Goleada al sistema

Conocé la historia del FC Sankt Pauli, un club alemán que es mucho más que un equipo de fútbol.

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Foto: westline.de

​En el año 1910, junto al barrio portuario de Hamburgo, nació el FC St. Pauli, escuadra revolucionaria que despierta inspiración y activa los sueños de un fútbol con consciencia de clase.

El fútbol juega un rol social fundamental en Uruguay y, a través de él, reproducimos un conjunto de características de nuestra sociedad; muchas veces de forma tácita. Por ejemplo, las canciones de las hinchadas nos llevan directamente al machismo y la homofobia. El poder cuasi criminal de Tenfield sobre las distintas instituciones deportivas es otra muestra más de un mundo donde el dinero sigue primando sobre los intereses colectivos.

Entonces, ¿a qué está asociada la pasión y el fanatismo en el fútbol? Esta pregunta puede tener múltiples respuestas, pero es poco probable que se afirme que la pasión en el fútbol está asociada a los ideales, la política, los sueños por una sociedad más justa y la defensa de nuestros derechos y libertades.

¿Por qué existe la idea de que la política y el fútbol está naturalmente divididos? ¿No sería deseable que la construcción de una mejor sociedad en la gran cantidad de los países futboleros se disputara también en las canchas?

Allá en el norte, en el barrio obrero de la ciudad de Hamburgo (Alemania), ciudad del puerto, fútbol y política se entrelazan. En una zona caracterizada por la fuerte presencia de prostitutas, trabajadores portuarios, okupas y punks, el FC Sankt Pauli es el cuadro del barrio. Barrio de borrachos, poetas, bohemios y restos de lo que fue una anarquía en ascenso.

El Sankt Pauli es un equipo de modestas aspiraciones que milita de forma profesional en la Bundesliga 2. Milita no es un término azaroso, ya que es uno de los equipos que mejor expresa la lucha cultural entre el deporte como competición contra el deporte como actividad social. Esto lo ha convertido en el club emblema del fútbol popular a nivel mundial.

Los estatutos del FC Sankt Pauli lo definen como una institución "antifascista, antirracista y antihomofóbica". En su estadio, el mítico Millerntor Stadium, las pantallas gigantes no reproducen publicidad. Tampoco se promocionan camisetas con nombres de jugadores, para no favorecer el individualismo: el Sankt Pauli es un fenómeno colectivo.

La venta de revistas eróticas que denigran a la mujer está prohibida, gracias al activismo militante de las hinchas del FC Sankt Pauli. Los días de partido, en las tribunas podemos ver trapos con la cara del Che Guevara, pintadas anti-nazis y consignas revolucionarias.

En 2011, al atravesar una fuerte crisis económica, el Sankt Pauli recurrió a la solidaridad de su hinchada; organizando una campaña de venta de bonos que incluso permitió financiar la ampliación del estadio. La zona VIP del Millerntor no está pensada para los millonarios o las élites: la zona VIP corresponde a los piratas, los Ultras Sankt Pauli, quienes inundan la cancha con cánticos de AC/DC o Blur.

Pero el Sankt Pauli también juega el partido afuera de la cancha. El barrio sabe que frente a las adversidades, la hinchada del Sankt Pauli organiza partidos a beneficio. Durante los crudos inviernos del norte, allá están los piratas ayudando a quienes el sistema dejó sin un techo. Como el cuadro ya es patrimonio mundial, la solidaridad también se extiende a escala global.

En 2006, como crítica al Mundial organizado por la FIFA, el Sankt Pauli organizó la FIFI (Federación Internacional de Futbolistas Independientes) Wild Cup, donde participó en representación de "la República de Sankt Pauli" junto al Tíbet y Groenlandia, entre otros.

En 1980, jugadores de Sankt Pauli se unieron a las brigadas en solidaridad con la Revolución Sandinista en Nicaragua; y en 2005 realizaron su pretemporada en la isla cubana, culminándola con un partido contra la selección de dicho país.

Es inevitable, entonces, que por las calles de la parte baja de Hamburgo las clásicas "charlas de boliche" se entremezclen con los grandes ideales libertarios, con la lucha de clases y el combate a la autoridad.

Se dice que el Millerntor tiene la capacidad de hacer transpirar hasta el más audaz de los rivales, cuando cada domingo se viste de gala con sus ropas de pasión infernal y cuando se escuchan los crudos acordes de "Hells Bells" que anuncian la llegada de los jugadores que representan más que un club de fútbol.

Sankt Pauli y sus hinchas representan la capacidad contestataria de las masas organizadas, representan la lucha incesante contra la injusticia, representan ni más ni menos que los sentimientos revolucionarios de siempre.

Un gol gritado por los hinchas del St. Pauli tiene detrás de sí a las millones de voces luchando por hacerse escuchar. Cada trancazo se vive como un desafío al sistema corrupto en el cual vivimos. Cada elegante jugada colectiva nos hace recordar a las inmortales luchas obreras y populares que fueron y seguirán siendo. Cada grito ensordecedor de aliento de la afición del equipo portuario nos evoca el grito de guerra de las grandes hazañas revolucionarias.

Actualmente, Sankt Pauli se encuentra entre las últimas posiciones de la Bundesliga 2 (segunda categoría más alta del fútbol germano). El descenso es una posibilidad cada vez más real.

Sin embargo, no es la gloria deportiva la que motiva al cuadro del puerto; es la certeza de que, con la victoria o la derrota, el barrio seguirá estando, contra viento y marea, denunciando y combatiendo las injusticias del capitalismo.

Más que un cuadro de fútbol en una competencia puntual, Sankt Pauli es una institución política con una escuadra futbolística, que entiende que el partido por el hombre nuevo y el mundo justo se juega también los domingos.