El Maestro Vasco
Maestro de formación, eligió el fútbol como trabajo. Vasco de nacimiento, pero uruguayo por opción: Pierre Sarratia.
Foto: Referí
Trabajando en formativas desde siempre en Francia y desde hace nueve años en Uruguay. Pierre Sarratia cuenta los secretos del proyecto francés, al tiempo que desde Europa le piden que revele el misterio del milagro rioplatense.
Sarratia es el encargado del área metodológica del Club Nacional de Fútbol. Nació en Biarritz, País Vasco ‘francés’, a diez mil kilómetros de Punta Del Este y a doscientos kilómetros de Bordeaux. El fútbol acortó esas distancias pero entre Uruguay y Francia debemos hacer una escala en San Sebastián.
¿Cómo surge su relación con la Real Sociedad?
Yo estaba muy involucrado en la Real Sociedad por muchas razones desde los años ’80. En la Eurocopa disputada en 1984 en Francia, yo estuve con la selección española. Ellos cuando necesitaban algo de Francia me llamaban, por ejemplo cuando tenían problemas y debían ir a Zúrich para el tribunal de la UEFA me llevaban como traductor. Y al estar muy cerca, siempre hubo un vínculo con la Real. Me decían ‘el hombre de la Real en Francia’, y los franceses me llamaban ‘el hombre de la Real Sociedad’.
¿Es correcto imaginarse un vínculo con Martín Lasarte previo a su llegada a Uruguay?
Sí, porque yo iba cada quince días a ver jugar a la Real Sociedad cuando Martín era entrenador. Me conocían en la Real y ahí lo conocí a él. Real Sociedad también venía a entrenar a Biarritz. En su última etapa en Nacional, conversábamos de la Real Sociedad y del País Vasco. Un pueblo cerca de San Sebastián se llama ‘Lasarte’, es donde se corren las carreras de caballo, donde están las sidrerías. Además, para mí, como francés de Biarritz, era nada pasar la frontera, era como para un montevideano ir a Canelones, nos sentíamos como en casa. Y al revés también, por ejemplo Martín cruzaba la frontera a ver películas francesas, que le gustaban mucho.
¿Entonces a Antoine Griezmann también lo conoció desde pequeño?
Lo conocí por muchas razones. Cuando yo trabajaba en la juvenil de Francia, me encargaba de los goleros, el ayudante técnico era amigo de los padres de Griezmann. Además, Antoine vino a Bayona (Francia) a los 13 años a la casa de un compañero que trabajaba como ojeador en la Real Sociedad. Tiempo después, en el estadio de San Sebastián, Lasarte era el entrenador y vi a Griezmann entrenar; se había lesionado el puntero titular y el suplente, por lo que llamaron al chico del juvenil B, Antoine. Lo seguí porque la Real Sociedad estaba en Segunda División y avisé al seleccionador francés de la sub19 que había un buen jugador francés en San Sebastián. Me escuchó y cuando vieron que era titular, lo llamaron y fue campeón de Europa sub19 en el 2010 con Lacazette como compañero de ataque. La teoría francesa es que un chico para tener éxito tenía que vivir cerca de su casa, pero Griezmann es un ejemplo contrario, tuvo mucha suerte, porque en la Real pudo desarrollarse, trabajar mucho, confiaron en él. Era el ídolo de la Real en la Segunda División. Una vez en un partido marcó un gol, y entró en el coche publicitario en la pista de atletismo, lo amonestaron pero el público enloqueció. Otra vez había nieve cerca de la pista y celebró tirándose en la nieve; en la fiesta por el campeonato tomó el micrófono y cantaba. También aprendió mucho de Carlos Bueno, muy compañero suyo, me contaba Martín Lasarte que aprendió mucho en el aspecto profesional.
El maestro Oscar Tabarez siempre habla bien del trabajo juvenil en Francia. ¿Cómo trabajan?
Es sencillo. Luego de unos Juegos Olímpicos, donde tuvimos una actuación catastrófica (el atletismo puede ser la base de una evaluación de un pueblo), decidieron desarrollar una política deportiva con el estado, hicieron convenios con las federaciones poniendo entrenadores en diferentes zonas para el desarrollo del deporte. En el fútbol, se creó una escuela en Vichy para chicos de quince años, para recibirlos y mejorar los entrenamientos. Casi todos ficharon en clubes profesionales y así los clubes profesionales crearon verdaderos centro de formaciones. Luego vino la reglamentación que obligaba a tener centros de formación, a tener alojamiento, entrenadores calificados, con calidad. Poco a poco se hizo la formación francesa y el resultado fue el mundial 1998, pero sobretodo los títulos europeos juveniles (NdeR: Francia salió campeón europeo en sub18 en los años 1996, 1997 y 2000, y campeón europeo sub 19 en 2005, 2010 y 2016). Eso lo ves ahora, todos los jugadores que salen de la formación francesa van a Italia, España, Alemania, Inglaterra. Somos una marca, un país exportador de futbolistas. Salvo el PSG, los otros cubes tienen a casi todos sus jugadores formados en Francia, luego se compran uno o dos de afuera; somos un país vendedor como ustedes.
Y haciendo hincapié en la teoría de los ‘150 kilómetros’ francesa, cuánto más cerca del lugar de entrenamiento mejor rendimiento.
Se prohibió que los chicos fichen a más de 150 km, el objetivo era que los chicos se queden en su zona hasta los 16 años. Por eso la Federación hizo escuelas federativas, y hay doce o trece Centros de Formación en toda Francia para los chicos de 14 o 16 años. Los que no viven cerca de un club profesional van a estas escuelas que están en su región entrenando todos los días, viven en un colegio, con infraestructura. Esto depende de Ministerio del Deporte, además hay un convenio con Ministro de Educación. Hay entrenadores calificados, y de ahí casi 50, 60 por ciento de los chicos firman en los cubes profesionales, que prefieren esperar, porque si fichan a los 14 años tienen más posibilidades de equivocarse que a los 16.
Usted siempre repite que el futbolista juvenil es un estudiante, aún no es un futbolista profesional
Es la primera frase que decimos cuando empezamos con Sebastian Taramasco. El chico es un estudiante, un niño, un hijo que tiene familia, que estudia. No es un futbolista profesional. Tenía un chico que no iba al colegio, y me decía ‘yo quiero ser profesional’, y le respondía ‘no eres aún, si te pasa algo en el fútbol, no existes, date cuenta. Ir al colegio no te va a impedir ser profesional’. El chico entendió y se fue a estudiar, y eso me encanta, es un equilibrio también. Fui maestro de formación y me parece que la educación es la base de la formación de una buena persona. Cuando eres maestro sabes lo que es para un chico aprender a leer, ser capaz de ser independiente. Yo les decía muchas veces a los jugadores que encontraba en la selección juvenil: “Muchacho, tienes que tener cultura porque no tiene que nadie firmar el contrato para ti, tú tienes que leer y firmar el contrato entendiendo lo que firmas; estudia para ser responsable”. Eso es ser responsable. Pienso que es la idea de Oscar Tabarez, la educación es muy importante para un niño, para una persona.
Los extranjeros siempre preguntan por el milagro de nuestro fútbol. Viviendo en Uruguay, ¿has encontrado respuestas?
Es cierto. En Francia no entienden cómo ustedes tienen dos delanteros centro de nivel mundial así con tres millones de habitantes, es increíble pero existe, eso es Uruguay. Lo primero es la personalidad del futbolista uruguayo. Después la súper competitividad que existe desde chiquito, un tema que se puede discutir, tiene desventajas y ventajas; una ventaja es que están acostumbrados a luchar, a dar todo, a nunca querer perder. Si acompañas eso con formación tienes un muy buen futbolista. El fútbol representa algo aquí, por eso no hay sorpresa. Cuando llegué aquí mis amigos me mandaban mensajes preguntándome: “Explícanos qué hay en los cursos de entrenador”, ese secreto no existe, sí ahora seguro que mejoraron mucho, pero el tema es que ‘la materia prima’ es muy buena. Es eso. Aquí se vive fútbol, se disfruta fútbol. En la semana hay un poco de calma en el inicio, pero cuando se acercan los partidos se nota. He vivido la locura, lo digo con cariño, de los clásicos; hay algo, no es el fin del mundo, pero casi.
Más allá del fútbol, ¿tenías alguna otra referencia de Uruguay?
No. El primer choque que tuve aquí fueron los Olimareños. De América del Sur, conocíamos el tango y el baile brasileño, pero cuando llegué me di cuenta de mucho más. Zitarrosa, Los Olimareños. Ustedes son muy creativos en la música, son muy desarrollados en muchos aspectos. Hacen bromas de todo, y tienen mucha cultura. Me recuerda muchas veces al país vasco, es muy parecido, hay una cultura del canto similar, a los vascos nos encanta cantar. Mi señora me llevó a escuchar al ‘Zurdo’ (Bessio) a La Paloma y eso me gusta, la gente que se pone con una guitarra, que se pone a cantar, como Los Olimareños, Zitarrosa, todas esas canciones me gustan, porque es un pueblo que vive. Soy francés, pero estoy bien en Uruguay porque he elegido vivir en Uruguay. El otro día estaba pensando en esto: cuando era joven sólo pensaba que existía el País Vasco, luego Francia, luego San Sebastián, España existía, y gracias al fútbol vi que existía el mundo entero. El hombre no es de un solo país, pertenece a una estructura más grande donde hay gente formidable, en todos los países. El fútbol es increíble. Gracias al fútbol nos aceramos mucho.
¿Cómo ve a Francia a la distancia?
Francia está cambiando mucho, porque es un país multicultural, que ahora tiene muchos problemas porque no ha sabido recibir a toda esta gente que viene de afuera, que en lugar de hacer una buena integración ha permitido que esta gente viva aparte y ahora lo está ‘pagando’. Tenemos que abrirnos más a esta gente que vive en Francia, pero algunas veces son gente que vive como en su país en un país como Francia; tenemos que intentar abrirnos mucho, los extranjeros no son solamente útiles para jugar al fútbol.
Sarratia es el encargado del área metodológica del Club Nacional de Fútbol. Nació en Biarritz, País Vasco ‘francés’, a diez mil kilómetros de Punta Del Este y a doscientos kilómetros de Bordeaux. El fútbol acortó esas distancias pero entre Uruguay y Francia debemos hacer una escala en San Sebastián.
¿Cómo surge su relación con la Real Sociedad?
Yo estaba muy involucrado en la Real Sociedad por muchas razones desde los años ’80. En la Eurocopa disputada en 1984 en Francia, yo estuve con la selección española. Ellos cuando necesitaban algo de Francia me llamaban, por ejemplo cuando tenían problemas y debían ir a Zúrich para el tribunal de la UEFA me llevaban como traductor. Y al estar muy cerca, siempre hubo un vínculo con la Real. Me decían ‘el hombre de la Real en Francia’, y los franceses me llamaban ‘el hombre de la Real Sociedad’.
¿Es correcto imaginarse un vínculo con Martín Lasarte previo a su llegada a Uruguay?
Sí, porque yo iba cada quince días a ver jugar a la Real Sociedad cuando Martín era entrenador. Me conocían en la Real y ahí lo conocí a él. Real Sociedad también venía a entrenar a Biarritz. En su última etapa en Nacional, conversábamos de la Real Sociedad y del País Vasco. Un pueblo cerca de San Sebastián se llama ‘Lasarte’, es donde se corren las carreras de caballo, donde están las sidrerías. Además, para mí, como francés de Biarritz, era nada pasar la frontera, era como para un montevideano ir a Canelones, nos sentíamos como en casa. Y al revés también, por ejemplo Martín cruzaba la frontera a ver películas francesas, que le gustaban mucho.
¿Entonces a Antoine Griezmann también lo conoció desde pequeño?
Lo conocí por muchas razones. Cuando yo trabajaba en la juvenil de Francia, me encargaba de los goleros, el ayudante técnico era amigo de los padres de Griezmann. Además, Antoine vino a Bayona (Francia) a los 13 años a la casa de un compañero que trabajaba como ojeador en la Real Sociedad. Tiempo después, en el estadio de San Sebastián, Lasarte era el entrenador y vi a Griezmann entrenar; se había lesionado el puntero titular y el suplente, por lo que llamaron al chico del juvenil B, Antoine. Lo seguí porque la Real Sociedad estaba en Segunda División y avisé al seleccionador francés de la sub19 que había un buen jugador francés en San Sebastián. Me escuchó y cuando vieron que era titular, lo llamaron y fue campeón de Europa sub19 en el 2010 con Lacazette como compañero de ataque. La teoría francesa es que un chico para tener éxito tenía que vivir cerca de su casa, pero Griezmann es un ejemplo contrario, tuvo mucha suerte, porque en la Real pudo desarrollarse, trabajar mucho, confiaron en él. Era el ídolo de la Real en la Segunda División. Una vez en un partido marcó un gol, y entró en el coche publicitario en la pista de atletismo, lo amonestaron pero el público enloqueció. Otra vez había nieve cerca de la pista y celebró tirándose en la nieve; en la fiesta por el campeonato tomó el micrófono y cantaba. También aprendió mucho de Carlos Bueno, muy compañero suyo, me contaba Martín Lasarte que aprendió mucho en el aspecto profesional.
El maestro Oscar Tabarez siempre habla bien del trabajo juvenil en Francia. ¿Cómo trabajan?
Es sencillo. Luego de unos Juegos Olímpicos, donde tuvimos una actuación catastrófica (el atletismo puede ser la base de una evaluación de un pueblo), decidieron desarrollar una política deportiva con el estado, hicieron convenios con las federaciones poniendo entrenadores en diferentes zonas para el desarrollo del deporte. En el fútbol, se creó una escuela en Vichy para chicos de quince años, para recibirlos y mejorar los entrenamientos. Casi todos ficharon en clubes profesionales y así los clubes profesionales crearon verdaderos centro de formaciones. Luego vino la reglamentación que obligaba a tener centros de formación, a tener alojamiento, entrenadores calificados, con calidad. Poco a poco se hizo la formación francesa y el resultado fue el mundial 1998, pero sobretodo los títulos europeos juveniles (NdeR: Francia salió campeón europeo en sub18 en los años 1996, 1997 y 2000, y campeón europeo sub 19 en 2005, 2010 y 2016). Eso lo ves ahora, todos los jugadores que salen de la formación francesa van a Italia, España, Alemania, Inglaterra. Somos una marca, un país exportador de futbolistas. Salvo el PSG, los otros cubes tienen a casi todos sus jugadores formados en Francia, luego se compran uno o dos de afuera; somos un país vendedor como ustedes.
Y haciendo hincapié en la teoría de los ‘150 kilómetros’ francesa, cuánto más cerca del lugar de entrenamiento mejor rendimiento.
Se prohibió que los chicos fichen a más de 150 km, el objetivo era que los chicos se queden en su zona hasta los 16 años. Por eso la Federación hizo escuelas federativas, y hay doce o trece Centros de Formación en toda Francia para los chicos de 14 o 16 años. Los que no viven cerca de un club profesional van a estas escuelas que están en su región entrenando todos los días, viven en un colegio, con infraestructura. Esto depende de Ministerio del Deporte, además hay un convenio con Ministro de Educación. Hay entrenadores calificados, y de ahí casi 50, 60 por ciento de los chicos firman en los cubes profesionales, que prefieren esperar, porque si fichan a los 14 años tienen más posibilidades de equivocarse que a los 16.
Usted siempre repite que el futbolista juvenil es un estudiante, aún no es un futbolista profesional
Es la primera frase que decimos cuando empezamos con Sebastian Taramasco. El chico es un estudiante, un niño, un hijo que tiene familia, que estudia. No es un futbolista profesional. Tenía un chico que no iba al colegio, y me decía ‘yo quiero ser profesional’, y le respondía ‘no eres aún, si te pasa algo en el fútbol, no existes, date cuenta. Ir al colegio no te va a impedir ser profesional’. El chico entendió y se fue a estudiar, y eso me encanta, es un equilibrio también. Fui maestro de formación y me parece que la educación es la base de la formación de una buena persona. Cuando eres maestro sabes lo que es para un chico aprender a leer, ser capaz de ser independiente. Yo les decía muchas veces a los jugadores que encontraba en la selección juvenil: “Muchacho, tienes que tener cultura porque no tiene que nadie firmar el contrato para ti, tú tienes que leer y firmar el contrato entendiendo lo que firmas; estudia para ser responsable”. Eso es ser responsable. Pienso que es la idea de Oscar Tabarez, la educación es muy importante para un niño, para una persona.
Los extranjeros siempre preguntan por el milagro de nuestro fútbol. Viviendo en Uruguay, ¿has encontrado respuestas?
Es cierto. En Francia no entienden cómo ustedes tienen dos delanteros centro de nivel mundial así con tres millones de habitantes, es increíble pero existe, eso es Uruguay. Lo primero es la personalidad del futbolista uruguayo. Después la súper competitividad que existe desde chiquito, un tema que se puede discutir, tiene desventajas y ventajas; una ventaja es que están acostumbrados a luchar, a dar todo, a nunca querer perder. Si acompañas eso con formación tienes un muy buen futbolista. El fútbol representa algo aquí, por eso no hay sorpresa. Cuando llegué aquí mis amigos me mandaban mensajes preguntándome: “Explícanos qué hay en los cursos de entrenador”, ese secreto no existe, sí ahora seguro que mejoraron mucho, pero el tema es que ‘la materia prima’ es muy buena. Es eso. Aquí se vive fútbol, se disfruta fútbol. En la semana hay un poco de calma en el inicio, pero cuando se acercan los partidos se nota. He vivido la locura, lo digo con cariño, de los clásicos; hay algo, no es el fin del mundo, pero casi.
Más allá del fútbol, ¿tenías alguna otra referencia de Uruguay?
No. El primer choque que tuve aquí fueron los Olimareños. De América del Sur, conocíamos el tango y el baile brasileño, pero cuando llegué me di cuenta de mucho más. Zitarrosa, Los Olimareños. Ustedes son muy creativos en la música, son muy desarrollados en muchos aspectos. Hacen bromas de todo, y tienen mucha cultura. Me recuerda muchas veces al país vasco, es muy parecido, hay una cultura del canto similar, a los vascos nos encanta cantar. Mi señora me llevó a escuchar al ‘Zurdo’ (Bessio) a La Paloma y eso me gusta, la gente que se pone con una guitarra, que se pone a cantar, como Los Olimareños, Zitarrosa, todas esas canciones me gustan, porque es un pueblo que vive. Soy francés, pero estoy bien en Uruguay porque he elegido vivir en Uruguay. El otro día estaba pensando en esto: cuando era joven sólo pensaba que existía el País Vasco, luego Francia, luego San Sebastián, España existía, y gracias al fútbol vi que existía el mundo entero. El hombre no es de un solo país, pertenece a una estructura más grande donde hay gente formidable, en todos los países. El fútbol es increíble. Gracias al fútbol nos aceramos mucho.
¿Cómo ve a Francia a la distancia?
Francia está cambiando mucho, porque es un país multicultural, que ahora tiene muchos problemas porque no ha sabido recibir a toda esta gente que viene de afuera, que en lugar de hacer una buena integración ha permitido que esta gente viva aparte y ahora lo está ‘pagando’. Tenemos que abrirnos más a esta gente que vive en Francia, pero algunas veces son gente que vive como en su país en un país como Francia; tenemos que intentar abrirnos mucho, los extranjeros no son solamente útiles para jugar al fútbol.