Cuestión de rol

El lado psicológico de los equipos deportivos.

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El pasado sábado, tuvo lugar la final del Torneo Nacional Sub 23, un torneo que sin dudas estaba faltando y si bien puede y debe ser mejorado en varios sentidos, es positivo que se haya disputado. Es un torneo que brinda oportunidad a un gran número de jugadores que están “escondidos” detrás de las fichas mayores de la Liga Uruguaya, y que volvieron a mostrar que están en condiciones de tener más minutos en sus primeros equipos.

Pero yendo puntualmente a la final de dicho torneo, en la semana previa ya se destacaban las declaraciones de los jugadores de Defensor Sporting –a la postre campeón–, resaltando siempre el grupo, el jugar con amigos, el disfrute que ello generaba.

Trouville era el candidato y el que tenía jugadores con más experiencia (fruto de la rotación puesta en práctica por Mateo Rubio en la Liga Uruguaya). Y el que en sus declaraciones hablaba del entrenamiento, el scouting y parecía haber enfrentado el torneo con mayor “seriedad”.

Pero a la hora del juego, parece que el equipo pesó más. El sentimiento de pertenencia, la unión, el compromiso. Y por eso surge la pregunta… ¿Qué hace a un equipo rendir más de lo que uno espera?

En entrevista hace un par de semanas, Bruno Fitipaldo nos decía que es importante que “haya solidaridad, compañerismo, no haya egoísmo, haya esfuerzo de parte de todos por igual”. Por su parte Luciano Parodi nos dijo su clave: “más que nada la comunicación”. Y sin dudas ambos están en lo cierto.

Podemos decir que hay tres pilares para que un simple grupo, pase a ser un verdadero equipo. Primero que nada, la unión que debe darse alrededor de un objetivo común. Todos quieren lo mismo, lo priorizan antes que cualquier otro objetivo personal que puedan tener, y se necesitan unos a otros para conseguirlo.

Para seguir, debe existir una comunicación eficaz que permita coordinar el trabajo en equipo, transmitir ideas, establecer vínculos y resolver situaciones. Esto tanto a la hora de entrenar como a la hora de jugar, y el principal ejemplo puede verse en las defensas –sea hombre o zona– donde un equipo que se comunica bien resuelve mejor los cambios que le pueda proponer el atacante.

Y por último, debe haber una buena aceptación de roles en el equipo. Aceptar el rol dentro de la cancha implica saber qué tengo que aportarle yo al equipo, y qué es mejor que aporten otros. El rol de un jugador puede ser hacer puntos, pero el de otro será generar situaciones para que otro los haga. Y ambos roles son igualmente importantes.

Por su parte, aceptar el rol fuera de la cancha implica reconocer cuál es mi función en el funcionamiento grupal. Puede haber jugadores que tengan pocos minutos en cancha, pero que sean vitales para el funcionamiento del grupo por el aspecto social u otro.

Cuando todos aceptan los roles dentro de un equipo, allí se genera una sinergia que hace verdadera aquella frase: “el todo es más que la suma de las partes”. El funcionamiento de equipo supera la suma de funcionamientos individuales, sin duda. Conocida es la frase de Michael Jordan: “Cuando empezamos a ganar campeonatos, existía un acuerdo entre los doce jugadores. Todos sabíamos cuáles eran los roles a desempeñar. Conocíamos nuestras responsabilidades y capacidades”.

Como vemos, esto incluye un aspecto clave que es el compromiso, que todos se sientan parte del equipo, pero también que todos acepten sus limitaciones. Sin dudas algunos jugadores juegan más, y otros lo hacen menos. Y lo central aquí es que esos que para quien mira de afuera participan menos, se sientan igualmente comprometidos con el equipo y con el objetivo. Y esto es tarea de todos, involucrar a todos, que todos tengan algo para hacer que los haga sentir importantes, responsables, que les genere satisfacción y que sea positivo para el equipo.

Para terminar, un rol esencial en los equipos es el liderazgo. No lo describiremos aquí, porque es un tema en sí mismo, pero sin dudas que en un equipo debe haber uno o varios líderes.

Evidentemente, la construcción de un equipo es un proceso que lleva tiempo y en el cual se transitan una serie de etapas, incluso momentos de conflicto. Este equipo de Defensor Sporting no se formó en dos meses, sino que trae consigo una historia que viene desde las divisiones formativas.

Como imagen, vale quedarse con una. Diego García, sin haber jugado, alentando a sus compañeros desde el banco y abrazándose especialmente con quien juega en su puesto al final del partido. ¿Qué más difícil que aceptar que mi rol en este momento es dejar que juegue otro cuando me llaman para jugar los dos partidos decisivos? Actitud más que destacable.

Para terminar, vale quedarse con una frase de Phil Jackson, entrenador con mayor número de anillos de la NBA: “Buenos grupos se transforman en buenos equipos, cuando los integrantes confían los unos en los otros lo suficiente como para renunciar al yo por el nosotros”.