísimo Greg Popovich. “Lo que sea que esté tomando, yo quiero un poco. De verdad, tiene que haber una fuente de la juventud en algún lado”, dijo Pop en conferencia de prensa, medio en chiste medio en serio, tras las 21 unidades conseguidas en la victoria frente a Phoenix Suns durante el mes de enero.
Tal vez se trate del ya mítico “Jugo del Abuelo” (Grandpa Juice) con el que bromean sus compañeros y la prensa norteamericana cada vez que a Gino se le da por desafiar las leyes de la naturaleza. A pesar de estar dosificando el tiempo de juego debido a las lógicas limitaciones físicas que trae la edad, su participación en el funcionamiento colectivo, tanto dentro como fuera de la cancha, es imprescindible para la franquicia más admirada de la NBA. 20 minutos por partido alcanzan para que siga siendo pieza clave, colaborando con su inestimable granito de arena; 8,8 puntos por encuentro, 2,1 asistencias y 2,5 rebotes son sus promedios actuales aunque lo esencial sea invisible a los ojos, como una vez escribió el francés Saint Exupery.
Después de veinte primaveras al máximo nivel, consolidado como el mejor basquetbolista latinoamericano de la historia, Ginobili sigue haciendo gala de su Euro Step en una versión menos veloz e igual de eficaz que una décadas atrás. Todos sabemos que en el arranque de su penetración al aro, dará el primer paso hacia un lado y en el segundo cambiará raudamente de dirección hacia el otro; la magia está en que a pesar de la previsibilidad del desarrollo, el desenlace con la pelota quemando redes sigue siendo inevitable, igual que sus triples a la carrera. Cuatro anillos de campeón en el mejor básquetbol del mundo, oro olímpico y vice campeonato mundial con Argentina, Euroliga, Lega A y un par de Copas Italia con el Kínder Bologna forman parte de una prolífica galería de recuerdos; memorias que éste rioplatense orgulloso se empeña en reinventar una y otra vez, como si los ciclos vitales no tuviesen fin.