Brexitoso

El británico Murray fue campeón en Viena y acecha al Nº1 del mundo.

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Andy Murray fue campeón en Viena.
El escocés Andy Murray se consagró como el nuevo campeón del torneo ATP 500 de Viena, tras derrotar al carismático francés Jo Wilfried Tsonga en cifras de 6-3 / 7-6 (6). De esta manera, obtiene su tercer título consecutivo, luego de los éxitos en Pekín y Shangai, y le pisa los talones al serbio Novak Djokovic en la pelea por el número uno del mundo.

Murray quedó a tan solo 915 puntos de la cima del ranking y la próxima cita será, esta semana, en el Masters 1000 de Paris Bercy. Si obtiene la corona en tierras francesas y el serbio no alcanza la final del torneo, lo que hasta hace algunos meses parecía una utopía inalcanzable se transformará en realidad consumada; el prolongado reinado de Nole llegará a su final y el número uno pasará a manos de Andy por primera vez en su carrera.

En la capital austríaca Murray ratificó que su raqueta está que arde y destrozó las ilusiones de Tsonga en una hora y 50 minutos de juego. Viena le sienta bien al escocés; 8 partidos ganados, ninguno perdido y dos campeonatos. La primera corona en el 2011 y la segunda obtenida este domingo. Andy está atravesando, quizás, el mejor momento de su carrera profesional y se impuso a su rival de manera inobjetable. De arranque pisó fuerte, quebrando el servicio de Tsonga para ponerse 3 - 0 arriba y marcar la cancha, encaminándose a una cómoda victoria en el primer parcial.

El nacido en Glasgow volvió a quebrar de entrada en el segundo chico; sin embargo, la potencia del “Ali” del tenis apareció en escena para devolver el quiebre en el octavo game e igualar las cosas en 4. La paridad se mantuvo hasta el final, pero en el tie break volvió a predominar la jerarquía de Andy, quien cerró el match con un ace, como suelen hacer los grandes campeones. Desde la solídez de su servicio (76% de puntos ganados con el saque) y su incomparable capacidad de defensa y contraataque, Murray se llevó una más que merecida victoria.

Hay que decir que el escocés ha hecho méritos de sobra para encumbrarse. Es el que más partidos ha ganado (69), lleva 14 triunfos en forma consecutiva, en los cuales tan solo cedió dos sets y ha llegado a la nada despreciable suma de siete trofeos en lo que va del año. Djokovic aún tiene la ventaja, pero el juego del serbio y su forma física han sufrido una merma considerable desde mediados de temporada, luego de quitarse la pesadísima mochila de los hombros de haberse consagrado por primera vez en Roland Garros.

Quizás un lógico afloje mental, tal vez un ruego de clemencia de su físico maltratado; lo cierto es que haber levantado el trofeo de los mosqueteros marcó un punto de inflexión y reavivó la llama de una disputa que a esa altura de la temporada no parecía tal. Nole llegó a Wimbledon como campeón de los dos torneos grandes del año (Australia y la primera vez en Roland Garros) y aspirante a ganar los cuatro en la misma temporada, para conquistar el Grand Slam.

Antes del traspié, en segunda ronda, en la catedral del tenis, Djokovic cosechó seis campeonatos, mientras que luego de la frustración londinense, conquistó tan solo el Masters 1000 de Toronto. Por su parte, Murray ha experimentado una metamorfosis inversa; después de Roland Garros se ha visto lo mejor de su repertorio. Seis de los siete títulos, incluido el segundo oro olímpico en Rio de Janeiro y la tercera corona de Grand Slam en el césped londinense.

Nole ocupa la cima desde el 7 de julio del 2014 (123 semanas consecutivas y 224 en total), pero los momentos son diferentes; uno viene en subida, el otro en bajada. La mesa parece servida para el asalto al trono; sin embargo, del otro lado hay un campeón herido que ya sabe torcer historias y mostrar grandeza en momentos de flaqueza.

La final en Viena