Il Gioco piu belo
A los 31 pirulos Fognini está mostrando el mejor nivel de su vida.
Foto: EFE-ADAM IHSE
Existe una particularísima raza de jugadores que rompe los moldes más allá de ganar o perder y traspasando la frialdad de un score circunstancial son admirados por lo que la naturaleza les da independientemente de sus curriculums. Dentro de esta pintoresca fauna de locos lindos se encuentra el italiano Fabio Fognini, quien este pasado domingo, además de deleitar a miles de vikingos escandinavos, conquistó el séptimo título de su historia como tenista en el torneo de Bastad después de vencer al francés Richard Gasquet, otro a quien siempre se le exigió más. 6-3, 3-6 y 6-1 fue el resultado de esta batalla en la que tras una hora cuarenta y seis minutos se impuso este talento innato nacido en San Remo que nada sabe de correcciones políticas. Con esta consagración en el polvo de ladrillo sueco, el apodado “Fogna” aparecerá como flamante 14 del ranking mundial, tan solo un puesto atrás de la que fue la mejor ubicación de su carrera.
A los 31 pirulos Fognini está mostrando el mejor nivel de su vida en los courts del planeta y tras despachar respectivamente a Ymer, Delbonis, Verdasco y el galo ya mencionado consiguió el segundo campeonato de la temporada (el otro en San Pablo, también sobre polvo). Así se perfila como uno de los muchos aspirantes a meterse en esa elite llamada top ten, sitial de privilegio al que siempre debió pertenecer por capacidad pero al que nunca arribó por la inconsistencia de su mente traicionera; esa que le permite ganar el punto más estéticamente bello e imposible o dejar la pelota más fácil en la red y tras cartón romper una raqueta sin pruritos contra el piso ocasional.
"Siempre me han juzgado con dureza pero la gente no se puede imaginar lo que siento por dentro. Se creen que mi actitud en pista refleja poco compromiso pero es todo lo contrario”, dice el italiano (declaraciones reproducidas por la página Punto de Break) respecto a las críticas de la falsa cátedra, esa que opina sin saber a ciencia cierta, aquella que carece de empatía y condena desde el púlpito sus reacciones temperamentales como pocas. Sin embargo, este hombre que también tiene cuatro títulos de dobles en su palmarés consigue lo imposible en este ultra competitivo universo deportivo; despertar la veneración de propios y extraños sin ser el mejor, sin la necesidad de un éxito rutilante o lejos de las marquesinas que alumbran a los Federer o los Nadal. Pupilo del argentino Franco Davín y amante del fútbol, el ferviente tifosi del Inter de Milán brilla con luz propia; vaya donde vaya, juegue donde juegue, carismático exponente de una especie en extinción que no cuida las apariencias y enaltece al tenis arte.
Fiel a un estilo desprejuiciado y excéntrico, Il Signore Fabio se convirtió en el segundo tano más ganador con siete trofeos ATP en su haber, solo por detrás del inolvidable Adriano Panatta quien consiguió diez y llegó a ser el cuatro del mundo en 1976. Como si esto fuese poco corta una racha negativa de diecinueve temporadas de sequía tana en el SkiStar Swedish Open ya que el último en gritar campeón fue Paolo Cane en 1989. Ahora tocará defender la corona de Gstaad lograda en 2017, justo en el país de su ídolo Rogelio. Después el controvertido especialista en tierra batida deberá trasladarse al cemento, superficie donde nunca pudo levantar copas y en la que logró el mejor triunfo de todos frente a Nadal en el Us Open 2015 (remontó estando 2 sets abajo) El techo de su rendimiento parece estar lejos y a pesar de ser un treintañero nadie podría asegurar que un mago de esta dimensión no vuelva a frotar la lámpara para sacar algún otro inesperado conejo de la galera. Ojalá pueda decirle basta al autoflagelo, a las malas pasadas que le juega su sesera inestable; siempre y cuando sea sin traicionar la esencia más pura, esa que lo transformó en un clásico del circuito. Ojala siga siendo Fognini, genio y figura hasta la sepultura.
A los 31 pirulos Fognini está mostrando el mejor nivel de su vida en los courts del planeta y tras despachar respectivamente a Ymer, Delbonis, Verdasco y el galo ya mencionado consiguió el segundo campeonato de la temporada (el otro en San Pablo, también sobre polvo). Así se perfila como uno de los muchos aspirantes a meterse en esa elite llamada top ten, sitial de privilegio al que siempre debió pertenecer por capacidad pero al que nunca arribó por la inconsistencia de su mente traicionera; esa que le permite ganar el punto más estéticamente bello e imposible o dejar la pelota más fácil en la red y tras cartón romper una raqueta sin pruritos contra el piso ocasional.
"Siempre me han juzgado con dureza pero la gente no se puede imaginar lo que siento por dentro. Se creen que mi actitud en pista refleja poco compromiso pero es todo lo contrario”, dice el italiano (declaraciones reproducidas por la página Punto de Break) respecto a las críticas de la falsa cátedra, esa que opina sin saber a ciencia cierta, aquella que carece de empatía y condena desde el púlpito sus reacciones temperamentales como pocas. Sin embargo, este hombre que también tiene cuatro títulos de dobles en su palmarés consigue lo imposible en este ultra competitivo universo deportivo; despertar la veneración de propios y extraños sin ser el mejor, sin la necesidad de un éxito rutilante o lejos de las marquesinas que alumbran a los Federer o los Nadal. Pupilo del argentino Franco Davín y amante del fútbol, el ferviente tifosi del Inter de Milán brilla con luz propia; vaya donde vaya, juegue donde juegue, carismático exponente de una especie en extinción que no cuida las apariencias y enaltece al tenis arte.
Fiel a un estilo desprejuiciado y excéntrico, Il Signore Fabio se convirtió en el segundo tano más ganador con siete trofeos ATP en su haber, solo por detrás del inolvidable Adriano Panatta quien consiguió diez y llegó a ser el cuatro del mundo en 1976. Como si esto fuese poco corta una racha negativa de diecinueve temporadas de sequía tana en el SkiStar Swedish Open ya que el último en gritar campeón fue Paolo Cane en 1989. Ahora tocará defender la corona de Gstaad lograda en 2017, justo en el país de su ídolo Rogelio. Después el controvertido especialista en tierra batida deberá trasladarse al cemento, superficie donde nunca pudo levantar copas y en la que logró el mejor triunfo de todos frente a Nadal en el Us Open 2015 (remontó estando 2 sets abajo) El techo de su rendimiento parece estar lejos y a pesar de ser un treintañero nadie podría asegurar que un mago de esta dimensión no vuelva a frotar la lámpara para sacar algún otro inesperado conejo de la galera. Ojalá pueda decirle basta al autoflagelo, a las malas pasadas que le juega su sesera inestable; siempre y cuando sea sin traicionar la esencia más pura, esa que lo transformó en un clásico del circuito. Ojala siga siendo Fognini, genio y figura hasta la sepultura.