LBJ Records

LeBron James tiene su propio sello, uno cargado de récords y distinciones individuales. Y lo sigue promocionando.

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Foto: EFE - ERIK S. LESSER
Promediando el primer cuarto del duelo entre Cleveland y New Orleans, Lebron James la entierra hasta los huesos ante la mirada atónita de compañeros y rivales. No es una hundida más, sino aquella con la que se quiebra un nuevo récord del eterno Michael Jordan: 867 partidos consecutivos marcando diez o más puntos en el fantástico mundo de la NBA.

Es el flamante registro del rey indiscutido de esta era, aquel que prolonga el legado del inmortal número 23. Los dueños de casa pasan a ganar 21 - 15 y el Quicken Loans Arena explota; el calvo moreno de vincha toma la anaranjada entre sus manos y la ofrenda al público que delira ante otro hito en esta trayectoria que lejos está de terminar. Llueven aplausos, estruendosa la ovación; igual que en enero cuando visitando la ciudad de San Antonio se transformó en el player más joven en traspasar la barrera de los 30 mil puntos con solo 33 años y 24 días. Como en cada cancha donde toca revalidar el status de jugador más importante de los últimos veinte años.
 
El juego se reanuda, los Pelicans llegan a sacar doce de ventaja pero la velada pertenece al nacido en Ohio y los Cavaliers le regalan la victoria imponiéndose por 123 - 101. El score final solo es una anécdota, mientras la leyenda se agiganta. Once años después de su última vez por debajo de los dos dígitos, en aquel match frente a Milwaukee Bucks cuando siendo un purrete de 22 anotó solo ocho unidades, Lebron le agrega otra página de oro a su riquísima carrera profesional.

Máximo anotador en la historia de los playoffs (otro récord birlado al gran MJ), con su nombre grabado a fuego en las entrañas de este deporte, ya consolidado como treintañero experimentado; The King mantiene encendida la llama sagrada de la pasión, empecinado en seguir aprendiendo y mejorar cada día. 27.4 puntos, 8.6 rebotes y 9.1 asistencias son sus actuales numeritos estratosféricos, dignos de cualquier MVP habido y por haber.
 
“Me votaría a mí mismo. Todo lo que estoy haciendo esta temporada, cómo lo estoy haciendo… Definitivamente me daría a mí mismo el voto”, dice respecto al futuro premio que distinguirá al mejor de todos en la temporada. Palabras siempre teñidas de esa necesaria dosis de arrogancia que los ganadores natos suelen tener, inquebrantable fe en sí mismo no exenta de una gran cuota de veracidad.

Existen argumentos sólidos tras la verborragia de campeón, más aún si tenemos en cuenta la catarata de contratiempos que ha sufrido su equipo. Desde la sorpresiva partida de Irving antes de iniciar el torneo, pasando por un sinfín de lesiones (Kevin Love y Tristan Thompson entre otros) hasta la reestructuración absoluta de la plantilla posterior al All Star Game. Así y todo el vigente monarca del Este se mantuvo a flote gracias a la perseverancia de este competidor salvaje y hoy ocupa la tercera posición de conferencia con 47 ganados y 30 perdidos; peor que años anteriores pero evitando el Tsunami que asomó a mitad de camino.
 
77 encuentros disputados, sin ausencias hasta el momento, es el dato elocuente que habla de un físico privilegiado acompañado de una mente prodigiosa; 2 metros 03, 113 kilogramos y combo perfecto de técnica e inteligencia permiten a James desempeñar con la misma eficacia el rol de base, ayuda, alero o ala pivot, acorde a los momentos y necesidades del colectivo, en un verdadero canto a la versatilidad. Tres campeonatos de la NBA, ocho finales, tres medallas olímpicas con la selección norteamericana (dos oros y un bronce) y un Mundial avalan su éxito grupal. Una decena de apariciones en el quinteto ideal de la liga, cuatro trofeos como jugador más valioso, tres en las finales y dos en el All Star Game confirman su reputación de mito viviente, tocado con la varita, próximo integrante del Salón de la Fama. 

Muchos fueron los que, consumada la derrota de Miami frente a Dallas en la definición del 2011 y aún sin haberlo visto calzarse el anillo, pidieron  menos show time y más conceptos, efectividad sin efectismo, una pizca de madurez emocional entre tanta vanidad. Pasaron más de 2500 días de aquel aprendizaje con sabor a frustración, el niño juguetón devino en hombre hecho y derecho, player total, único espécimen en alcanzar los 30 mil puntos, 8 mil rebotes y 8 mil asistencias combinados, sabio entendedor de este juego que excede largamente a la pelota.