Georgia on my mind

Nikoloz Basilashvili, el primer georgiano en ganar un torneo ATP.

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Foto: ATP
Nada descubrimos diciendo que Georgia es un pequeño país de poco más de tres millones y medio de habitantes, ubicado en el límite entre Europa y Asia con escasísima tradición deportiva, salvo honrosas excepciones provenientes del judo, el levantamiento de pesas o la lucha grecorromana. Es por ello que Nikoloz Basilashvili es desde el domingo 28 de julio del 2018 nuevo ídolo nacional, tras derrotar al argentino Leonardo Mayer en la final del ATP 500 de Hamburgo y convertirse en el primer georgiano que conquista un campeonato en el circuito por excelencia del tenis mundial. A los 26 años y después de un par de finales perdidas en Kitzbuhel (2016) y Memphis (2017), el nacido en Tbilisi derrumba esa máxima de que no hay dos sin tres, ratificando en cambio que para él la tercera fue la vencida en el polvo de ladrillo alemán. 6-4, 0-6 y 7-5 marcó el score final de un match lleno de vaivenes que se prolongó por dos horas y doce minutos. 

Desde las sombras y sin cartel de estrella, Basilashvili se transformó en el cuarto jugador proveniente de la clasificación que en la presente temporada termina levantando la copa el fin de semana (Daniil Medvedev en Sidney,  Mirza Basic en Sofia y Roberto Carballes  en Quito); luego de consumada su ansiada primera vez, escaló desde el puesto 81 hasta la casilla 35 del ranking (superando a su compatriota Labadze, número 42 en 2004), hasta el día de la fecha su mejor colocación en una ascendente carrera.  El camino a la gloria no fue corto y estuvo plagado de espinas ya que cinco de los siete triunfos se resolvieron en tres sets y tan solo dos por la vía rápida; Kamke y Melzer fueron las víctimas ocasionales en la qualy, mientras que en el cuadro principal desfilaron sucesivamente  Kohlschreiber, nuestro Cuevitas, el español Carreño Busta, un  sorprendente chileno llamado Nicolás Jarry y el correntino Mayer, quien defendía la corona en suelo germano. 

"En la final jugué uno de los peores partidos del torneo diría yo. Fue muy justo todo. Creo que tuve un poco de suerte”, reconoció el aguerrido Nikoloz en conferencia de prensa (declaraciones reproducidas por puntodebreak.com) tras su bautismo de campeón en la gira itinerante que recorre el universo semana tras semana. Dicha autocrítica no estuvo lejos de la realidad ya que después de llevarse un ajustado primer set, y tal como sucediese el día anterior en semifinales, el europeo sufrió una profunda laguna mental perdiendo 6-0 el segundo. En el tercero siguieron las oscilaciones y el partido fue una moneda en el aire; irregularidad e imprecisiones varias acentuadas por los nervios propios de los duelos decisivos. Uno y otro sostuvieron los servicios sin sobresaltos hasta que llegó el medular undécimo game y las dos primeras chances de quiebre para quien a la postre sería el ganador. Desaprovechada la primera, el hombre de vincha y barba tupida no perdonó en la segunda. Con el saque en su poder para coronar la faena y la mano diestra agarrotada por el estrés, salvó pelota de break y posteriormente recibió de brazos abiertos una inestimable colaboración del sudamericano, quien con dos groseros errores de derecha selló el desenlace.

Festejo inesperado para alguien que es  profesional desde el 2008 cuyo debut en un grand slam aconteció recién seis primaveras más tarde en Wimbledon 2014. Con tan solo 120 partidos disputados (54 ganados y 66 perdidos) en el alto rendimiento de las raquetas “Basil” pone por primera vez a su patria en el centro del mapa tenístico. Vale la pena destacar que Alex Metreveli, también oriundo de Tbilisi, logró cinco títulos, alcanzando el top ten en 1974 (número 9). Sin embargo en dicha época Georgia formaba parte de la Unión Soviética y así seguirían siendo las cosas hasta 1991, momento de la caída del histórico régimen marxista leninista. De allí en adelante la nación situada en la costa del Mar Negro sería independiente y soberana pero tendría que esperar hasta este siglo veintiuno para conocer las mieles del éxito en el deporte blanco. Todo gracias a un señor de lindo revés a dos manos, drive potente e inestable, solidez desde el fondo de la cancha y pocas ideas al momento de subir a la red; player tan rústico como peleador, que pase lo que pase ya tiene un lugarcito asegurado en la historia de su pago natal .