Entrenar la improvisación

Fútbol y teatro con Emilio Gallardo, hijo de periodista e improvisador de ley.

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Foto: Facebook de Emilio Gallardo

Entrevista realizada por el programa Música al Ángulo de M24


¿Cómo habrán sido las primeras jugadas del fútbol? ¿Eran originales al cien por ciento? ¿O hubo alguna referencia? El de la chilena por ejemplo, ¿lo habrá entrenado? Parece que todo fue producto de la improvisación. Un wing se vio acorralado y tiró un caño antes de que las reglas fueran redactadas. Y así con todo.

Porque aún hoy con todo pensado y repensado, con videos y drones, tácticas y contratácticas el domingo está librado a lo que los jugadores decidan en cada jugada, a que el delantero improvise y pique el penal, a que el defensa salga a cortar cuando no debía y ahí comience el contragolpe que terminará en gol. ¿Y el entrenador entonces? Eso, el entrenador a trabajar ese aspecto, a dar herramientas para la improvisación. No ensayar puntualmente alguna pelota quieta.

Los partidos son obras improvisadas pero con reglas. Y el teatro también puede ser igual. Emilio ‘Coco’ Gallardo, hijo del periodista deportivo fallecido Juan Gallardo, es actor y docente de improvisación, formando parte de ‘Impronta Teatro’, una compañía de improvisación teatral fundada en 2009. Aquí nos cuenta sobre sus entrenamientos y sus partidos:

Aunque suene raro, en el fútbol la improvisación se entrena. ¿En el teatro lo mismo?

Sí, de hecho, nosotros necesitamos entrenar todo el tiempo. Muchas veces la gente nos pregunta cómo hacemos para ensayar si el contenido de nuestras obras es improvisado, entonces justamente lo que se hace es entrenar. Me pasó de dirigir la obra ‘Los hijos de dios’, donde trabajaban dos ex futbolistas (Enrique Peña y Obdulio Trasante) y algo que veíamos es que entre el teatro y el deporte hay muchos puntos en común, que tienen que ver con una concentración, con la disciplina, con un montón de cosas que uno hace previo a un partido que son muy similares a las de una función de improvisación. Por ejemplo es necesario calentar la mente, que igual que el cuerpo se entrena; es como cuando uno sale a correr: uno al principio, si nunca corrió, le cuesta pero de repente al año estás corriendo diez kilómetros y estás lo más bien, la mente es igual, y como un deportista antes de un partido, el actor precisa calentar previo a la función. Concentrar también es importante, tener una rigurosidad, una disciplina, porque uno piensa que a veces está la tendencia a pensar que porque es improvisado es mucho más liviano y por el contrario improvisar tiene una dificultad enorme. Hay un montón de reglas que tiene la improvisación por lo que por ejemplo hay que entrenar la escucha, agudizarla muchísimo porque tiene que estar escribiendo la historia junto con el otro en escena al momento que está sucediendo; entrenar la escucha, la capacidad propositiva: uno tiene que estar proponiéndole al compañero todo el tiempo, hay una relación media simbiótica entre los que están en escena cuando están improvisando, porque de alguna manera están generando la dramaturgia en ese momento, que es lo complejo.

Con respecto a eso, Alejandro Dolina sostiene que: "La buena improvisación tiene mucho rigor, si no, es un delirio". En esa dificultad está la gracia.

Tuve la oportunidad de leer ese texto de Dolina y comparto absolutamente todo lo que plantea, no sólo es importante la escucha sino también la aceptación. Nosotros trabajamos con una fórmula que siempre en clases trato de impartir, una regla que está buena para la improvisación pero también para la vida y es el ‘Acepto y construyo’. Si por ejemplo mi compañero me tira una propuesta en escena que es ‘¿Te parece si vamos a la piscina?” yo además de aceptar esa propuesta pongo algo más que la complemente: “Sí, vamos a la piscina y nos tiramos del lugar más alto, luego de subir una escalera espacial”. No solamente tomo la propuesta del otro sino que la complemento y la refuerzo, pasa por ahí, eso es el acepto y construyo, “Sí y…” le decimos.

¿También es importante la solidaridad? Cuánto más mejore mi juego, mejorará el juego del otro.

Es 100% así. Pasa algo similar en el fútbol que es cuando uno tiene la pelota y por no pasarla a quién se la tenía que pasar uno se pierde e hacer el gol que lo puede convertir en ganador. En improvisación pasa lo mismo, si uno no es lo suficiente generoso con su compañero, se queda con la palabra y en tal caso puede perderse de hacer grandes remates. En improvisación nosotros decimos que mi trabajo se va a lucir si yo trabajo para que el trabajo de mis compañeros se luzca, puede parecer muy entreverado pero simplemente se remite a trabajar para el otro, mucha solidaridad, mucha generosidad. Porque muchas veces yo trabajo para que mi compañero haga tremendo remate pero entonces es el trabajo colectivo el que se termina luciendo y no la individualidad, es un trabajo cien por ciento solidario, cooperativo.

En una entrevista en el Observador, mencionabas esto de ‘entrenar’ en el teatro. Es interesante porque uno ‘traduce’ entrenar con ensayar y esto nos marca un error y nos ‘agrega’ el término entrenar en el teatro.

Sí, totalmente. Formo parte de la compañía Impronta y estamos a punto de estrenar un espectáculo en agosto, en el UnderMovie en el Montevideo Shopping que se llama Match de improvisación: en el que hay una cancha, dos equipos, un referi y el público ve partidos de improvisación y a partir de eso vota quién es el equipo ganador, eso es un formato 100% deportivo, de hecho le llamamos teatro deportivo. Y para hacer eso hace meses estamos entrenando para llegar a ese estreno, y claro nos cuesta mucho llamarlo ensayo porque no es algo que se repite en el tiempo como cuando uno hace una obra de texto. Es algo que se entrena en cuanto a fórmulas, en cuanto a arreglos, pero en realidad el contendido hasta el momento no lo sabemos porque es el público que en la mayoría de los casos nos da el título a partir del cual nosotros improvisamos. Pudimos haber entrenado un montón, pero ensayar imposible porque porque no sabemos qué es lo que va a suceder finalmente. Que es lo mismo que sucede en un partido de fútbol, uno no sabe por dónde va a atacar el oponente; pasa por ahí, por generar estrategias que después en el momento del partido te van a poder ayudar a solucionar determinadas cosas, pero lo que va a suceder no lo sabes, eso también le aporta mucha adrenalina.

Hoy en día en el deporte se reivindica mucho darle al futbolista la capacidad de resolver el problema. Guardiola sostiene que la toma de decisiones se mejora jugando y jugando (https://bit.ly/2wvi9fp). Entrenar ‘acciones de juego’, no repetir soluciones, sino desarrollar la capacidad de resolver en la improvisación del juego.

Es exactamente lo mismo que nos pasa en improvisación. Cada vez son más los puntos en común que encuentro entre el deporte y la improvisación. Porque nos pasa exactamente igual con respecto a las ideas preconcebidas, siempre planteamos en clase: tratar de entrar con un montón de ideas de estrategias, pero no con nada que ya sea armado de antemano porque eso generalmente no resulta atractivo para el público de improvisación. Lo mismo que sucede en un partido, ¿qué pasa si yo tengo una ‘fórmula’ y el oponente ataca por otro lado? ¿Tengo que cambiar todo lo que había preparado? Pasa un poco por ese lugar, por generar una defensa, estar preparado para poder solucionar pero no a través de ideas preconcebidas, no a través de fórmulas.

¿Es negativo en cierto punto ‘pensar’? En el sentido que cuando uno piensa también se activan ciertos prejuicios o esto no lo puedo decir, ¿cómo se trabaja?

Uno debe tener una inteligencia emocional, lo que yo le llamo ‘para impensar’ en el sentido de que yo no puedo haber programado la escena de antemano pero sí puedo estar preparado para que esa escena sea lo más redonda posible. Si por ejemplo viene un compañero, golpea la puerta y yo le digo: ‘Hola papá’ y me contesta: ‘No soy tu papá, soy tu delivery’, no puedo insistir en que es mi papá si viene con una propuesta diferente porque le estaría haciendo una imposición y eso a los ojos del público quedaría mal. Tiene que ver con esto, de tener esta inteligencia a flor de piel, porque uno está creando y tiene que ser creativo valga la redundancia. En el momento que el público entró a la función pretende que, aunque sea improvisado, eso no deje de ser una historia interesante, una historia que tenga diferentes matices, por lo que hay que estar pensando un montón, pero no se puede permitir que esos pensamientos lo condicionen al punto de imponer a su compañero.

 

Como que uno lucha contra su propio pensamiento.

Exactamente. Uno tiene que estar lo más flexible y maleable posible. Yo estaba con esta idea y mi compañero me llevó para otro lado completamente opuesto y hacia allá vamos. Esto que te decía al principio: la aceptación. Sabemos que una escena en que uno está todo el tiempo negando no avanza, no fluye, deja de ser interesante. Hay que estar cien por ciento receptivo a lo que va a suceder con tus compañeros, exactamente igual con el deporte. Si uno no está atento a lo que sucede en la cancha, está perdido y en el escenario lo mismo; los 90 minutos en la cancha son ese rato en el escenario donde uno tiene que tener ojos en la nuca, viendo todo lo que sucede casi que en 360.

¿Te gusta ver deporte? ¿U otra actividad para descubrir improvisación?

Tuve la dicha de tener a mi viejo periodista deportivo y sinceramente me pasa que de chico sí se vio todo el tiempo deporte. Mi padre era fanático al punto de que un domingo pasaba todo el día viendo un partido de golf, yo no podía entender cómo eso para él era una actividad interesante y sin embargo en todos los deportes, golf, futbol, tenis, todos tienen muchísimos puntos en común con el teatro. De hecho tengo una docente en la formación de actuación en el Instituto de Actuación de Montevideo (IAM), Marisa Bentancur, que de un tiempo a esta parte está dando unas charlas sobre tenis y teatro, hablando sobre estrategias similares, aspectos que tiene el tenis que se podrían llevar al teatro. Y así con todos los deportes, hay mucho en común que tiene que ver con el entrenamiento, la disciplina, y muchas similitudes entre el deportista y el actor. Yendo a la pregunta, sí, una cualidad fundamental del actor es la observación ya sea en el deporte, en la calle, en el ómnibus, en donde sea, el actor tiene que estar todo el tiempo observando lo que está sucediendo a su alrededor para después poder emularlo, imitarlo, reproducirlo, el público quiere identificarse un montón de veces con las historias que ve, para eso uno tiene que ser un buen contador de historias y para eso tiene que haber visto muchas cosas. Por ejemplo para ser humor yo siempre digo que uno tiene que estar bien informado. Me gusta mucho agarrarme de muchas cosas que no son meramente teatrales pero que le aportan al hecho teatral.