Clásicos modernos
Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers, la rivalidad de esta era en la NBA.
Foto: EFE - Monica Davey
Mayo del 2015. Cleveland Cavaliers y Golden State Warriors se veían las caras por primera vez en la definición del mejor básquetbol del mundo; Curry ya consolidado como la estrella que hoy perdura, James en su inagotable rol de Rey de la Selva y un tal KD aun compartiendo marquesina junto a Westbrook en Oklahoma. Nadie podía presagiar que en este año de nuevas marcas a batir esos dos mismos equipos jugaran la cuarta final consecutiva en el maravilloso mundo de la NBA.
Luego de consagrarse como monarcas de conferencia el poker se hizo realidad y una hegemonía abrumadora aparece instalada en la tierra del Showtime sin fecha de vencimiento a la vista. Con este flamante duelo por el campeonato, Ohio y Oakland vuelven a ser testigos de una de las páginas más gloriosas en la historia deportiva estadounidense; no solo un record absoluto en el deporte de la anaranjada, sino la primera vez que esto ocurre en las grandes ligas americanas. Hasta ahora la NFL, la NHL y la MLB habían vivido tres decisiones al hilo con los mismos conjuntos involucrados, pero jamás cuatro.
Fidedigno revival de aquellas luchas encarnizadas que nos regalaron Celtics y Lakers (finales en 1983, 1984 y 1987) durante la inolvidable década del ochenta, la rivalidad se muda de territorios aunque reflota ese imperecedero legado de tiempos remotos; sin la clarividencia de Magic y Larry, pero con la espectacularidad de Lebrón y Stephen.
Escribiendo con letras doradas la leyenda del planeta básquet, los muchachos dirigidos por Steve Kerr y Tyronn Lue prolongan esta época de esplendor; mientras los Warriors tienen cinco anillos en su rico historial (dos en las últimas tres temporadas), la razón de que los Cavaliers hayan probado las mieles del éxito por primera vez (2016) tiene nombre y apellido; ni más ni menos que el Señor James, quien está disputando su octava final consecutiva y ha transformado a una franquicia sin tradición alguna en un contendiente permanente a la hora de cortar el bacalao.
Alimentando sin cesar el mito viviente, el número 23 de la era moderna hace gala de su portento físico, acumulando 100 partidos y 3.769 minutos en cancha durante la temporada (no se perdió un solo match) una verdadera animalada teniendo en cuenta su condición de treintañero (33) hecho y derecho. Él y solamente él ha sido la clave para disimular la ida de Irving, las continuas lesiones de Love y las irregularidades típicas que acontecen en los planteles.
Por el lado de los vigentes campeones, la dependencia de una sola figura nunca fue tal y la estelaridad circunstancial se reparte entre cuatro players All Star como Kevin Durant (se sumó a mediados de 2016), Stephen Curry, Draymond Green y Klay Thompson. Con los agregados vitales de los experimentados Livingston, West y Andre Iguodala, subcapitán y una de las piedras fundadoras en este ciclo deluxe.
A diferencia de los años anteriores en los que tanto uno como otro fueron líderes de conferencia al final de la temporada, en la 2017-2018 el camino se hizo empinado y cuesta arriba; Lebrón y compañía culminaron terceros en el Este (record de 50-32) y los de California ocuparon la segunda ubicación en la Costa Oeste (58-24). Como si las rutas al paraíso fuesen calcadas, los dos llegaron a este ansiado desenlace tras durísimas batallas de siete cotejos frente a Boston Celtics y Houston Rockets.
En lo que refiere al mano a mano, desde el 2014 hasta el día de la fecha jugaron 26 encuentros sumando regular season y playoffs con 17 triunfos de los Warriors (siete de los últimos ocho) contra 9 de los Cavs; mientras que en finales fueron 18 juegos con 11 victorias para los Guerreros del Estado Dorado. Más allá de números fríos esta película repetida se reinventa sin cesar mediante la infinita jerarquía, el fuego sagrado y la preponderancia de los intangibles que no lucen en la planilla estadística.
Desde 2001 que ningún equipo llegaba tan de punto en las apuestas como Cleveland , en dicha oportunidad nadie daba un mango por los Sixers de Iverson frente a los Lakers de Shaq y Kobe; aquella vez primó la lógica y los californianos barrieron. Sin embargo, con el mejor del mundo defendiendo la patriada todo es posible y el trillado lugar común alerta que clásicos son clásicos.
Luego de consagrarse como monarcas de conferencia el poker se hizo realidad y una hegemonía abrumadora aparece instalada en la tierra del Showtime sin fecha de vencimiento a la vista. Con este flamante duelo por el campeonato, Ohio y Oakland vuelven a ser testigos de una de las páginas más gloriosas en la historia deportiva estadounidense; no solo un record absoluto en el deporte de la anaranjada, sino la primera vez que esto ocurre en las grandes ligas americanas. Hasta ahora la NFL, la NHL y la MLB habían vivido tres decisiones al hilo con los mismos conjuntos involucrados, pero jamás cuatro.
Fidedigno revival de aquellas luchas encarnizadas que nos regalaron Celtics y Lakers (finales en 1983, 1984 y 1987) durante la inolvidable década del ochenta, la rivalidad se muda de territorios aunque reflota ese imperecedero legado de tiempos remotos; sin la clarividencia de Magic y Larry, pero con la espectacularidad de Lebrón y Stephen.
Escribiendo con letras doradas la leyenda del planeta básquet, los muchachos dirigidos por Steve Kerr y Tyronn Lue prolongan esta época de esplendor; mientras los Warriors tienen cinco anillos en su rico historial (dos en las últimas tres temporadas), la razón de que los Cavaliers hayan probado las mieles del éxito por primera vez (2016) tiene nombre y apellido; ni más ni menos que el Señor James, quien está disputando su octava final consecutiva y ha transformado a una franquicia sin tradición alguna en un contendiente permanente a la hora de cortar el bacalao.
Alimentando sin cesar el mito viviente, el número 23 de la era moderna hace gala de su portento físico, acumulando 100 partidos y 3.769 minutos en cancha durante la temporada (no se perdió un solo match) una verdadera animalada teniendo en cuenta su condición de treintañero (33) hecho y derecho. Él y solamente él ha sido la clave para disimular la ida de Irving, las continuas lesiones de Love y las irregularidades típicas que acontecen en los planteles.
Por el lado de los vigentes campeones, la dependencia de una sola figura nunca fue tal y la estelaridad circunstancial se reparte entre cuatro players All Star como Kevin Durant (se sumó a mediados de 2016), Stephen Curry, Draymond Green y Klay Thompson. Con los agregados vitales de los experimentados Livingston, West y Andre Iguodala, subcapitán y una de las piedras fundadoras en este ciclo deluxe.
A diferencia de los años anteriores en los que tanto uno como otro fueron líderes de conferencia al final de la temporada, en la 2017-2018 el camino se hizo empinado y cuesta arriba; Lebrón y compañía culminaron terceros en el Este (record de 50-32) y los de California ocuparon la segunda ubicación en la Costa Oeste (58-24). Como si las rutas al paraíso fuesen calcadas, los dos llegaron a este ansiado desenlace tras durísimas batallas de siete cotejos frente a Boston Celtics y Houston Rockets.
En lo que refiere al mano a mano, desde el 2014 hasta el día de la fecha jugaron 26 encuentros sumando regular season y playoffs con 17 triunfos de los Warriors (siete de los últimos ocho) contra 9 de los Cavs; mientras que en finales fueron 18 juegos con 11 victorias para los Guerreros del Estado Dorado. Más allá de números fríos esta película repetida se reinventa sin cesar mediante la infinita jerarquía, el fuego sagrado y la preponderancia de los intangibles que no lucen en la planilla estadística.
Desde 2001 que ningún equipo llegaba tan de punto en las apuestas como Cleveland , en dicha oportunidad nadie daba un mango por los Sixers de Iverson frente a los Lakers de Shaq y Kobe; aquella vez primó la lógica y los californianos barrieron. Sin embargo, con el mejor del mundo defendiendo la patriada todo es posible y el trillado lugar común alerta que clásicos son clásicos.