Bota de oro
Juventus consiguió el doblete de Serie A y Coppa Italia, extendiendo su hegemonía en el país con forma de bota.
Foto: EFE - Di Marco
La historia se repite, los festejos se multiplican y una leyenda se agiganta. Después de golear al Milán por 4 tantos contra 0 el pasado miércoles 9 de mayo la Juventus de Turín se consagró por cuarta vez al hilo como el mejor de la Copa Italia; no conforme con la enésima conquista de entre casa, cuatro días después empató sin goles frente a la Roma y se proclamó campeón de la liga por séptima ocasión consecutiva. Scudetto número 34 y copa 13 para el conjunto bianconero que sigue evidenciando una superioridad aplastante ante los diferentes rivales de la competencia doméstica. Ambas coronaciones se concretaron en menos de 96 horas en el mismísimo Estadio Olímpico de la capital italiana, escenario ideal para la continuidad de un ciclo virtuoso que largó allá por 2011 y parece no haber llegado a su fin.
En una temporada en la que el Nápoli le disputó cabeza a cabeza el campeonato casi hasta el final, en la fecha número 37 la Vecchia Signora llegó a los 92 puntos y finiquitó la historia con otra vuelta olímpica, igualando de esta manera el record de Olympique Lyon que tuvo una hegemonía idéntica en Francia entre el 2001 y el 2008. La Mayor jerarquía y longitud de un riquísimo plantel hicieron posible este cuarto doblete consecutivo que había arrancado con un título que nunca estuvo en duda y en el que la emoción se ausentó sin aviso. Así el duelo del Norte frente al rossonero terminó en favor de los dirigidos por Massimiliano Allegri con poker, baile y otra prueba cabal de que en la península itálica las memorias vivas se escriben en blanco y negro. Más páginas de gloria para una Juve que ahora le saca dieciséis torneos de ventaja al Inter y al Milán y cuatro copas de distancia a la Roma, más inmediatos perseguidores en las respectivas tablas históricas.
Regularidad a prueba de balas fue la credencial inobjetable que tuvo este equipo de hombres ya habituado a las mieles del éxito; treinta y cuatro triunfos, cinco empates y solamente tres derrotas entre las dos competencias hablan a las claras de esta consistencia. El interminable Buffón desde el arco, Giorgio Chiellini en la defensa, el croata Pjanic en la mitad de la cancha y los argentinos Dybala e Higuain en el ataque forman la columna vertebral de un campeón con todas las letras. Los rioplatenses mencionados se transformaron en artilleros de la temporada con 26 y 23 tantos respectivamente. Además de ser el segundo equipo más goleador (84), entre el gran Gigi y el polaco Wojciech Szczęsny custodiaron la valla menos vencida del calcio con solo 23 goles en contra.
Sin dudas la cuenta pendiente está en el ámbito internacional y la eterna obsesión se llama Champions League, torneo en el que luego de haber perdido las finales de 2015 y 2017, la sociedad propiedad de la Familia Agnelli volvió a quedar afuera cerca de la meta en la presente temporada. El verdugo repetido fue Real Madrid, esta vez en ronda semifinales, y esa orejona esquiva sigue resistiéndose a aterrizar en la ciudad de Turín. La sequía en la máxima cita continental viene de hace más de dos décadas e incluye cinco definiciones perdidas en forma consecutiva. Durante aquel imborrable 1996 la Juventus derrotó al Ajax de Holanda por penales en una final jugada, otra vez, en el bendito Estadio Olímpico de Roma y obtuvo la segunda copa europea de clubes en su vastísima cronología de sucesos, la última hasta el día de la fecha. Más allá de estos sucesivos fracasos fuera de fronteras, este último fin de semana sirvió para corroborar que en los desafíos de cabotaje la supremacía juventina persiste hasta nuevo aviso.
En una temporada en la que el Nápoli le disputó cabeza a cabeza el campeonato casi hasta el final, en la fecha número 37 la Vecchia Signora llegó a los 92 puntos y finiquitó la historia con otra vuelta olímpica, igualando de esta manera el record de Olympique Lyon que tuvo una hegemonía idéntica en Francia entre el 2001 y el 2008. La Mayor jerarquía y longitud de un riquísimo plantel hicieron posible este cuarto doblete consecutivo que había arrancado con un título que nunca estuvo en duda y en el que la emoción se ausentó sin aviso. Así el duelo del Norte frente al rossonero terminó en favor de los dirigidos por Massimiliano Allegri con poker, baile y otra prueba cabal de que en la península itálica las memorias vivas se escriben en blanco y negro. Más páginas de gloria para una Juve que ahora le saca dieciséis torneos de ventaja al Inter y al Milán y cuatro copas de distancia a la Roma, más inmediatos perseguidores en las respectivas tablas históricas.
Regularidad a prueba de balas fue la credencial inobjetable que tuvo este equipo de hombres ya habituado a las mieles del éxito; treinta y cuatro triunfos, cinco empates y solamente tres derrotas entre las dos competencias hablan a las claras de esta consistencia. El interminable Buffón desde el arco, Giorgio Chiellini en la defensa, el croata Pjanic en la mitad de la cancha y los argentinos Dybala e Higuain en el ataque forman la columna vertebral de un campeón con todas las letras. Los rioplatenses mencionados se transformaron en artilleros de la temporada con 26 y 23 tantos respectivamente. Además de ser el segundo equipo más goleador (84), entre el gran Gigi y el polaco Wojciech Szczęsny custodiaron la valla menos vencida del calcio con solo 23 goles en contra.
Sin dudas la cuenta pendiente está en el ámbito internacional y la eterna obsesión se llama Champions League, torneo en el que luego de haber perdido las finales de 2015 y 2017, la sociedad propiedad de la Familia Agnelli volvió a quedar afuera cerca de la meta en la presente temporada. El verdugo repetido fue Real Madrid, esta vez en ronda semifinales, y esa orejona esquiva sigue resistiéndose a aterrizar en la ciudad de Turín. La sequía en la máxima cita continental viene de hace más de dos décadas e incluye cinco definiciones perdidas en forma consecutiva. Durante aquel imborrable 1996 la Juventus derrotó al Ajax de Holanda por penales en una final jugada, otra vez, en el bendito Estadio Olímpico de Roma y obtuvo la segunda copa europea de clubes en su vastísima cronología de sucesos, la última hasta el día de la fecha. Más allá de estos sucesivos fracasos fuera de fronteras, este último fin de semana sirvió para corroborar que en los desafíos de cabotaje la supremacía juventina persiste hasta nuevo aviso.