Víctima de una injusticia

Julio César Gard fue destituido de La Hora de los Deportes y los obdulistas no podemos permanecer indiferentes.

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El capo de las estadísticas Julio César Gard fue injustamente cesado de La hora de los deportes. Julio fue desvinculado por una polémica vía Twitter con un usuario, que lo tildó de “mandadero”. En su respuesta, Gard empleó el mensaje directo y utilizó un insulto antisemita, situación de la que tomó conocimiento la dirección del programa y decidió su cese.

Cabe señalar que La hora de los deportes es una coproducción y uno de sus directores es el que anda con la camarita celeste, recientemente designado presidente del Comité Central Israelita del Uruguay. El emperador Julio César ya tenía dos antecedentes por suspensión debido a exabruptos al aire y esta sería la gota que derramó el vaso.

“A los televidentes, muchas gracias. Fueron más de 20 años!!! A los que me dieron la oportunidad, también. Eso sí blanco o negro, nunca gris”. ¡Por eso lo quiere la gente Julito! Un hombre que tiene la costumbre de andar siempre cabizbajo, con los ojos mirando el piso. El emperador de la estadística se ha definido como un tipo tímido, vergonzoso, poco sociable, introvertido que se transforma al encenderse el micrófono o la cámara. Julito no conoce el Estadio Centenario, porque siempre estuvo en estudios cumpliendo con su labor tan apreciada por los radioescuchas de las transmisiones del Mariscal Kesman.

En tiempos de supremacía de las computadoras, el hombre robot que memoriza números y datos estadísticos, fue de a poco víctima de la persecución de sus propios colegas, hasta llegar a la lamentable destitución de su espacio en La hora de los deportes. El hombre que había calificado al programa como “cómico deportivo” fue marginado luego de varios incidentes con sus empleadores en un hecho que apena al público que incondicionalmente lo apoya.

Gard había ido ganando merecidamente protagonismo, pero a pesar de eso nunca consiguió una silla en la mesa principal. Conservó hasta el último día su escritorio separado del resto, “como si fuera un gallinero”. En cambio, este programa que alguna vez fue referencia con panelistas de la talla de Wilmar Cabrera, Juan Ricardo Faccio o Pepito Urruzmendi, ve ahora como se sienta en su mesa un mamarracho como buysan y otro muñeco que lo imita. Queda ahí solo un Dr. Etchandy bancando como puede, pero ahora sin Julito nada será igual.

Queda vacío ese costadito, desde el que cada domingo Gard cobraba mayor notoriedad y se diferenciaba del resto de sus colegas con alguna suspicacia, tratando de poner un condimento especial para que la gente se fuera a dormir con una sonrisa. El mismo Sonsol que hace un tiempo había admitido que no se podía admitir La hora de los deportes sin la presencia del emperador, es el mismo que le hizo ganar una suspensión por decirle “no diga más pelotudeces”.

Quedarán por siempre en el recuerdo de la gente la famosa “los psicólogos son todos homosexuales”, su “a Blanca Rodriguez la parto al medio”, su idea de hacer una película con su vida, y su inconfundible estilo que pronto encontrará pantalla para volver a expresarse en la televisión. Ese Gard que una vez mostró el recibo de sueldo al aire, el que cuando está en el casino y las máquinas no le pagan las agarra a patadas… Gard tiene que tener su propio programa y demostrarle a todos los imberbes que tiene este país ejerciendo el periodismo quien es el uno de la información como lo bautizó el inigualable Mariscal Alberto Kesman.

Obdulistas, no podemos quedar indiferentes ante esta injusticia cometida para con uno de los nuestros. Solidaridad con Julio Gard, ¡sepa que no está usted sólo Emperador! ¡QUE NO SE VAYAN LOS PERIODISTAS DE LA VIEJA ESCUELA!