
Johan y yo
Murió un 24 de marzo y nació un 25 de abril, es un buen mes para recordar el legado de Johan Cruyff

Foto: anotando fútbol
Entrevista realizada por el programa Música al Ángulo de M24
Al final sólo fueron cuatro los goles que Holanda le convirtió a Argentina por la primera fecha de la segunda fase del Mundial de 1974. El capitán tenía razón. El Mariscal Roberto Perfumo ya había escuchado los rumores que circulaban en toda Alemania Occidental. Había un equipo que era increíble. En apenas 20 minutos Perfumo ya lo había comprobado en carne propia.
Hubo jugadores que no estuvieron si quiera advertidos. "Lógicamente nos sorprendieron; presionaban constantemente y luego jugaban bien la pelota, eso es muy difícil”. Cuenta Pablo Forlán, lateral derecho en el debut de Uruguay y Holanda en aquella Copa del Mundo. Y asegura: “La Holanda del '74 fue la única revolución futbolística que yo vi”. El equipo liderado por el futbolista Johan Cruyff ganó 2 a 0 ante la celeste, sólo perdiendo a lo largo del torneo ante Alemania Federal en la final.
Ahora bien. Jugar 90 minutos esperando que termine el partido debe ser abrumador, saber que no recibís más goles sólo porque tu arquero es increíble (tarde memorable, como tantas, la de Mazurkiewicz aquel 15 de junio en Hannover), ¿pero qué sentían los suplentes al ver el sufrir de sus compañeros? Como por ejemplo el rochense Denis Milar, quien ingresó al minuto 64 en lugar de Luis Cubilla y charló con nosotros sobre aquel partido.
¿Qué recordás de aquel partido ante Holanda en el Mundial del ’74?
Han pasado muchos años pero la memoria está fresca, ese partido fue inolvidable. Cómo olvidar al fenómeno de Johan Cruyff. Las comunicaciones no eran lo que es ahora, había poca difusión del fútbol internacional por lo que teníamos poca idea de lo que era Holanda y a Cruyff lo conocíamos muy poco. Holanda nos tomó por sorpresa y Cruyff nos sorprendió gratamente Johan Cruyff. Si alguna vez quisimos ser como algún futbolista, tuvimos varios ídolos uruguayos, pero en el extranjero el ídolo era Johan Cruyff, una figura inconmensurable, un fenómeno en todos los aspectos porque era gran futbolista técnicamente, elegante, con una técnica brutal. En ese gran equipo holandés todos jugaban bien, y nosotros no lo sabíamos, ese fue el gran problema. Desconocíamos cómo eran los rivales y fuimos con muy poca preparación, por lo que la sacamos regalada en ese partido, porque nos podían haber ganado 4 a 0 sin problemas como después le ganaron a Argentina. Los recuerdos del Mundial son todos fabulosos, aunque en lo futbolístico no nos fue nada bien.
¿Cómo fue el comienzo del partido? ¿Se llegaron a preguntar ‘Dónde estamos jugando’?
Efectivamente. Fuimos sorprendidos porque entre otras cosas tuvimos muy poca preparación. Era la época de los primeros repatriados y no había mucho seguimiento de cómo estaban los jugadores uruguayos del exterior. Hoy el técnico Tabarez viaja, tiene contacto con ellos, sabemos si juegan, si convierten. Antes no se sabía nada. Entonces Uruguay estaba formado por muchas estrellas pero que quizás no estaban en su mejor momento. Además, no teníamos ni dónde entrenar, lo hacíamos en el Centenario, no había lugar de concentración. Y hay que agregar el desconocimiento del fútbol europeo, Alemania y Holanda ‘volaban’.
Y contrariamente, esa preparación en Europa sí existía
Por supuesto. Nosotros hicimos algunos partidos de preparación. Enfrentamos a Boca, jugamos ante Atlético Mineiro porque era el equipo de Mazurkievicz, contra San Pablo porque ahí estaba Pedro Virgilio Rocha. Y no es lo mismo jugar con una selección de nivel para ver cómo estas parado para ver cómo está el equipo. Fuimos a un mundial siendo muy estructurados, con un 4-3-3, con un fútbol lento con poca preparación atlética, con poca tenencia de la pelota. Entonces esa Holanda con futbolistas que jugaban en toda la cancha, con relevos de todo tipo, nos sorprendió, no sólo a nosotros, sino a todo el mundo. Fuimos regalados, y los más perjudicados fuimos los jóvenes que pagamos un poco el precio de todo eso, como por ejemplo mi caso, el de Fernando Morena, el de Julio César Giménez. Éramos jóvenes de 20, 21 años con poca experiencia y pagamos las consecuencias.
¿Cómo viviste el partido desde el banco de suplentes?
Veíamos que era imposible. Te superaban en todos los aspectos, en lo anímico, en lo físico, en lo técnico. Hacían relevos, subía el libre, que era un fenómeno, y lo cubría un mediocampista, Cruyff jugaba en el área nuestra y en la de ellos, era imponente cómo iban y venían. No llegábamos a la mitad de la cancha. Se pagan las consecuencias de la mala organización, del mal trabajo. En esa época teníamos a Hugo Bagnulo como técnico en las eliminatorias, clasificamos en el último partido en el Centenario y a los pocos días nos enteramos que cambiaron al entrenador, ¿a quién se le ocurre hacer eso? Es de risa y eso fue lo que sucedió. Nada que ver con lo que sucede ahora.
Cuando Roberto Porta (el entrenador en el Mundial) te llama para entrar en un partido así, ¿qué sentiste?
Al principio uno está muy sorprendido. Ya de por sí estar en una Copa del Mundo fue impactante. En nuestro fútbol no es fácil, la mayoría de los futbolistas salimos de ciudades del interior, y de barrios con algunas dificultades, y encontrarte con el fútbol profesional, cumplir etapas, y de repente estar en un mundial es sorpresivo. Fue un privilegio, y uno debe olvidarse de todo eso y pensar que uno tiene que seguir para adelante. No era fácil estar ahí con 21 años, había jugado unos pocos amistosos, y entrar en un partido de esos de tanta responsabilidad. Te supera todo. Era difícil tener la pelota, era una impotencia brutal ir a buscarla a un lado y al otro, no la recibías, ellos la tenían todo el tiempo, como enfrentar hoy al Barcelona, la tienen siempre ellos, ya es aburrido hasta de mirar; cuándo se la van a prestar a los contrarios, se la prestan 30 segundos y la vuelven a tener ellos. Hoy el fútbol es lindo tácticamente pero es aburrido, no es como la década del ’70 con un Brasil técnicamente brutal, y con mucho más espacio.
Hoy el fútbol es más físico que técnico, hoy si no corres no jugas
Claro, y el fútbol lírico de aquella época ya no existe. Eso de jugar con un diez técnico, ir a un partido para ver a Fulano en tal equipo y en el rival había otro diez, ambos técnicos, manejando el equipo, la pelota, era un deleite. Y ahora son todos maquinitas.
¿Y todo eso no empezó con aquella Holanda?
Con Holanda vino una revolución futbolística, y hoy se llega a jugar menos técnicamente y más físicamente. Fijate Brasil que cambió totalmente, el fútbol lindo ya está desapareciendo, se quedaban los tipos con una preparación física brutal y no les dio resultado, ya no sabe si sólo jugar, sólo meter o jugar y meter, no encuentra la fórmula. El fútbol está muy táctico, con mucha presencia física y predomina eso, ya no existen los punteros rápidos, los jugadores cerebrales son menos. Es más difícil jugar en este fútbol de pocos espacios, no me gusta mucho, yo me quedo con el fútbol de aquella década.
¿Y a lo largo de tu carrera volviste a sentir esa impotencia dentro de una cancha?
Fue una gran experiencia, una frustración total y creo que influyó para que mi mejor fútbol haya aparecido luego, porque esa experiencia de tanta impotencia y de ser tan poco protagonista, hizo que llegara a casa y me dijera ‘si no soy protagonista para qué estoy acá, no puedo volver a entrar a un partido a verla pasar siempre, para ser mejor para el equipo tengo que intentar ser el mejor cada partido, todos los domingos, ser protagonista’. Me sentí tan mediocre que no quise volver a sentir eso. Cambié un poco mi cabeza luego de eso y pude hacer una carrera aceptable hasta que me rompí la rodilla en España. Me había pasado en un partido del interior, acá en un Rocha - Minas, tenía 17 años y perdimos 5 a 0 en Minas, y no quise nunca más pasar eso, hasta que me tomé revancha en 1984 y le ganamos 5 a 1. Por lo menos me tomé la revancha, salvando la distancia fue un poco ese pensamiento.
Para los uruguayos haber pedido ante esa Holanda debía o debió haber sido un motivo de orgullo. No amedrentarnos, sino que perdimos jugando contra un equipo increíble, cuánto sirvió guardarlo y recordarlo
Fue una frustración para todo el mundo. Viajamos al Mundial pensando que éramos campeones del mundo y fue todo al revés, pero la verdad que sí fue un orgullo el haber jugado ante ese fenómeno. Me queda la pena de haber estado al lado de Cruyff luego del partido y por el orgullo uruguayo me dije esta camiseta no la cambio por nada, no se la doy a nadie, aunque hayamos perdido. Lo tuve al lado y hoy podría tener la número 14 de Cruyff, pero no se la quise cambiar porque el orgullo pudo más.
Cómo uno puede valorar, como en la vida, las cosas cuando las ve con otras perspectivas
Sí, me ha pasado. Soy muy agradecido con los equipos donde jugué: a Rampla que me ayudó, a Liverpool que me hizo caminar en el fútbol, y por supuesto a Nacional, por lo que me costaba cambiar las camisetas. Le tomaba tanto cariño a mi camiseta que me decían de cambiarla y decía que no podía, no por subestimar a la otra camiseta, sino por el amor que le tenía a la mía. Y la de Uruguay, es lo más grande que hay, qué iba a cambiar con Cruyff, pensaba yo “¿Éste me quiere cambiar la camiseta?” y la verdad es que me hubiese gustado ser la décima parte de lo que fue Cruyff. No estaría mal dejar camisetas en el exterior, porque uno está difundiendo el fútbol de su país. Uno debería regalar muchas camisetas para que su equipo esté representado en el exterior, pero en aquella época lamentablemente tampoco se permitía mucho, porque siempre primó lo económico, te decían: ‘¿Cuánto vale un equipo entero? Entregás una camiseta y después tenemos que pedir once más’ Costaba mucho, pero bueno, es así la vida, lo que podemos contar ahora.
Segundo gol recibido y un arquero (Carnevali) se apura a reanudar. 2-0 abajo en 25 minutos. Y entonces el enojo del zaguero capitán que va perdiendo; no es bronca con el árbitro, ni con los rivales, ni con lo mal que marcan sus compañeros. Tampoco un error de su golero detona el reproche. “¿Por qué te apurás para sacar rápido? ¿Para dar vuelta el partido? ¿En serio? Si nos apuramos nos hacen diez”.
Al final sólo fueron cuatro los goles que Holanda le convirtió a Argentina por la primera fecha de la segunda fase del Mundial de 1974. El capitán tenía razón. El Mariscal Roberto Perfumo ya había escuchado los rumores que circulaban en toda Alemania Occidental. Había un equipo que era increíble. En apenas 20 minutos Perfumo ya lo había comprobado en carne propia.
Hubo jugadores que no estuvieron si quiera advertidos. "Lógicamente nos sorprendieron; presionaban constantemente y luego jugaban bien la pelota, eso es muy difícil”. Cuenta Pablo Forlán, lateral derecho en el debut de Uruguay y Holanda en aquella Copa del Mundo. Y asegura: “La Holanda del '74 fue la única revolución futbolística que yo vi”. El equipo liderado por el futbolista Johan Cruyff ganó 2 a 0 ante la celeste, sólo perdiendo a lo largo del torneo ante Alemania Federal en la final.
Ahora bien. Jugar 90 minutos esperando que termine el partido debe ser abrumador, saber que no recibís más goles sólo porque tu arquero es increíble (tarde memorable, como tantas, la de Mazurkiewicz aquel 15 de junio en Hannover), ¿pero qué sentían los suplentes al ver el sufrir de sus compañeros? Como por ejemplo el rochense Denis Milar, quien ingresó al minuto 64 en lugar de Luis Cubilla y charló con nosotros sobre aquel partido.
¿Qué recordás de aquel partido ante Holanda en el Mundial del ’74?
Han pasado muchos años pero la memoria está fresca, ese partido fue inolvidable. Cómo olvidar al fenómeno de Johan Cruyff. Las comunicaciones no eran lo que es ahora, había poca difusión del fútbol internacional por lo que teníamos poca idea de lo que era Holanda y a Cruyff lo conocíamos muy poco. Holanda nos tomó por sorpresa y Cruyff nos sorprendió gratamente Johan Cruyff. Si alguna vez quisimos ser como algún futbolista, tuvimos varios ídolos uruguayos, pero en el extranjero el ídolo era Johan Cruyff, una figura inconmensurable, un fenómeno en todos los aspectos porque era gran futbolista técnicamente, elegante, con una técnica brutal. En ese gran equipo holandés todos jugaban bien, y nosotros no lo sabíamos, ese fue el gran problema. Desconocíamos cómo eran los rivales y fuimos con muy poca preparación, por lo que la sacamos regalada en ese partido, porque nos podían haber ganado 4 a 0 sin problemas como después le ganaron a Argentina. Los recuerdos del Mundial son todos fabulosos, aunque en lo futbolístico no nos fue nada bien.
¿Cómo fue el comienzo del partido? ¿Se llegaron a preguntar ‘Dónde estamos jugando’?
Efectivamente. Fuimos sorprendidos porque entre otras cosas tuvimos muy poca preparación. Era la época de los primeros repatriados y no había mucho seguimiento de cómo estaban los jugadores uruguayos del exterior. Hoy el técnico Tabarez viaja, tiene contacto con ellos, sabemos si juegan, si convierten. Antes no se sabía nada. Entonces Uruguay estaba formado por muchas estrellas pero que quizás no estaban en su mejor momento. Además, no teníamos ni dónde entrenar, lo hacíamos en el Centenario, no había lugar de concentración. Y hay que agregar el desconocimiento del fútbol europeo, Alemania y Holanda ‘volaban’.
Y contrariamente, esa preparación en Europa sí existía
Por supuesto. Nosotros hicimos algunos partidos de preparación. Enfrentamos a Boca, jugamos ante Atlético Mineiro porque era el equipo de Mazurkievicz, contra San Pablo porque ahí estaba Pedro Virgilio Rocha. Y no es lo mismo jugar con una selección de nivel para ver cómo estas parado para ver cómo está el equipo. Fuimos a un mundial siendo muy estructurados, con un 4-3-3, con un fútbol lento con poca preparación atlética, con poca tenencia de la pelota. Entonces esa Holanda con futbolistas que jugaban en toda la cancha, con relevos de todo tipo, nos sorprendió, no sólo a nosotros, sino a todo el mundo. Fuimos regalados, y los más perjudicados fuimos los jóvenes que pagamos un poco el precio de todo eso, como por ejemplo mi caso, el de Fernando Morena, el de Julio César Giménez. Éramos jóvenes de 20, 21 años con poca experiencia y pagamos las consecuencias.
¿Cómo viviste el partido desde el banco de suplentes?
Veíamos que era imposible. Te superaban en todos los aspectos, en lo anímico, en lo físico, en lo técnico. Hacían relevos, subía el libre, que era un fenómeno, y lo cubría un mediocampista, Cruyff jugaba en el área nuestra y en la de ellos, era imponente cómo iban y venían. No llegábamos a la mitad de la cancha. Se pagan las consecuencias de la mala organización, del mal trabajo. En esa época teníamos a Hugo Bagnulo como técnico en las eliminatorias, clasificamos en el último partido en el Centenario y a los pocos días nos enteramos que cambiaron al entrenador, ¿a quién se le ocurre hacer eso? Es de risa y eso fue lo que sucedió. Nada que ver con lo que sucede ahora.
Cuando Roberto Porta (el entrenador en el Mundial) te llama para entrar en un partido así, ¿qué sentiste?
Al principio uno está muy sorprendido. Ya de por sí estar en una Copa del Mundo fue impactante. En nuestro fútbol no es fácil, la mayoría de los futbolistas salimos de ciudades del interior, y de barrios con algunas dificultades, y encontrarte con el fútbol profesional, cumplir etapas, y de repente estar en un mundial es sorpresivo. Fue un privilegio, y uno debe olvidarse de todo eso y pensar que uno tiene que seguir para adelante. No era fácil estar ahí con 21 años, había jugado unos pocos amistosos, y entrar en un partido de esos de tanta responsabilidad. Te supera todo. Era difícil tener la pelota, era una impotencia brutal ir a buscarla a un lado y al otro, no la recibías, ellos la tenían todo el tiempo, como enfrentar hoy al Barcelona, la tienen siempre ellos, ya es aburrido hasta de mirar; cuándo se la van a prestar a los contrarios, se la prestan 30 segundos y la vuelven a tener ellos. Hoy el fútbol es lindo tácticamente pero es aburrido, no es como la década del ’70 con un Brasil técnicamente brutal, y con mucho más espacio.
Hoy el fútbol es más físico que técnico, hoy si no corres no jugas
Claro, y el fútbol lírico de aquella época ya no existe. Eso de jugar con un diez técnico, ir a un partido para ver a Fulano en tal equipo y en el rival había otro diez, ambos técnicos, manejando el equipo, la pelota, era un deleite. Y ahora son todos maquinitas.
¿Y todo eso no empezó con aquella Holanda?
Con Holanda vino una revolución futbolística, y hoy se llega a jugar menos técnicamente y más físicamente. Fijate Brasil que cambió totalmente, el fútbol lindo ya está desapareciendo, se quedaban los tipos con una preparación física brutal y no les dio resultado, ya no sabe si sólo jugar, sólo meter o jugar y meter, no encuentra la fórmula. El fútbol está muy táctico, con mucha presencia física y predomina eso, ya no existen los punteros rápidos, los jugadores cerebrales son menos. Es más difícil jugar en este fútbol de pocos espacios, no me gusta mucho, yo me quedo con el fútbol de aquella década.
¿Y a lo largo de tu carrera volviste a sentir esa impotencia dentro de una cancha?
Fue una gran experiencia, una frustración total y creo que influyó para que mi mejor fútbol haya aparecido luego, porque esa experiencia de tanta impotencia y de ser tan poco protagonista, hizo que llegara a casa y me dijera ‘si no soy protagonista para qué estoy acá, no puedo volver a entrar a un partido a verla pasar siempre, para ser mejor para el equipo tengo que intentar ser el mejor cada partido, todos los domingos, ser protagonista’. Me sentí tan mediocre que no quise volver a sentir eso. Cambié un poco mi cabeza luego de eso y pude hacer una carrera aceptable hasta que me rompí la rodilla en España. Me había pasado en un partido del interior, acá en un Rocha - Minas, tenía 17 años y perdimos 5 a 0 en Minas, y no quise nunca más pasar eso, hasta que me tomé revancha en 1984 y le ganamos 5 a 1. Por lo menos me tomé la revancha, salvando la distancia fue un poco ese pensamiento.
Para los uruguayos haber pedido ante esa Holanda debía o debió haber sido un motivo de orgullo. No amedrentarnos, sino que perdimos jugando contra un equipo increíble, cuánto sirvió guardarlo y recordarlo
Fue una frustración para todo el mundo. Viajamos al Mundial pensando que éramos campeones del mundo y fue todo al revés, pero la verdad que sí fue un orgullo el haber jugado ante ese fenómeno. Me queda la pena de haber estado al lado de Cruyff luego del partido y por el orgullo uruguayo me dije esta camiseta no la cambio por nada, no se la doy a nadie, aunque hayamos perdido. Lo tuve al lado y hoy podría tener la número 14 de Cruyff, pero no se la quise cambiar porque el orgullo pudo más.
Cómo uno puede valorar, como en la vida, las cosas cuando las ve con otras perspectivas
Sí, me ha pasado. Soy muy agradecido con los equipos donde jugué: a Rampla que me ayudó, a Liverpool que me hizo caminar en el fútbol, y por supuesto a Nacional, por lo que me costaba cambiar las camisetas. Le tomaba tanto cariño a mi camiseta que me decían de cambiarla y decía que no podía, no por subestimar a la otra camiseta, sino por el amor que le tenía a la mía. Y la de Uruguay, es lo más grande que hay, qué iba a cambiar con Cruyff, pensaba yo “¿Éste me quiere cambiar la camiseta?” y la verdad es que me hubiese gustado ser la décima parte de lo que fue Cruyff. No estaría mal dejar camisetas en el exterior, porque uno está difundiendo el fútbol de su país. Uno debería regalar muchas camisetas para que su equipo esté representado en el exterior, pero en aquella época lamentablemente tampoco se permitía mucho, porque siempre primó lo económico, te decían: ‘¿Cuánto vale un equipo entero? Entregás una camiseta y después tenemos que pedir once más’ Costaba mucho, pero bueno, es así la vida, lo que podemos contar ahora.