El fútbol es, seguramente, el deporte más hermoso del mundo. No solo por la pasión que genera en gran parte del planeta, sino por lo que significa a nivel social.

Pasa en todos los ámbitos de la vida. Uno suelta una pelota en medio de un grupo de personas y listo: hay interacción, diversión, contacto entre ellos. Hasta el más tímido se dispone a compartir un rato jugando a la pelota con gente incluso totalmente desconocida.

Es en el marco de esta característica del deporte (tal vez la más hermosa de todas) que queremos mostrar esta historia. Ocurrió en el sur de Tailandia, donde un grupo de chicos de un pueblito muy pequeño llamado Panyee movió mar y tierra (literalmente) para poder cumplir su sueño de jugar al fútbol.

El Panyee FC fue creado por un grupo de jóvenes que veían por tele las maravillas que hacían sus ídolos, pero que no podían practicar el deporte por no tener espacio suficiente en su pueblo para armar una cancha. Vivían pegados a una montaña, al borde del mar, por lo que una cancha de fútbol era lo último que se pensaba en construir.

Sin embargo, el sueño y la ambición de ese grupo valieron más y, con mucho esfuerzo, armaron su propio escenario deportivo. Hecho de maderas recicladas, mal clavadas y flotando en el agua empezaron a jugar como podían.

La precariedad del suelo hacía que de a poco fuesen adquiriendo más habilidades. Ya no solo había que esquivar a los rivales sino que también había que esquivar clavos salidos para afuera. Los pases debían ser precisos porque si no había que ir a buscar la pelota al agua a cada rato. Así, se fueron perfeccionando y llegaron a jugar, siendo campeones juveniles del sur de Tailandia desde 2004 a 2010.

Este pequeño video cuenta la historia detallada del equipo. Imperdible: