El argentino que somos
Un 30 de octubre nació Diego Maradona, el jugador que cambió el fútbol.
Foto: Buena Vibra
Entrevista realizada en el programa Múscia al Ángulo
“Claro, los fundamentalistas de las estadísticas podrán tirar los números de Messi y con eso terminarían la discusión. Por eso rescatamos la breve explicación de la revista inglesa FourFourTwo, que eligió a Maradona como mejor futbolista de la historia, segundo a Messi y tercero a Pelé. ‘Pelé metió más goles. Messi ganó más títulos. Pero si viste a Maradona con una pelota en los pies podrás entenderlo.” Así finaliza su artículo ‘El que lo explica es un inglés’ la revista argentina Un Caño.
Diego Armando Maradona tenía magia. Una magia especial, verificable con sólo ver el calentamiento ‘Life is life’ en el Nápoles.
Román Iucht confiesa que ‘Diego jugador nos toca una cuerda que tiene que ver con la sensibilidad’. Iucht, periodista argentino, autor de los libros “La vida por el fútbol: Marcelo Bielsa, el último romántico” y "Sabella, el hombre que sueña con dar vuelta en el Maracaná”, nos habló cómo Diego, siempre por el nombre de pila, le acercó una vida más feliz.
Como jugador de fútbol, ¿es lógico que Maradona haya salido de ese contexto, que sea argentino y que sea sudamericano?
Es probable en algún punto. Sí me parece que vale la pena establecer una distinción y que es lo que yo creo que a Diego lo hizo el más grande entre los grandes. No soy de los que creen que cuando vos ves un jugador que juega bárbaro decís ese nació en Barracas, en el Cerro o en el Parque Rodó, porque con ese criterio Cruyff no hubiera nacido en Amsterdan y Puskas en Hungría. Pero sí creo que aún con toda esa genética y con ese don, la grandeza más importante que tenía Diego fue que era el primero en llegar al entrenamiento y una vez que el entrenamiento terminaba, se quedaba pateando 150 tiros libres hasta llegar al grado de perfección que hizo lo que fue. Entonces, si al talento no le incorporas trabajo, si a la técnica no le agregas un mínimo de método, si al genio no le adosas una parte minúscula de músculo te vas a quedar en eso y vas a ser un gran talento y probablemente vas a llegar lejos. Pero Diego no apuntó a llegar lejos, sino a ser el mejor. Y eso es lo que lo terminó consagrando.
El disfrutar también lo hacía quedarse siempre con la pelota, Zidane planteaba que en una práctica Maradona pateaba la pelota al travesaño para que ésta le volviera.
Sí, claro, en ese sentido era extraordinario. Bilardo siempre contaba que en algún entrenamiento con la selección cuando tenían que hacer pelota parada, Diego iba a patear el córner y Bilardo le decía ‘Diego, pateá acá al primera palo’ y Maradona tiraba el primer centro y la pelota pegaba en el palo, tiraba el segundo y lo mismo, entonces Bilardo le decía ‘No Diego, tirala un poquito más abierto’ y Diego le contestaba ‘Bueno, usted me dijo que lo tirara al palo’, pequeños detalles. En función de lo que decían y lo que a nosotros tanto nos enloqueció de Diego, vos dijiste ‘Diego jugaba a la pelota’; yo creo que Diego jugaba al fútbol, o nos hacía creer que jugaba al fútbol, porque jugaba como el más serio de todos, pero en el fondo, en su espíritu, él todo el tiempo jugaba a la pelota.
¿En qué momento Diego pasa a ser esa referencia contra los poderosos? ¿O es a través de Diego, que el fútbol como representación de hecho cultural de todo el pueblo pasa a enfrentar al poder?
Creo que es una respuesta difícil de precisar y celebro que sea así, si tuviéramos la respuesta se terminaría parte de la magia, el truco está en eso en que una cosa va de la mano con la otra y eso es lo genial. Porque a veces no se sabe cuándo empiezan las relaciones entre el ídolo y el pueblo, no queda muy claro si es el pueblo que consagra al ídolo o es el ídolo el que lleva al pueblo y es el primero que está tirando del carro, lo cierto es que naturalmente Diego vino a ocupar un espacio, y a ocuparlo como ningún otro, un tipo muy sensible. Hay una frase extraordinaria de (Jorge) Valdano en función de que, en esta odiosa comparación, Messi en caso de ganar un Mundial sería más grande que Maradona: ‘Es imposible, porque Argentina debiera entrar en guerra con Brasil y ganarle una final’. Y es lo que pasó con Diego ante Inglaterra en el ’86, donde, quizás desaforada y exageradamente, se mezcló patria y pelota, que es lo que nunca debiera ocurrir; una cosa es la representación de un equipo de fútbol de argentinos y otra cosa es la Argentina; uno siente que está el país jugando y en el fondo lo sobrecarga de algo que probablemente sea injusto con los protagonistas específicamente. Pero bueno, así fue escrita la historia. A título personal, más allá de todo lo que pueda haber quedado en los últimos 15 o 20 años del personaje mediático Maradona del que sale más en la prensa del corazón que en las páginas deportivas, y que como hoy el fútbol se consume de una manera increíble y los pibes que ven los goles de Messi o Suárez lo ven en vivo y en directo y lo repiten 78 millones de veces, lo de Diego era leyenda. Y si bien es cierto que la leyenda permite la posibilidad de que los personajes se agiganten porque uno lo puede contar sin tener un argumento fáctico como para comprobarlo, creo que lo más grande que tiene Diego, y lo hablo de la generación de los que tenemos más de cuarenta años y disfrutamos mucho de verlo, pero también disfrutábamos de esperar el domingo cuando aquí en Argentina trasmitían un solo partido del fútbol italiano y a veces era del Nápoli y a veces no. Para mí lo más grande de Diego es que yo admiro, respeto e idolatro en el buen sentido a Martín Karadagian, a los personajes de alguna serie que veía de chico, a los tipos que mientras fui creciendo me ayudaron a vivir la vida más feliz. Y Maradona básicamente es eso, un superhéroe de carne y hueso que con una pelota en los pies me ayudó a vivir la vida más feliz.
¿Dónde estabas en el gol ante Inglaterra en el Mundial de 1986?
Lo recuerdo muy bien porque estaba en la casa de un compañerito de mi hermano del colegio secundario, y cuando Diego convirtió el primer gol quedó algo raro flotando en el ambiente, pero cuando hizo el segundo me acuerdo que estábamos con la radio prendida y Víctor Hugo Morales era una locomotora relatando y me acuerdo que a los que estaban les dije ‘Callensé’ para escuchar qué decía el relato del gol, como olfateando que podía haber algo que quedara para la posteridad. Terminó el partido y no puede escapar a lo del común denominador de la gente, que salió a la calle a festejar, sin comprender demasiado todo ese otro costado histórico que podía tener, pero disfrutando de haber sido testigo y guardarlo, porque eso también me parece que es un dato fundamental en mi memoria. Siempre le digo a los pibes que tienen 25 o 30 años, que Maradona para ellos es un personaje de un manual de historia futbolera, yo en chiste les digo a ustedes les falta un material imprescindible para el disco rígido futbolero. Y bueno, te salen con otra cosa y como son los pibes de hoy mucho no les importa lo que vos le decís. Pero nosotros sabemos lo que vivimos y cómo lo disfrutamos.
Hoy es difícil que vayan al archivo a ver partidos viejos
Y los pibes si prenden la computadora, salvo algunos, se meten para ver Netflix, YouTube o grabar algo ellos mismos. Volviendo a Diego, la sensación es un poco lo que les dije y en el fondo en la biografía que escribí de Alejandro Sabella antes del Mundial de Brasil cuando llegué al capítulo Messi se me ocurrió una frase, que no sé si es buena o mala pero representa un poco y lo incluye a Diego, porque tiene que ver con lo que es Diego y con aquellas cosas que encontramos de Diego y que en muchas nos sentimos identificados para lo bueno, y que en muchas nos sentimos identificados para lo malo. Y como es un espejo, pero es un espejo muy potente, muy poderoso, probablemente también moleste. Insisto, lo separo al Diego de su vida privada, no consumo ese personaje. En el libro escribí algo así: “Messi es el argentino que nos gustaría ser, y Diego es el argentino que en el fondo somos”.
“Claro, los fundamentalistas de las estadísticas podrán tirar los números de Messi y con eso terminarían la discusión. Por eso rescatamos la breve explicación de la revista inglesa FourFourTwo, que eligió a Maradona como mejor futbolista de la historia, segundo a Messi y tercero a Pelé. ‘Pelé metió más goles. Messi ganó más títulos. Pero si viste a Maradona con una pelota en los pies podrás entenderlo.” Así finaliza su artículo ‘El que lo explica es un inglés’ la revista argentina Un Caño.
Diego Armando Maradona tenía magia. Una magia especial, verificable con sólo ver el calentamiento ‘Life is life’ en el Nápoles.
Román Iucht confiesa que ‘Diego jugador nos toca una cuerda que tiene que ver con la sensibilidad’. Iucht, periodista argentino, autor de los libros “La vida por el fútbol: Marcelo Bielsa, el último romántico” y "Sabella, el hombre que sueña con dar vuelta en el Maracaná”, nos habló cómo Diego, siempre por el nombre de pila, le acercó una vida más feliz.
Como jugador de fútbol, ¿es lógico que Maradona haya salido de ese contexto, que sea argentino y que sea sudamericano?
Es probable en algún punto. Sí me parece que vale la pena establecer una distinción y que es lo que yo creo que a Diego lo hizo el más grande entre los grandes. No soy de los que creen que cuando vos ves un jugador que juega bárbaro decís ese nació en Barracas, en el Cerro o en el Parque Rodó, porque con ese criterio Cruyff no hubiera nacido en Amsterdan y Puskas en Hungría. Pero sí creo que aún con toda esa genética y con ese don, la grandeza más importante que tenía Diego fue que era el primero en llegar al entrenamiento y una vez que el entrenamiento terminaba, se quedaba pateando 150 tiros libres hasta llegar al grado de perfección que hizo lo que fue. Entonces, si al talento no le incorporas trabajo, si a la técnica no le agregas un mínimo de método, si al genio no le adosas una parte minúscula de músculo te vas a quedar en eso y vas a ser un gran talento y probablemente vas a llegar lejos. Pero Diego no apuntó a llegar lejos, sino a ser el mejor. Y eso es lo que lo terminó consagrando.
El disfrutar también lo hacía quedarse siempre con la pelota, Zidane planteaba que en una práctica Maradona pateaba la pelota al travesaño para que ésta le volviera.
Sí, claro, en ese sentido era extraordinario. Bilardo siempre contaba que en algún entrenamiento con la selección cuando tenían que hacer pelota parada, Diego iba a patear el córner y Bilardo le decía ‘Diego, pateá acá al primera palo’ y Maradona tiraba el primer centro y la pelota pegaba en el palo, tiraba el segundo y lo mismo, entonces Bilardo le decía ‘No Diego, tirala un poquito más abierto’ y Diego le contestaba ‘Bueno, usted me dijo que lo tirara al palo’, pequeños detalles. En función de lo que decían y lo que a nosotros tanto nos enloqueció de Diego, vos dijiste ‘Diego jugaba a la pelota’; yo creo que Diego jugaba al fútbol, o nos hacía creer que jugaba al fútbol, porque jugaba como el más serio de todos, pero en el fondo, en su espíritu, él todo el tiempo jugaba a la pelota.
¿En qué momento Diego pasa a ser esa referencia contra los poderosos? ¿O es a través de Diego, que el fútbol como representación de hecho cultural de todo el pueblo pasa a enfrentar al poder?
Creo que es una respuesta difícil de precisar y celebro que sea así, si tuviéramos la respuesta se terminaría parte de la magia, el truco está en eso en que una cosa va de la mano con la otra y eso es lo genial. Porque a veces no se sabe cuándo empiezan las relaciones entre el ídolo y el pueblo, no queda muy claro si es el pueblo que consagra al ídolo o es el ídolo el que lleva al pueblo y es el primero que está tirando del carro, lo cierto es que naturalmente Diego vino a ocupar un espacio, y a ocuparlo como ningún otro, un tipo muy sensible. Hay una frase extraordinaria de (Jorge) Valdano en función de que, en esta odiosa comparación, Messi en caso de ganar un Mundial sería más grande que Maradona: ‘Es imposible, porque Argentina debiera entrar en guerra con Brasil y ganarle una final’. Y es lo que pasó con Diego ante Inglaterra en el ’86, donde, quizás desaforada y exageradamente, se mezcló patria y pelota, que es lo que nunca debiera ocurrir; una cosa es la representación de un equipo de fútbol de argentinos y otra cosa es la Argentina; uno siente que está el país jugando y en el fondo lo sobrecarga de algo que probablemente sea injusto con los protagonistas específicamente. Pero bueno, así fue escrita la historia. A título personal, más allá de todo lo que pueda haber quedado en los últimos 15 o 20 años del personaje mediático Maradona del que sale más en la prensa del corazón que en las páginas deportivas, y que como hoy el fútbol se consume de una manera increíble y los pibes que ven los goles de Messi o Suárez lo ven en vivo y en directo y lo repiten 78 millones de veces, lo de Diego era leyenda. Y si bien es cierto que la leyenda permite la posibilidad de que los personajes se agiganten porque uno lo puede contar sin tener un argumento fáctico como para comprobarlo, creo que lo más grande que tiene Diego, y lo hablo de la generación de los que tenemos más de cuarenta años y disfrutamos mucho de verlo, pero también disfrutábamos de esperar el domingo cuando aquí en Argentina trasmitían un solo partido del fútbol italiano y a veces era del Nápoli y a veces no. Para mí lo más grande de Diego es que yo admiro, respeto e idolatro en el buen sentido a Martín Karadagian, a los personajes de alguna serie que veía de chico, a los tipos que mientras fui creciendo me ayudaron a vivir la vida más feliz. Y Maradona básicamente es eso, un superhéroe de carne y hueso que con una pelota en los pies me ayudó a vivir la vida más feliz.
¿Dónde estabas en el gol ante Inglaterra en el Mundial de 1986?
Lo recuerdo muy bien porque estaba en la casa de un compañerito de mi hermano del colegio secundario, y cuando Diego convirtió el primer gol quedó algo raro flotando en el ambiente, pero cuando hizo el segundo me acuerdo que estábamos con la radio prendida y Víctor Hugo Morales era una locomotora relatando y me acuerdo que a los que estaban les dije ‘Callensé’ para escuchar qué decía el relato del gol, como olfateando que podía haber algo que quedara para la posteridad. Terminó el partido y no puede escapar a lo del común denominador de la gente, que salió a la calle a festejar, sin comprender demasiado todo ese otro costado histórico que podía tener, pero disfrutando de haber sido testigo y guardarlo, porque eso también me parece que es un dato fundamental en mi memoria. Siempre le digo a los pibes que tienen 25 o 30 años, que Maradona para ellos es un personaje de un manual de historia futbolera, yo en chiste les digo a ustedes les falta un material imprescindible para el disco rígido futbolero. Y bueno, te salen con otra cosa y como son los pibes de hoy mucho no les importa lo que vos le decís. Pero nosotros sabemos lo que vivimos y cómo lo disfrutamos.
Hoy es difícil que vayan al archivo a ver partidos viejos
Y los pibes si prenden la computadora, salvo algunos, se meten para ver Netflix, YouTube o grabar algo ellos mismos. Volviendo a Diego, la sensación es un poco lo que les dije y en el fondo en la biografía que escribí de Alejandro Sabella antes del Mundial de Brasil cuando llegué al capítulo Messi se me ocurrió una frase, que no sé si es buena o mala pero representa un poco y lo incluye a Diego, porque tiene que ver con lo que es Diego y con aquellas cosas que encontramos de Diego y que en muchas nos sentimos identificados para lo bueno, y que en muchas nos sentimos identificados para lo malo. Y como es un espejo, pero es un espejo muy potente, muy poderoso, probablemente también moleste. Insisto, lo separo al Diego de su vida privada, no consumo ese personaje. En el libro escribí algo así: “Messi es el argentino que nos gustaría ser, y Diego es el argentino que en el fondo somos”.