
"La gente me pide que siga"
Tras conseguir la salvación con Cerro, Mario Regueiro anunció su retiro del fútbol. El ídolo villero habló con PDA y no se guardó nada.

Cerro es alegría, festejos, entusiasmos. El domingo venció 2 - 0 a Rentistas y se olvidó del descenso por esta temporada. El fantasma, que hacía varias fechas rondaba por el Tróccoli, se esfumó por completo.
La vida le sonríe al villero, o este le sonríe a la vida, como también lo hace Mario Regueiro. Capitán, referente e ídolo del albiceleste, que llegó para tirar sus últimas fichitas en el equipo que lo vio nacer, pero en donde nunca pensó pelear, hasta las últimas fechas, para no bajar a la Segunda División.
Con el descenso olvidado, Regueiro confirmó que dejará de ser jugador de fútbol. Ya lo tenía medio decidido, y todo dependía del resultado de su equipo a final de temporada.
Con la victoria ante Rentistas, Cerro enfrentará a Fénix el sábado de mañana en el Parque Capurro. Ese escenario será testigo del último partido oficial de uno de los mejores jugadores del fútbol uruguayo. Previo a eso, Regueiro habló con PDA.
¿Ya bajaste la pelota con la gran alegría de quedarse en Primera?
El domingo hubo momentos de felicidad para todos. El plantel, el grupo y la familia de todos. Nadie daba nada por nosotros. Nos demostramos que, cuando estás convencido y armás un buen grupo, sacás las cosas adelante.
¿Por qué Cerro se queda en Primera División?
Primero porque el grupo humano fue el pilar del torneo. Encontramos un cuerpo técnico que cambió la cara y nos hizo jugar de la forma que quería.
¿Fue difícil estar al borde de la cornisa?
Lo hablamos bastante en lo grupal. Sabíamos lo que nos jugábamos y lo que teníamos que hacer partido tras partido. Creíamos en los jugadores que se habían quedado y en los que vinieron a ponerle el hombro. El cuerpo técnico agarró un barco casi hundido y se animó a sacarlo adelante. Por eso estuvimos tranquilos. El ambiente era bueno, era feliz. Cada vez que jugábamos estábamos bien por la entrega de de todos.
¿Se pasó mal en algún momento?
Hubo de todo. La remamos de atrás dentro del torneo. Agarramos ventaja en las últimas fechas. Cada vez que ganaban los rivales directos teníamos el doble de nervios y ansiedad. Supimos manejarlo los grandes del equipo. Los jóvenes escuchaban y seguían a los mayores. La calma en los momentos difíciles la poníamos los mayores y el cuerpo técnico.
¿Qué se decía?
Siempre fue el mensaje de no perder la calma, de seguir porque las cosas se estaban haciendo bien, que dependíamos del juego del equipo. La forma de sacarlo era creer en lo que el técnico nos daba y creía.
¿Vos eras uno de los líderes?
No tuvimos líder en el equipo. Teníamos 27 compañeros que estábamos espalda con espalda para ir recibiendo los golpes. Teníamos 15 rounds, en alguno de esos teníamos que levantar la mano y tirar golpes, si queríamos empatar la pelea. Lo hicimos en momentos claves. Éramos 27 jugadores, más utileros, masajistas, técnicos, todos creíamos en lo que hacíamos. Sabíamos que era difícil, pero no imposible.
¿Y qué les pedía Miguel Falero?
Que juguemos. Que si había una forma de salir de la situación, era jugando al fútbol o intentando. Así iba a tener un sabor diferente. En muchos partidos del torneo jugamos muy bien, en otros no tanto. En el torneo pasado perdíamos todos los partidos, siempre jugando mal, y cuando queríamos jugar bien también perdíamos. En este torneo disfrutamos del juego que teníamos.
¿Ya está confirmado que te retirás?
Sí, ya está. El sábado es mi último partido. Disfruto esta última semana de entrenamiento con mis compañeros como un niño. Me va a servir para que algunos familiares que no me vieron el domingo me vean el sábado ante Fénix.
¿Hay un por qué de tu retiro o pensás que ya se te pasó la hora?
No creo que se me haya pasado la hora, no hay un por qué claro. Uno tiene que saber decidir cuándo tiene que decir basta o dejar. Lo que viví el domingo es un buen cierre para una carrera.
Yo había dicho mucho antes que termine el campeonato que si Cerro descendía me quedaba a ascender con el equipo, si no me iba. Me va a costar mantenerlo. Mucha gente que me cruza en la calle me pide que siga jugando. Conseguí un logro bueno, que es dejar al equipo que tanto amo en Primera.
¿Ya tenés claro qué vas a hacer?
Quiero terminar el sábado con tres puntos, sirven para lo que viene. Me quiero ir de vacaciones. Si hay algo, o me llaman antes, lo veré. Cuando vuelva veremos a ver qué aparece, y si no aparece nada esperaré.
¿Te referís a algún llamado para ser entrenador?
No, no me veo carácter para ser técnico. Sí tengo carácter de la cancha para adentro. No le llegaría a los jugadores. Para ser técnico tenés que pararte delante de treinta jugadores y saber llegarles. No me veo en eso. Sé que en Cerro me van a querer cerca de la administración. Si surge algo lo analizaré.
O sea que seguro vas a andar en algo cercano al fútbol, pero no de técnico.
De técnico no, ya bastante dolor de cabeza te da como jugador, ¿te imaginás de técnico? (risas). No tengo nada pensando porque aún tengo el chip de jugador. Hasta que no me vaya y cambie el chip no sé. El teléfono va a estar abierto. Si llega alguna llamada veremos a ver qué surge. Algo que me tenga lejos de casa, porque si mi mujer no me bancaba en casa cuando jugaba al fútbol, ¡imaginate ahora! (vuelve a reír)
La vida le sonríe al villero, o este le sonríe a la vida, como también lo hace Mario Regueiro. Capitán, referente e ídolo del albiceleste, que llegó para tirar sus últimas fichitas en el equipo que lo vio nacer, pero en donde nunca pensó pelear, hasta las últimas fechas, para no bajar a la Segunda División.
Con el descenso olvidado, Regueiro confirmó que dejará de ser jugador de fútbol. Ya lo tenía medio decidido, y todo dependía del resultado de su equipo a final de temporada.
Con la victoria ante Rentistas, Cerro enfrentará a Fénix el sábado de mañana en el Parque Capurro. Ese escenario será testigo del último partido oficial de uno de los mejores jugadores del fútbol uruguayo. Previo a eso, Regueiro habló con PDA.
¿Ya bajaste la pelota con la gran alegría de quedarse en Primera?
El domingo hubo momentos de felicidad para todos. El plantel, el grupo y la familia de todos. Nadie daba nada por nosotros. Nos demostramos que, cuando estás convencido y armás un buen grupo, sacás las cosas adelante.
¿Por qué Cerro se queda en Primera División?
Primero porque el grupo humano fue el pilar del torneo. Encontramos un cuerpo técnico que cambió la cara y nos hizo jugar de la forma que quería.
¿Fue difícil estar al borde de la cornisa?
Lo hablamos bastante en lo grupal. Sabíamos lo que nos jugábamos y lo que teníamos que hacer partido tras partido. Creíamos en los jugadores que se habían quedado y en los que vinieron a ponerle el hombro. El cuerpo técnico agarró un barco casi hundido y se animó a sacarlo adelante. Por eso estuvimos tranquilos. El ambiente era bueno, era feliz. Cada vez que jugábamos estábamos bien por la entrega de de todos.
¿Se pasó mal en algún momento?
Hubo de todo. La remamos de atrás dentro del torneo. Agarramos ventaja en las últimas fechas. Cada vez que ganaban los rivales directos teníamos el doble de nervios y ansiedad. Supimos manejarlo los grandes del equipo. Los jóvenes escuchaban y seguían a los mayores. La calma en los momentos difíciles la poníamos los mayores y el cuerpo técnico.
¿Qué se decía?
Siempre fue el mensaje de no perder la calma, de seguir porque las cosas se estaban haciendo bien, que dependíamos del juego del equipo. La forma de sacarlo era creer en lo que el técnico nos daba y creía.
¿Vos eras uno de los líderes?
No tuvimos líder en el equipo. Teníamos 27 compañeros que estábamos espalda con espalda para ir recibiendo los golpes. Teníamos 15 rounds, en alguno de esos teníamos que levantar la mano y tirar golpes, si queríamos empatar la pelea. Lo hicimos en momentos claves. Éramos 27 jugadores, más utileros, masajistas, técnicos, todos creíamos en lo que hacíamos. Sabíamos que era difícil, pero no imposible.
¿Y qué les pedía Miguel Falero?
Que juguemos. Que si había una forma de salir de la situación, era jugando al fútbol o intentando. Así iba a tener un sabor diferente. En muchos partidos del torneo jugamos muy bien, en otros no tanto. En el torneo pasado perdíamos todos los partidos, siempre jugando mal, y cuando queríamos jugar bien también perdíamos. En este torneo disfrutamos del juego que teníamos.
¿Ya está confirmado que te retirás?
Sí, ya está. El sábado es mi último partido. Disfruto esta última semana de entrenamiento con mis compañeros como un niño. Me va a servir para que algunos familiares que no me vieron el domingo me vean el sábado ante Fénix.
¿Hay un por qué de tu retiro o pensás que ya se te pasó la hora?
No creo que se me haya pasado la hora, no hay un por qué claro. Uno tiene que saber decidir cuándo tiene que decir basta o dejar. Lo que viví el domingo es un buen cierre para una carrera.
Yo había dicho mucho antes que termine el campeonato que si Cerro descendía me quedaba a ascender con el equipo, si no me iba. Me va a costar mantenerlo. Mucha gente que me cruza en la calle me pide que siga jugando. Conseguí un logro bueno, que es dejar al equipo que tanto amo en Primera.
¿Ya tenés claro qué vas a hacer?
Quiero terminar el sábado con tres puntos, sirven para lo que viene. Me quiero ir de vacaciones. Si hay algo, o me llaman antes, lo veré. Cuando vuelva veremos a ver qué aparece, y si no aparece nada esperaré.
¿Te referís a algún llamado para ser entrenador?
No, no me veo carácter para ser técnico. Sí tengo carácter de la cancha para adentro. No le llegaría a los jugadores. Para ser técnico tenés que pararte delante de treinta jugadores y saber llegarles. No me veo en eso. Sé que en Cerro me van a querer cerca de la administración. Si surge algo lo analizaré.
O sea que seguro vas a andar en algo cercano al fútbol, pero no de técnico.
De técnico no, ya bastante dolor de cabeza te da como jugador, ¿te imaginás de técnico? (risas). No tengo nada pensando porque aún tengo el chip de jugador. Hasta que no me vaya y cambie el chip no sé. El teléfono va a estar abierto. Si llega alguna llamada veremos a ver qué surge. Algo que me tenga lejos de casa, porque si mi mujer no me bancaba en casa cuando jugaba al fútbol, ¡imaginate ahora! (vuelve a reír)