Se termina el año, aunque no se terminen los deportes. 2020, año de calendarios estropeados y confusos. Diciembre, mes de cierre que se convierte en mes de apertura. Al uruguayo futbolero tampoco le asusta tanto, si habremos vivido clausuras que son aperturas y aperturas que son clausuras. En carne propia y en carne del vecino. Diciembre, donde nada es lo que parece, en el 2020, que casi no se parece a un año. Nada cierra. Casi nada termina. Son todo puertas abiertas. Casi nadie dará vuelta olímpicas, a la hora del brindis nadie se felicitará por un año impresionante ni se propondrá mejorar una actuación. Los premios no sabrán a quién premiar. 

Y mientras tanto, un último fin de semana real. Un último fin de semana para tratar de liquidar lo que queda pendiente.